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—¿Qué haces aquí, Yoongi? —preguntó con nerviosismo, Dulce, al verme fuera del estudio donde momentos antes se encontraba dirigiendo a la misma.

—¿No es obvio? He venido a verte —respondí intentando adentrarme pero ella me negaba el paso.

La observé confundido y su rostro descendió con timidez cuando comencé a observarla intrigado. Una sonrisa se plasmó en mi rostro cuando intenté nuevamente avanzar hasta la entrada del estudio pero su pequeño cuerpo me impedía el paso.

—¿Sucede algo? —pregunté llamando su atención. Ella no respondía.

Me acerqué lo suficiente a ella tomando el mentón de su rostro y alzandolo, dejándome ver su expresión y de ésta pude leer preocupación.

—Dulce. —La nombre con insistencia a una respuesta.

—Ahora no, Yoongi —respondió alejándose de mi tacto—. Debo continuar trabajando.

—No —la detuve tomándola del brazo al momento que ella giró y comenzó a caminar de regreso al estudio—, espera. No te vayas.

—Por favor, Yoongi.

—No, Dulce. ¿Qué sucede? No he sabido nada de ti durante estas dos semanas, ni siquiera me has querido responder las llamadas. —Me impresioné de mi mismo al escucharme, realmente sonaba diferente al sujeto que siempre solía ser—. ¿Qué sucede, Dulce? Por favor. Hablemos.

Dulce se mantenía en la misma postura. Ella no deseaba hablar más. Pero no permitiría que se fuera sin decirme nada.

Algo dentro de mí me decía que todo estaba a punto de colapsar y que este sería el fin. Pero no lo deseaba, al menos, no de esta forma.

—Dulce —insistí al borde de rogarle.

—No puedo verte más, Yoongi —habló.

Y sentí que algo dentro de mí se detuvo. Un vacío comenzaba a crearse dentro de mí y la ansiedad se desarrollaba a cada segundo.

—¿Qué?

Dulce me observó al fin. En su mirada pude ver el dolor. Tenía los ojos cristalinos, estaba al borde del llanto.

—No puedo continuar más con esto, Yoongi —habló en susurro—. Te amo, te amo como no tienes idea pero —se detuvo y se acercó hasta mí, quedando cara a cara—, ya no puedo continuar de esta forma.

—No, no —negué y me acerqué tanto a ella que pude sentir el temblor de su cuerpo. Acuné su rostro entre mis manos y la observé con desespero—. Escapemos —solté sin más.

Su rostro mostró asombro pero nuevamente aquel velo de tristeza le cubrió el rostro y sus ojos soltaron las lágrimas que tanto trabajo le costó retener.

—No puedo.

—Sí, sí puedes, Dulce. Yo sé que puedes y que lo deseas tanto como yo. Por favor, escápate conmigo —busqué en sus ojos la respuesta y lo tenía más que asegurado—. Sé que tal vez no pueda darte la calidad de vida a la que acostumbras pero ambos podemos ser felices, ambos podemos estar juntos y te juro, mi amor, que daré todo lo mejor de mí porque jamás te falte nada. Por favor, vente conmigo. Escapemos.

Pero tal parece que mis palabras le causaban más dolor. Ella colocó su frente sobre la mía y me observó para después cerrar los ojos y abrazarme por el cuello.

—No puedo —dijo con un hilo de voz.

Y mi corazón latió con desesperación al saber que la estaba perdiendo. La abracé con fuerza y me mordí el labio evitando quebrarme. ¡Maldita sea!

—Él está dentro, ¿Cierto? —pregunté con dolor.

—Sí —respondió pero en ningún momento se apartó de mí—. Me iré de aquí, Yoongi.

Y con esto sentí mi alma abandonar mi cuerpo.

—No.

—Debo hacerlo —respondió apartándose de mí—. Ha venido por mí. Partiremos esta noche.

—Dulce, no lo hagas, por favor —rogué.

—Es inevitable —respondió una gruesa voz. Taehyung había salido del estudio—. Ella y yo nos casaremos tal como debe de ser y jamás regresara a ti, Yoongi.

—Sabes perfectamente que ella no te ama.

—A estas alturas ya no me interesa. Lo hago por mí. No por ella ni por nadie —soltó con rabia—. Nos iremos de aquí y no podrás hacer más.

—No lo hagas, por favor —rogué observando a Dulce.

—No hay más opción, imbécil. Perdiste.

—Jamás perdí, créeme que jamás perdí —fingí una sonrisa burlona y eso encendió el enfado de Taehyung.

•••

—¿Cómo está ella? —preguntó Jimin al sentarse en uno de los sillones individuales del living, donde ahora nos encontrábamos.

Jimin llegó apenas unos veinte minutos atrás. Y ahora Elliot nos invitó a platicar en el living.

—Aún se encuentra bajo los efectos del sedante —respondí.

—Fue un gran colapso, Jimin, una gran noticia para ella —añadió Elliot.

—Me imagino que lo fue. De alguna u otra forma tú siempre fuiste lo primordial de ella antes del accidente. Debes entender, Yoongi —dijo Jimin dirigiéndose a mí.

—¿A qué has venido? —cambié de tema además de que necesitaba saber con urgencia lo que pasaría ahora.

Jimin permaneció en silencio unos segundos, peinó su cabello para después frotar sus manos con nerviosismo.

—Sinceramente no sé cómo lo tomes, Yoongi —soltó sinceramente—. Pero créeme que lo que hago, lo hago por el bien de ella. Por nadie más.

—Debes de escuchar con atención, Yoongi —pidió Elliot.

A estas alturas, la ansiedad me consumía.

—Me llevaré a Dulce conmigo. Yaneth ha llegado a la casa de mis padres. Y quiere a su hija de vuelta...

—¡No voy a permitir que le entregues, maldito!

—Yoongi, por favor —pidió Elliot—. Por favor, escucha.

Observé a Elliot con enfado. Algo no estará bien de escuchar.

—Yaneth sabe que su hija está viva. Esa mujer está desesperada. Tiene a personas pisándole los talones, intentandole recuperar lo que ella les robó. Yaneth está metida en problemas y muy grandes, Yoongi. —Jimin me observó—. Yo —descendió su mirada—, perdí contacto alguno con mis padres desde que decidí hacerme cargo de Dulce. Ellos jamás aprobaron el hecho de que yo renunciara a mi vida por ella pero debes entenderlo, Yoongi. Yo también amo a Dulce.

¿De qué va todo esto? Comencé a desesperarme.

»Por ella, sólo por ella, volví a buscarlos y créeme que agradezco tanto el tener padres como los míos, el rencor que en algún momento existió, los conflictos, desaparecieron. Ellos me recibieron y al igual que yo, están dispuestos a ayudar a Dulce y ayudarte a ti —sonrió con cierta aflicción—. Es lo mínimo que puedo que puedo hacer para enmendar mi error.

—¿De qué estás hablando, Park? —No comprendí con exactitud lo último mencionado por él—. Sé que tú amabas a Dulce. Lo sé y sé que tuvimos rivalidades fuertes que llegaron a peleas...

—No, Yoongi. Me temo que eso no es a lo que me refiero.

Muchas gracias por el apoyo y el amor a esta historia. Pero debo darles malas noticias, ya estamos en la recta final  :c

Últimos capítulos.

Sugar Melody | SUGAWhere stories live. Discover now