7.

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¿Qué es lo que se supone debía hacer uno un sábado por la mañana, sola?

Eran las ocho cuarenta y seis de la mañana de un sábado cualquiera. Era evidente que Jimin se encontraba ocupado en su trabajo y no me quejaba después de todo el merecía ese trabajo como ningún otro.

Pero sinceramente me sentía aún más sola que nunca. No tenía personas cercanas, mi misma apariencia me limitaba a crear lazos y resultaba frustrante. Mi inseguridad era un gran límite que me impedía disfrutar del gozo de tener un pequeño círculo de amistades.

Suspiro cansada, aún me encuentro enredada entre las cobijas de mi cama observando la televisión. Era un día lo suficiente flojo. Realmente no me resultaba necesario el tener que continuar encerrada en casa.

Mi estómago ruge con descaro, me encontraba hambrienta y sin ganas o motivos necesarios para salir de la cama. Pero no contaba con tan siquiera una pequeña botana que me entretuviese el hambre por un momento.

Mi móvil comienza a sonar insistente. Era la segunda vez que sonaba y que perdía la llamada me era tedioso tener que levantarme y responder pero no tuve más opción que atender la llamada.

–Hola –respondo.

–Dulce, al fin respondes –Jimin habla del otro lado de la línea–. Te quiero pedir disculpas por cancelar...

–Tranquilo, Jimin, entiendo.

–Sé que lo entiendes pero quiero enmendarlo y deseo que esta vez sí fuéramos a algún lugar, –Jimin hablaba con cierta emoción en el tono de su voz– y tuviéramos una agradable tarde. ¿Qué dices?

–Me agrada la idea –respondo con cierta pereza–. Realmente no me vendría mal salir un momento.

–Es lo que quería escuchar –lo escucho sonreír–. Paso por ti dentro de dos horas. Te veo luego, linda.

Y finalizó la llamada dejándome con un tipo de sonrisa la cual indicaba la cierta felicidad que me provocó el escucharle llamarme linda.

•••

Dos toquidos irrumpen en mi habitación y me alertan de la llegada de Jimin. Me observo al espejo por última vez y ajusto mi cubrebocas.

Sonrío tras la tela para tomar mi bolso y salir de prisa del cuarto que resultaba mi habitación y atender a la puerta.

Jimin me sorprendió con un pequeño ramo de flores tras de éste, su rostro se ocultaba y me causó un grado de ternura incalculable.

–Jimin –alargue su nombre sonriente–. Están hermosas –dije recibiendo las flores y abrazarlas con cariño.

–Me alegro que te hayan gustado –responde nervioso–. Fue difícil decidir cuáles te agradarían más.

–No debiste tomarte esta molestia –hablo emocionada. Le cedí el paso a mi apartamento mientras me dirigía a la alacena ubicaba cerca del refrigerador y de ahí tomaba un florero.

–Eso y más te mereces –dijo Jimin. Su tono de voz me resultaba adorable, además del cierto nerviosismo que desprendía al hablar–. ¿A dónde quieres ir?

Preguntó estando lo suficientemente cerca de mí. No respondí debido al no saber la respuesta certera a su pregunta, yo únicamente me dediqué a colocar agua en el florero y colocar mis flores en éste.

–Veo que no tienes idea –suelta una risa tranquila–. Está bien, te sorprenderé.

•••

Caminábamos con tranquilidad en una de las calles cercanas a su trabajo. Todo resultaba agradable además de la atmósfera de lujo que de cierta manera se podía apreciar.

Gente iba y venía y de los locales se notaba la calidad y cotización de la zona. Resultaba desconcertante al comparar los alrededores de dónde habitaba a este sitio, me sentía menos y diminuta ante tanto. Además de la incomodidad que nacía en mí al sentir la mirada de la gente en mí.

Me observaban con desdén y cierta curiosidad al verme utilizar un cubrebocas y ocultar parte de mi rostro con el flequillo largo de mi cabello. Eso me provocaba más inseguridad en mí misma y no me agilizaba el hecho de desarrollar nuevamente mi confianza.

Sentí como la mano de Jimin buscó a la mía y al haberse encontrado, él tuvo la iniciativa de entrelazar sus dedos con los míos creando un momento único.

Sonreí inconsciente y él también lo hizo.

Sugar Melody | SUGAWhere stories live. Discover now