6. Rosas Azules

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- Tenemos que hablar ¿acaso crees que no me di cuenta? - Dijo con un tono molesto. Yuuri sintió una helada sensación recorrer todo su cuerpo, la sangre se había ido hasta sus pies, su corazón iba a mil por hora y sintió que su cuerpo se iba desvanecer. ¿Qué acaso se había dado cuenta del encuentro con Víctor? Fue lo único que se le vino a la mente.

-Haz abandonado muy rápido la fiesta, que van a decir los invitados cuando me vean a mí solo sin mi esposo acompañándome. Yuuri, si fue por lo de anoche ya me disculpe y creí que todo había quedado atrás.....- El conde hizo una pausa al ver el rostro descompuesto del azabache.- ¿Qué sucede? Estas muy pálido.- Se acercó rápidamente hasta donde se encontraba el.

- Si, me siento muy mal, estoy mareado.- Por fortuna parecía que el disgusto del conde era por otra cosa, pero su mente le había jugado una mala pasada y a pesar de que el susto había pasado aun sentía que su cuerpo estaba temblando.

- Lo siento, ¿así que por eso haz retornado temprano? Recuéstate. -Yuri tomo las piernas del pelinegro y lo recostó en la cama. – No te preocupes ya bajo yo y explico la situación.- Acarició su cabeza y se dispuso a partir de nuevo, dejándolo en un estado casi de shock. Pero la cuestión era ¿Por qué se sentía así si se supone que no estaba haciendo nada malo? O tal vez estaba fingiendo incluso consigo mismo, ya que bien sabía que Víctor significaba algo más que un simple jardinero, el ojiazul muy lentamente estaba colándose dentro de su corazón y eso no lo podía permitir ya que él era un hombre casado y muy a pesar de la actitud del conde estaba unido a el de por vida.

Pronto comenzó a sentirse mejor, su corazón dejo de estar acelerado, pero el alma la sentía rota, no podía permitir que el conde o alguien descubriera sus visitas con Víctor, que aunque no hacían nada que se podría considerar impropio si se podía malinterpretar , ya que Yuuri era una persona totalmente diferente cuando se encontraba con el ojiazul. Tendría que tomar una decisión que era por lo mucho muy difícil. Tendría que pues dejar de ver a Víctor, era una tentación demasiado grande para él. Fijo la mirada en el techo de la cama sintiéndose miserable y vacío, ahora tendría que abandonar todos esos sentimientos que había descubierto para volver a ser la muñeca perfecta, era eso o sufrir por un amor que no podría ser.

Esa noche no pudo evitar derramar unas cuantas lágrimas, se sorprendió de tener aun la capacidad de llorar. Le era imposible dormir así que saco el retrato de Víctor de su cajón y lo observo.

-Al menos a ti si te podre conservar, serás un lindo recuerdo.- Mas lagrimas salieron de sus ojos, mientras abrazaba aquel objeto.

Toda la noche la había pasado en vela y sin poder dormir, y ahora ya de mañana tenía el deber de levantarse ya que el gran día había llegado. A pesar del dolor de cabeza y la gran tristeza que cargaba su corazón, se levantó y se vistió con ropa occidental que consistía en una camisa blanca con un listón rojo amarrado de su cuello, un pantalón de montar y unas botas negras que llegaban hasta la rodilla, peino su cabello hacia atrás y como siempre omitió el usar sus lentes ya que según él eso opacaba su belleza. Lucia realmente muy apuesto, a no ser que su tez se veía opacada por la tristeza y la soledad.

Bajo por las escaleras sorprendido por el aroma del café y del desayuno que ya se encontraba servido sobre la mesa, en la cual se encontraban el coronel y Yuri charlando alegremente, la presencia de menor provoco que los ojos de ambos se posaran sobre de él.

-Yuri buenos días ¿como te sientes querido?-

-Buenos días, un poco mejor.-

-Aun luces pálido, ¿Podrás soportar el recorrido?-

En el jardín de los secretos (VICTUURI) (Mpreg)Where stories live. Discover now