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—¿Estás ahí? —me llamó Dulce y volví a mi realidad.

Desperté después de largas horas de sueño. Abrí mis ojos con pesadez y lo primero que hice fue observar la hora de mi móvil. Habían pasado ocho largas horas de viaje desde que Dulce salió del hospital. Se encontraba en mejores condiciones y al parecer ella tenía aún más confusión por lo sucedido al ver que Jimin no vendría con nosotros y que yo estaría con ella en lugar de él.

A decir verdad tampoco yo sé que sucedía. Sólo hacía lo necesario por el bien de Dulce y no me importaba volver a tratar con Jimin pese a tantos conflictos generados.

Dulce y yo llegamos a las afueras de la ciudad. A un sitio demasiado apartado de lo urbano. Podía decir que este lugar era un pequeño pueblo internado en medio del bosque. Era pequeño y las pocas personas que se encontraban fuera, observaron sin disimulo el como el taxi se detenía además de que las miradas curiosas querían visualizarnos con mejor detalle.

—¿Necesita ayuda con el equipaje? —preguntó el hombre del taxi.

—Está bien así —respondí. Observé a Dulce y le indique con leve movimiento de cabeza que bajaramos del auto.

Ambos descendimos y las personas aún continuaban observándonos, sin pena alguna. El maletero del auto se abrió automáticamente y de ahí logré sacar el par de maletas que nos acompañarían en nuestro largo hospedaje.

Dulce se ofreció a llevar su equipaje pero se lo negué. No quería que ella hiciese un minimo esfuerzo. No ahora que recién se encontraba fuera del hospital con mejor salud.

Le pagué lo necesario al chófer del taxi y así volvió a tomar el camino de regreso a la ciudad. Observé cómo se alejaba y no hice más que suspirar pesadamente.

De mi bolsillo interno de la chaqueta saqué la pequeña tarjeta que Jimin me dió hace unas semanas, observé con mejor detalle la dirección escrita en ésta y comencé la búsqueda de dicha calle. Guardé nuevamente la pequeña tarjeta y tomé ambas maletas para comenzar el camino. Dulce iba tras de mí por lo que decidí dejarla caminar frente a mí, no deseaba exponerla a algún peligro en este nuevo lugar. Debía cuidarla y no sólo porque Park me lo pedía, si no porque me nacía hacerlo, realmente deseaba protegerla y he ahí el motivo del por que estoy ahora aquí.

—¿Es largo el camino? —preguntó Dulce.

—No lo sé —respondí observando con detalle las pequeñas calles.

—¿A dónde iremos?

—A un lugar.

Y a decir verdad... Tampoco sabía a dónde llegaríamos ambos.

•••

Ambos nos detuvimos frente a la puerta de una las grandes casas de este vecindario. No sabía a quien pertenecía ni mucho menos si había alguien en ella.

—Cuando estés frente a la puerta debes de tocar el ojo de la serpiente que se encuentra en la decoración de la misma. Así sabrán que eres tú.

Recordé la plática de Jimin y mi mirada recorrió con detalle la puerta, necesitaba encontrar la maldita serpiente. Pero... No lograba hallarla.

Me alejé un poco más y busqué por el marco de la puerta y ahí estaba, era una serpiente que recorría todo el área del marco con su largo cuerpo, tallada en la misma madera. No dude más toque el ojo del animal. Era un pequeño botón y sólo esperé a recibir una respuesta.

Me giré a observar a Dulce la noté tensa y nerviosa. Le sonreí con ternura, como no lo hacía desde hace tiempo.

—Tranquila —hablé—. No pasa nada.

Me devolvió la sonrisa y no sabía si me sentía de la misma forma. No ni siquiera si lo que dije era verdad. ¿Realmente no pasa nada?

Escuché como un par de cerraduras se abrían y la puerta se abrió dejándome ver a un hombre de tez pálida, de mi misma estatura, con el cabello negro peinado hacia atrás, dejando ver a un hombre mayor; además de que su mirada se encontraba resaltada por unas gafas gruesas con marco marrón.

—¿Yoongi? —se dirigió a mí. Él me conocía— No puedo creerlo, eres tú, Yoongi —me sonrió y salió de su casa poniéndo un pie fuera para poder recibirme con un abrazo. De alguna manera a este sujeto lo conocía ya—. Ha pasado tanto tiempo. No puedo creerlo...

Pausó y se alejó de mí. Lo observé con detalle y pude ver cómo observaba a Dulce con una mirada de asombro, de terror mezclada con melancolía. Se alejó de mí y a cortos y lentos pasos se dirigió a Dulce. Ella de igual forma lo observaba con asombro pero no podía engañar a nadie, ella tenía miedo. Ella no sabía quién era él. La amnesia que tenía no le permitía reconocerlo.

Y es ahí cuando recordé a este hombre.

—Mi princesa —quebró en llanto el hombre—. Estás viva, hija.

Este hombre era su padre.

—¿Mi padre? —dijo Dulce con asombro.

Su mirada se iluminó y sabía yo que en cualquier momento rompería en llanto.

—¿No me reconoces, Duldi?

Dulce me observó, con su mirada me exigió la verdad.

—Él es realmente tu padre, Dulce.

Lo negó, ella lo negó. Se alejó unos pasos al notar la cercanía de su padre y en repetidas ocasiones decía lo mismo: "No es posible, no".

Jimin no mentía, Dulce no tiene idea alguna de quién era en el pasado. La persona que es ahora, es totalmente diferente a la Dulce que conocí.

—Hija, tranquilízate. Por favor, debes de creerme. Yo soy tu padre...

—No, no es cierto. No, yo no... No... ¿Qué está pasando? —comenzó a romper en llanto mientras que despeinaba su cabello con ansiedad.

—Por favor, déjela —pedí.

Me acerqué a Dulce lo suficientemente como para tomarla entre mis brazos. Ella se aferró a mí, me observó fijamente y su mirada se encontraba perdida.

—¿Qui-quienes son?

Y sus rodillas flaquearon dejándome ver que Dulce se había desvanecido.

—¡Dulce! —intentó acercarse su padre.

—No, —le detuve— dele su espacio, por favor. Permítanos instalar.

Accedió. Y tomé a Dulce entre mis brazos, me adentré a la casa que sería el lugar donde Dulce y yo nos alojaríamos por un largo tiempo.

Ni siquiera me tomé el tiempo para observar con detalle el Interior de la morada, simplemente caminé sin rumbo. Subí las escaleras por instinto y escuché la voz del padre de Dulce.

—La primera habitación a la derecha.

Ubiqué la habitación y abrí la puerta a mis esfuerzos, caminé hasta la cama de la habitación y deposité a Dulce con total suavidad. La observé por unos momentos y acaricié su cabello con ternura.

A pesar de aquellas cicatrices... Ella continuaba siendo igual de hermosa para mí. Sus rasgos eran igual de lindos e incluso su manera de dormir era la misma. Pese a que ella no me recordara... Yo recuerdo aún cada momento a su lado.

Mi Dulce amor. 

Gracias por sus bellas lecturas las amo demasiado <3 Además, muchas gracias por el apoyo.

Sugar Melody | SUGAWhere stories live. Discover now