En el jardín de los secretos (VICTUURI) (Mpreg)

14.Lo turbio del corazón

Yuuri se encontraba sentado en medio del campo verde, el viento era ligero y fresco era un día perfecto. Víctor se encontraba recostado en sus piernas con los ojos cerrados mientas el degustaba una deliciosa manzana.

-¿Cuándo es que volverá el conde?- Dijo el peliplata de repente sin abrir los ojos.

Aquella mañana después de la falta que había cometido, el conde dejo una misiva dedicada a Yuuri avisándole que lo mejor era distanciarse un poco.

Después se enteró que se había marchado con Otabek de caza y de eso hacía ya un mes. Aquella situación le había dado la oportunidad de poder salir todos los días y pasar el tiempo junto con Victor. Ignoraba si la servidumbre sospechase algo de sus repentinas desapariciones, pero Mila lo mantenía al tanto de los chismes y habladurías.

 Lo peor que había escuchado decir a la pelirroja era que se decía  que el azabache se estaba volviendo loco a causa de su matrimonio fallido y su incapacidad para concebir y que por esa razón salía deambular como alma en pena por el páramo, inclusive habían dicho que se había hecho amigo de las criaturas del bosque y que hacia rituales prohibidos.

Claro que también se le hacía raro que no sospecharan ni un poco de Victor, pero el platinado tenía tan buena reputación entre sus allegados que era imposible que sospecharan de él, además de que Mila lo excusaba comentando a la plebe, que Víctor se veía con una chica del pueblo y que inclusive estaban pensando en casarse.

-No, no ha regresado y no sabemos cuándo lo hará.-Dijo mordiendo una vez más la manzana.- Debo irme esta por atardecer.- dijo mientras acariciaba los cabellos del mayor mientras este se removía en sus piernas y se levantaba lentamente. Aunque no hubiera sospechas de parte de la servidumbre Yuuri no quería correr riesgos, así que siempre procuraba regresar antes del atardecer.

A pesar de que el lugar donde se despedían, el jardín de las rosas, estaba bastante alejado de Stonehouse, a Yuuri se le hacía demasiado corto el camino. Tener que separarse de Víctor era como un trago amargo que por el momento era inevitable tomar.

-Yuuri ¿te preocupa algo?- Preguntó el mayor al momento de llegar al jardín.

-No. ¿Por qué?.- preguntó Yuuri tratando de sonar lo más sincero posible.

-Últimamente te noto un poco tenso y pensativo.- Dijo apartando un mechón negro  de su frente.

-No. No te preocupes.- Dijo el menor tomando la mano de Victor y entrelazando sus dedos. Esta respuesta no dejo muy conforme al peliplata, que le sostuvo la mirada como si con esto pudiera leer el corazón del japonés. Yuuri solamente acuno su mejilla con su mano libre y levantandose en la punta de sus pies le deposito un suave beso en sus labios, que a la vez sirvió como despedida.

Yuuri decidió ir por la entrada de la cocina ya que era el camino menos transitado en esa hora del día, pensativo se dirigió a su habitación.

Si. Si había algo que le preocupaba en gran medida y era el hecho de que aquella noche en que el conde tomo su cuerpo por la fuerza no había usado el método para no quedar preñado. Y lo mismo fue cuando estuvo con Victor. Rogaba y rogaba todas las noches porque no hubiera quedado encinta. La espera de 9 meses preguntándose de quien sería producto aquella criatura seria tortuosa. ¿Qué pasaría si él bebe llegara ser del conde? ¿Cómo reaccionaría Víctor? ¿Lo aceptaría como hijo propio o lo rechazaría?

Por un fugaz instante la idea del aborto cruzo por su mente. ¿Pero si el hijo era producto de Victor? La duda le carcomida el alma. Y de tan solo pensar en la tortura que sería hasta el momento de conocer la respuesta, su mente se bloqueaba y prefería negarse a la idea siquiera de estar esperando. Después de todo solo había sido una vez, ¿Cuántas veces se necesitaban para quedar embarazado?, de igual manera en todo ese mes no había tenido ni siquiera un síntoma y se negaba rotundamente a llamar al médico, ya sea por miedo a confirmar sus suposiciones o por el razón de que eso llevaría al hecho de que su esposo y todo el mundo se enterase antes de que pudiera tomar una decisión.