2. Serendipia

5K 457 24
                                    




El carruaje paro después de pasar por aquel largo sendero. Yuuri se asomó a través de la ventana tapándose la mitad de la cara con su abanico. Ahí se encontraba toda la servidumbre de la casa esperándolos en la entrada. Las mujeres vestían con el típico vestido negro con delantales y gorros blancos y los hombres con camisetas blancas y pantalones negros con botas del mismo color. Lucían más alegres y simpáticos que la servidumbre de la ciudad.

El conde bajo primero adelantándose, poniéndose su sombrero y cargando a su peluda mascota a un lado.

-Cof cof. – Tosió Yuuri tratando de llamar la atención de su esposo que se había olvidado de él.

-O es verdad lo siento querido. – el rubio volteo y le tomo de la mano ayudándole a bajar. Todo mundo quedo con cara de estupefacción al verlo, aun con ropa occidental lucia muy atractivo, más de uno se quedó con la boca abierta.

- Es la muñeca oriental, el esposo del amo. – Susurro una mujer regordeta a otra más joven. – Es tan bello como decía la carta de mi prima pero esta vacío por dentro. Un capricho del amo sin duda...

-De pronto un relinche se escuchó a lo lejos seguido de un galope. Era Otabek.

-Vaya has venido a darnos la bienvenida amigo mío. – Otabek bajo del caballo y saludo de un apretón de manos seguido de un abrazo a su amigo. 

Él era un coronel retirado del ejercito británico, su excelente desempeño en la guerra de la india le había merecido su retiro a una edad temprana.  Vivía en una villa cerca de ahí no por nada era amigo de la infancia del conde y se conocían muy bien.

-No me podía perder tu regreso a Campbell. – Dijo con una gran sonrisa. Buenos días Yuuri. - Dijo quitándose el sombrero y haciendo una pequeña reverencia, el coronel era muy serio pero cuando se encontraba con el rubio su semblante cambiaba por uno mas alegre.

– Buenos días. - contestó Yuuri, un poco acalorado ya que el sol de primavera estaba en todo su esplendor.

Toda la servidumbre espero a que los amos entraran al castillo para seguirlos, después se quedaron en el gran vestíbulo esperando por unas palabras de su amo.

-Buen día. Hace mucho tiempo que no venía a este lugar pero últimamente la nostalgia me invadió y decidí volver. Él es mi esposo Yuuri trátenlo como el señor de la casa.

-Si amo. -Todos gritaron a unísono.

– Bien, me iré con Otabek a observar los campos; tenemos que entrenar para el día de la marmota. Yuuri instálate y ponte cómodo que alguien te ayude. – dijo poniendo a Puma Tiger en brazos de una criada.

- Por cierto, llegare tarde cena sin mí.

– Sin más el rubio salió por la puerta junto con su amigo, la servidumbre de a poco volvió a sus deberes y el japonés se quedó solo en medio del vestíbulo. Lo anterior no le hacía sentir siquiera una pizca de tristeza o decepción.

-Señor Yuuri .- Se le acerco una joven pelirroja con los ojos azules, muy bella. -Lo guiare hasta su habitación. Mi nombre es Mila.

- Hola.- Contesto el japonés. -Aunque en realidad no me interesa.- pensó.

-Estoy impresionada jamás había visto a alguien de su apariencia, realmente me quede sorprendida, sus ojos son hermosos. Rompió el silencio la joven.- ¿Toda la gente de su país los tienen así?

-Yuuri hizo un gesto de enfado que supo disimular muy bien; la chica hablaba demasiado. – Si, los ojos rasgados son característicos de los orientales.- contesto. 

En el jardín de los secretos (VICTUURI) (Mpreg)Where stories live. Discover now