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–Un café latte, por favor –ordeno al chico de la caja y este me responde con una sonrisa amable mientras tomaba un vaso.

–¿A nombre de quién? –su mano estaba lista para escribir mi nombre con el marcador negro.

–Du... –me detengo–. Grecia.

Me sonríe y le sonrío de vuelta pese que el cubre bocas ocultaba la misma. Me cobra el café y recibo el cambio para después esperar sentada en uno de los pequeños sillones con los que contaba la cafetería.

Saco mi libreta y la comienzo a hojear leyendo uno que otro párrafo de las canciones que he escrito. Terminada mi revisión me dirigí a una hoja limpia y comienzo a escribir.

–Un americano  –escucho una orden.

El tono de aquella voz me distrae y llama de mi total atención, causando así observara al sujeto frente al amable chico de la caja.

Le observo por detrás, unos jeans azul claro, y una chaqueta negra eran su vestimenta además un gorro negro le cubría la cabeza. De su bolsa trasera del pantalón toma su cartera. No me permitía más detalles de saber quién era hasta que dio la vuelta y de cierta manera cruzamos miradas.

Desciendo la mía asustada al reconocer aquel flequillo turquesa. No había dudas de que era el mismo tipo engreído de la otra noche y eso me causó pánico.

Me encojo en mi asiento tímida y me aseguro de cubrir bien mi rostro con el cubrebocas y esconder me tras mi largo flequillo. Disimulo escribir algo y comienzo a garabatear nerviosa dejándome ver al rabillo de ojo como se acomoda a mi lado izquierdo. Los nervios se me ponen de punta y la tensión era incalculable, su sola presencia me alteró los sentidos además de que el temor a ser vista por el nuevamente no me ayudaba en nada para lograr una actitud más natural.

Le escucho soltar un largo y pesado suspiro y siento como se mueve bruscamente en su asiento. Tomo valentía y me atrevo a medio observarle.

Sus manos escondían su rostro y sus brazos se encontraban reposados en sus piernas dándole un aire de desesperación. Tal vez se encontraba mal o demasiado fatigado, trabajo o la vida. La verdad no lo sabía.

Me dediqué a terminar mi dibujo sin dedicarle una mirada más o simplemente sin el deseo de saber de su presencia. Me carcomían los nervios y no sabía bien el por qué.

Trazo tras trazo y así terminaba de a poco aquel dibujo que antes había sido un mísero garabato.

–Es un gran piano –escuché de su voz.

Aquel tipo se dirigía a mí alabando mi torpe dibujo que después de analizarlo con detalle no resultó ser nada simple, era un dibujo con grandes trazos y detalles mínimos que le dejaban ser un gran dibujo, un gran piano como dijo él.

–G-gracias –respondo con cierto toque de desconfianza.

–¿Eres dibujante? –pregunta directamente a mí además de que lo siento observarme con detenimiento.

–No –respondo apenas audible.

Le escucho bufar engreídamente.

–Realmente es increíble –insiste alabando mi torpe dibujo–. Es un buen piano el que haz dibujado...

–Grecia –llama la voz de una chica al tener mi pedido listo.

Agradezco por la incomodidad del momento, me incorporo con la única intención de huir y dejar por lo sano aquella torpe plática.

–¿Grecia? –pregunta nombrándome aquel tipo– ¿Grecia qué?

Le ignoro y en largas zancadas logro llegar hasta el pequeño mostrador de la cafetería y recibir mi café latte. Hago una pequeña reverencia y me marcho de aquel lugar con paso veloz atravesando el corto recorrido del recinto y salir al fin de ahí.

•••

–Fue increíble –comentó Jimin emocionado al tomar un poco de su bebida y volver su mirada a la mesera que atendía otra mesa–, hoy escuché un poco del nuevo material de unos chicos que debutarán dentro de poco.

–¿Les darás su primera coreografía? –pregunté curiosa al ritmo de la plática.

Jimin llamó a la joven mesera y le indicó se acercase a nuestra mesa.

–Así es –respondió. La mesera llegó a nuestra mesa y sonriente nos atendió–. Quiero el postre especial. Es una ocasión especial –dijo Jimin con una hermosa sonrisa dibujaba en su rostro.

–Creo entender, ¿Primer mes juntos? –cuestionó emocionada la mesera.

–¿Ah? –solté con sorpresa.

–No jajaja –rió alegre Jimin provocando le observara con detalle y notar el enrojecimiento en su rostro–. Es sólo una ocasión especial.

La mesera asintió y se retiró.

–¿Ocasión especial? –sonreí.

–Hoy celebraremos la nueva vida que nos espera a ambos –se peinó el cabello hacia atrás con su mano izquierda y me dedicó una sonrisa para después acariciar mi rostro, retirando el flequillo que cubría mi rostro; ocultando mis cicatrices–. La vida que te prometí y que haré realidad. 

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Quiero invitarlas a leer mi nueva historia, SATURNO. Una fanfic igualmente con Suga:

Tuve tantos momentos felices que olvido lo triste que fue darte de mi alma, lo que tú echaste a perder.
Yo no quería amarte, tú me enseñaste a odiarte, Min Yoongi.

Yo no quería amarte, tú me enseñaste a odiarte, Min Yoongi

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Sugar Melody | SUGAWhere stories live. Discover now