8.

113 16 0
                                    

–No quiero que te sientas de esa forma–susurró Jimin llamando de mi atención.

Él retiró mis manos de mi rostro y me hizo observarle a duras penas. Las lágrimas recorrían mi rostro y los sollozos desaparecían.

Frente a frente en aquel solitario lugar, yo sentada en una de las bancas y Jimin de cuclillas frente a mí obsequiándome consuelo, nos decidimos a detenernos por mí propia comodidad. Era de noche ya, hacía un frío tenue y era el momento perfecto para compartir malas noticias.

Jimin se marcharía. Le habían ofrecido una nueva vivienda de la cual no debía preocuparse por los gastos. Resultaba ser una gran oportunidad, no lo niego. Pero su primera promesa de vería imposible de cumplir ya que él en pocas palabras me prohibió ir con él.

–Dulce, por favor.

–Jimin, tan sólo, déjame regresar a casa –insistí retirando las manos de él de mi rostro.

–No, Dulce, por favor. No tienes por qué estar de esa forma...

–Estaré bien –respondí

–No es así, sabes perfectamente que no es así.

–¿No? Entonces ¿Por qué no me llevas contigo? –le cuestioné cansada.

–Dulce, –suspiró Jimin– no es tan fácil. No lo es. Simplemente no puedo llevarte conmigo... Por ahora.

–¿Toda esta tarde fue para eso? ¿Me estabas preparando para esto?

–No es así, Dulce. Estaba buscando el momento perfecto...

–Olvídalo, ¿Quieres? Entiendo que quieras irte, entiendo. No te preocupes por mí ¿Ok? Estaré bien –me levanté de aquella banca y comencé a caminar queriendo ir de regreso a casa.

–No tienes por qué irte sola, puedo llevarte a casa –la voz de Jimin se escuchaba a pasos de mí.

–Puedo ir sola, no te preocupes.

–Dulce. Por favor –rogó Jimin. Esta ocasión me giré a encararle.

–Jimin –suspiré al nombrarle–. No tienes por qué insistir. Entiendo tu situación y viendo todo desde tu punto de vista, –desciendo la mirada por un breve instante al observar a Jimin fijamente– no quiero ser tampoco un estorbo en tu empleo. Así que no te preocupes por mí. Voy a estar bien.

–¿Estorbo? ¿Qué? No, no. No es así. Tú jamás serías un estorbo, jamás. Tan sólo te pido que esperes, Dulce. No es buen momento para llevarte conmigo...

–No te gastes más, ya te he dicho que comprendo.

Y dicho lo último dejo a Jimin con la palabra. Comienzo a caminar con el único propósito de llegar a casa lo antes posible.

•••

Durante todo el transcurso Jimin fue tras de mí, guardó su distancia y se limitó por completo a hablarme. Sabía perfectamente que no me encontraba con ánimos de tan siquiera dirigirle la palabra.

No estaba molesta, simplemente, me encontraba desilusionada. Él había prometido sacarme del basurero al que puedo llamar a diario hogar pero resultaba imposible sólo por el simple hecho de que talvez no era del todo necesaria mi compañía en su ahora nuevo hogar.

Suspiro cansada al llegar el piso de mi apartamento, al subir las escaleras escuchaba los pasos de Jimin. Realmente nunca me dejó regresar a casa sola.

–No tenías por qué venir hasta aquí –hablo al fin. Busco en mi bolso las llaves de mi apartamento.

Jimin me toma del hombro y me hace girar con cierta brusquedad para así permitirse envolverme entre sus brazos. Su aroma me fascinaba además de que me resultaba tranquilizante.

Sugar Melody | SUGAWhere stories live. Discover now