22.

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—Yoongi —habló Hoseok al verme sentado en la acera, fuera del club donde me habían sacado a patadas—. Maldita sea, te dije que no te metieras en problemas.

—Sólo llévame a casa —respondí malhumorado.

—Estás ebrio, debí suponerlo.

Me ayudó a ponerme de pie y caminó sosteniéndome con fuerza. Mis piernas reaccionaban torpemente y en momentos ni siquiera las sentía reaccionar.

Hoseok se quejó en cuanto me colgué con brusquedad de él. Estaba a punto de caer y comencé a reír estúpidamente.

—Yoongi, por favor, avanza —pidió Hoseok.

Como pude, reaccioné y avance con él hasta su automóvil. Ni siquiera tuve razón para saber en qué momento adentré al auto y Hoseok había comenzado a conducir.

Comencé a reír nuevamente sin motivo alguno y eso alarmó a Hoseok. Reí con pena y después de la risa llegó el maldito llanto.

Comencé a sollozar con gran sentimiento, nunca había llorado de esta forma frente a alguien pero realmente me importó una mierda puesto que no tenía uso de razón en estos momentos.

—Ese imbécil, ese maldito desgraciado no siente ni un maldito remordimiento de todo lo que causó el abrir su maldita boca —dije con rabia.

—Tranquilo, —habló Hoseok— tranquilo. ¿De qué estás hablando?

—Del imbécil de Park Jimin —limpié las lágrimas con el dorso de mi mano—. Él está muy bien después de todo. Al final la muerte de Dulce resultó una total mierda para él.

—¿Te has topado con Jimin? —Hoseok sonó preocupado a la par de impresionado.

—Por culpa de ese imbécil me han sacado del club. Toda esta mierda ha sido por su maldita culpa.

— Dulce murió hace tres años, Yoongi —respondió Hoseok—. No puedes culparlo eternamente.

—Porque no la quería realmente, Hoseok. Park Jimin era un hipócrita con ella. La traicionó de la peor manera —cerré mis ojos y me recargué con totalidad en el respaldo—. Incluso traicionó a uno de sus mejores amigos de la infancia... A mí.

—Espera un momento, —sentí el auto detenerse— ¿Estás diciendo que tú y Jimin se conocían desde mucho antes?

—Ya te he dicho, ese imbécil y yo compartimos nuestra infancia juntos. Fue por él que la conocí a ella y fue por él que también la perdí.

—Realmente no sabía eso, Yoongi. Nunca habías mencionado tu amistad con él.

—Sucedieron tantas indiferencias en ambos. Además de que la rivalidad nos terminó por separar —comenzaba a sentirme soñoliento—. Pero al final, nadie ganó.

•••

—Suga, —susurró dulcemente una voz en mi oído— Suga, despierta.

—No fastidies —murmuré adormilado.

—Es hora de despertar, gruñón.

Sentí como un peso de acumulaba en mi torso y un serie de caricias me recorrían en cuello. Este aroma lo reconocía y sabía perfectamente a quien pertenecía.

Abrí mis ojos con lentitud y la observé a ella frente a mí. Su amplia sonrisa me enamoró una vez más y la forma en la que una de mis playeras cubría su cuerpo me provocó levantarme con brusquedad y atraerla a mí para besarla. Besarla con pasión, con amor y frustración.

Ella estaba entre mis brazos y yo saboreando del dulce sabor de sus labios y atrayéndola a mí como si fuese a desaparecer en algún momento. Rompí con el beso y la observé a ella con tanto detalle como lo hacía siempre. Su mirada me analizaba y sabía que ella buscaba respuesta en la expresión de mi rostro por lo que opte ahorrarle tanto trabajo.

—Creí haberte perdido para siempre.

—¿Por qué habrías de perderme, tontito? —rió después— Estoy contigo a todo momento, Suga. Sólo tienes que aprender a observar.

Y de repente todo se desvaneció y ella de un momento a otro desfalleció en mis brazos. La sangre comenzó a brotar de su cuerpo y el lugar que resultaba ser mi habitación cambió de escenario drásticamente convirtiéndose de a poco en un lugar envuelto en llamas. Dónde las brasas del fuego querían devorar los restos de ella.

—Canta para mí —susurró posando su mano en mi mejilla.

—¡Espera! —grité desesperado al momento de despertar, sentía como mi corazón latía acelerado y respiraba agitado— Fue un sueño, —susurré— un maldito sueño.

Y me llevé ambas manos a mi rostro. Bufé molesto, decepcionado y entristecido. Todo había sido un maldito sueño, ella realmente no estaba aquí.

Me levanté de mi cama con un terrible dolor de cabeza. No recordaba cómo fue que había llegado a mi apartamento. Tenía recuerdos borrosos y en uno de ellos, mi encuentro con Park Jimin.

Toqué con suavidad mi pómulo derecho y sentí una leve punzada de dolor. No podía recordad en que momento el desgraciado de Jimin me golpeó.

Sonreí de lado y con furia arrojé lo primero que encontré en uno de los muebles cercanos a mí. Sólo escuché como se estrellaba con la pared aquel marco fotográfico. Me sentía consumido por un sinfín de recuerdos que no me dejaban ni un momento en paz. Ahora es cuando más la recordaba, su recuerdo había despertado con más intensidad después de tanto tiempo de su partida.

Me sentía perdido sin ella.

Sugar Melody | SUGAOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz