20.

103 11 3
                                    

—¿Crees que ellos acepten el concepto nuevo? —preguntó Hoseok mientras yo observaba fijamente el monitor.

—Tienen que hacerlo —respondí sin más opciones a extender la plática pero al parecer a Hoseok se le dificultaba entender lo cansado que me resultaba incluso hablar en éstos momentos.

—¿Qué sucedió? —preguntó Hoseok llamando de mi atención y preguntando acerca del vendaje en mi mano derecha.

No respondí y continúe trabajando en los arreglos musicales.

—¿Has vuelto a pelear?

—No te incumbe, Hoseok.

—Otra pelea más, Yoongi. No puedes continuar con tus propios impulsos. Terminarás nuevamente en...

—Lárgate —respondí sin más—. ¿No has escuchado, Hoseok? ¡Lárgate!

—Ok, ok. Sólo recuerda que si continúas en tus líos personales nadie va a ayudarte —ambos nos callamos por algún motivo—. Ni ella regresará.

Me detuve de hacer todo lo que hacía y observé el monitor fijamente analizando lo dicho por Hoseok.

¿Por qué mierda lo mencionó?

Aparté la vista de mi monitor para dirigirla a mi lado Izquierdo, observando a Hoseok parado a unos pasos de la entrada. Me observaba con cierto semblante de preocupación, sonreí de lado. Este tipo me temía y aun así se atrevía a retarme.

—¿Crees que no lo sé? —me levanté de mi silla con gran brusquedad, mandando a mi silla a chocar con otro mueble tras de ella— ¿Crees que soy tan idiota cómo para no saber eso?

—Yoongi...

—No soy tan estúpido, Hoseok —comencé a acercarme a él—. Tú no entiendes lo que es perderlo todo en una sola maldita persona, —suspiro y ya estando frente a él me detengo— y créeme que es lo peor que puedes vivir.

—Lo siento Yoongi. No era mi intención —se disculpó sinceramente Hoseok—. Es sólo que, Namjon está preocupado por ti. No has respondido incluso sus llamadas.

—Estoy cansado.

—Ambos sabemos que no es sólo eso —insinuó Hoseok.

Desvié mi mirada porque sabía perfectamente el poder de esa mirada. Me sacaría la verdad a toda costa.

—¿Qué es lo que está sucediendo, Yoongi? De un momento a otro has vuelto a caer.

—Tonterías —me alejé de él y volví a mi sitio de trabajo.

—Ah, no quería decirlo hasta que tú mismo te dieras cuenta —habló Hoseok y le volví a observar—. Pero hace unas semanas alguien de incorporó a la empresa.

—No me interesa quién sea.

—Tal ves a ti no te interesa pero tarde o temprano se tomarán cara a cara y las cosas no terminarán bien.

Comencé a hacer mis suposiciones teniendo en cuenta a todas las personas que me harían exasperar con facilidad. No logré descifrar quién pudiese ser.

—Sea quién sea sería un idiota.

—Tiene que ver con ella —habló con cierto tono de miedo, Hoseok.

¿Con ella? ¿Quién tendría que ver con ella?

Me detuve a pensar con más detenimiento pero perdía tiempo ahora mismo. Me senté en mi silla de oficina y volví a mí trabajo.

—Tan sólo lárgate ya.

•••

Eran casi las diez en punto de la noche y aún continuaba en lo mismo. Faltaban pocos arreglos pero invertir un poco más de tiempo valdría la pena.

Me recargo totalmente en el respaldo de mi silla y suspiro cansado. Hoy resultaba ser uno de esos días dónde sentirse incompleto y disgustado conmigo mismo era usual a toda hora.

Viene a mi mente la plática con Hoseok. Alguien a quien tal vez conocía volvería a toparse cara a cara frente a mí. Alguien relacionado... A ella.

Cierro mis ojos con pesar y el recuerdo de su hermoso rostro viene a mí, la sutileza de sus delgadas y blancas manos acariciar cada tecla de mi piano me estremece y me vuelve desgraciado como lo era siempre.

El recordarla me pesaba, me entristecía, enfurecía y volvía loco. Perderla fue una de las peores experiencias que pude haber atravesado pero simplemente el dejarle ir esa noche era la primera peor.

Su sonrisa tras nombrarme aún continuaba causando un efecto en mí, pese que ahora sólo exista en mi memoria no puedo dejar de pensarle. El tiempo ayuda pero con tan lenta la cura. La extraño realmente. Nadie tiene idea de cuánto la extraño.

Suspiro y abro mis ojos a la par, observo el vendaje de mi mano derecha y recuerdo a aquella chica que se oculta siempre tras la tela de un cubrebocas y su flequillo despeinado dejándole un aspecto desaliñado y desastroso pero que tanta curiosidad me causa al querer conocer sus motivos de ocultarse. Pese a eso, también deseaba poder ser yo quién le diera el empujón que necesita para adentrarse por completo al mundo de la música, tal como alguna vez lo hizo alguien por mí. Así como ella lo hizo por mí, en esta ocasión yo lo haré por alguien más.

Alguien irrumpe mi tranquilidad con toquidos insistentes, yo ya sabía perfectamente de quién se trataba y justo ahora no era el momento.

—Yoongi —me nombró con cierto enfado. Era obvio su mal humor—. Debemos hablar.

—No hay nada que hablar —me decido observarla y comienza a acercarse a mí.

—¿Por qué lo dices? Sabes perfectamente que hay mucho de que hablar.

—Vete —reclamé.

Ella de pie junto a mí, giró mi silla e hizo que quedara frente a frente. Su mirada y sus labios creaban el par perfecto para darme la peor de la jugadas.

—Sabes con exactitud que no puedes dejarme —susurró peligrosamente rozando mis labios—. Me necesitas.

Cerré mis ojos con cierta tensión, trataba de controlarme. Debía controlarme. No podía ceder ante ella una vez más.

Desvié mi rostro al observarla intentar besar mis labios pero fue hábil y se sentó coquetamente sobre mi regazo. Me abrazó por el cuello y habló.

—Quiero más líneas en el próximo comeback.

—Yo no decido eso —respondí malhumorado.

—Sabes que sí... —una de sus manos tomó mi barbilla y me giró el rostro para encararla y estar lo suficientemente cerca de su rostro— Oppa.

Sonrió con malicia antes de robarme un beso sin siquiera desearlo. No respondí ante el beso por el simple hecho de que no me nacía hacerlo. No ahora.

—No te resistas, más —susurró comenzando a besar mi cuello

—Apártate —advertí pero sus caricias comenzaban a aumentar al punto de colocar una de sus manos en mi miembro y comenzar a masajear en esa zona por encima de mi ropa.

—No puedes estar sin esto, Oppa —rió divertida—. Y yo no puedo estar sin ti.

Y así me provocó la desgraciada. Solté un quejido en señal de que lo hacía bien pero no era correcto, más sin embargo me valió una mierda y tuve el cinismo de besarla al punto de llegar a ser salvaje y transmitirle todo mi odio en un simple acto.

Sugar Melody | SUGAWhere stories live. Discover now