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El licenciado Hyo aceptó cortésmente a recibirme en su oficina al día siguiente. Llegué con puntualidad y éste me esperaba ya.

Me cedió el paso y me permitió ponerme cómoda en una de las sillas frente a su escritorio.

—Señorita, Salazar. Me resulta inquietante saber el motivo de su tan desesperada insistencia en reunirnos —comenta levantándose de su silla de escritorio y camina por detrás de mí. Le escucho servir algún líquido—. ¿Gusta un poco de café?

—Gracias —respondo con timidez y observo por encima del escritorio del licenciado—. Quiero hablar sobre mí accidente. Sobre mí familia.

—Su familia —le escucho caminar y lo observo detenerse a mi lado, me observa y sonríe—. ¿Sabe algo, señorita Salazar? Usted es tan idéntica a su madre.

—¿Mi madre?

—Su madre, una mujer... —pausa antes de sentarse en su silla de escritorio pero antes de eso desabrocha el botón de su saco— demasiado... Peculiar. No debería comentarle esto, señorita, —bebe de su café y me observa— pero el joven Jimin tiene tan buenos motivos para mantenerla alejada de esa mujer.

—¿P-por qué dice eso? —la duda me carcomía por completo. Saber que el licenciado Hyo le daba la razón a Jimin, no podía resultar algo bueno.

—Eso es un tema que no me corresponde, señorita.

—Jimin jamás me dirá si le pido...

—Todo a su tiempo, señorita. Busque respuestas. Yo no puedo dárselas completamente. Mi único trabajo es informarle a su familia acerca de su estado —responde levantándose de su silla para después dirigirse al archivero detrás de él.

—Necesito un empleo —comento sin más—. No puedo continuar viviendo de Jimin él...

—Él está a su cuidado, señorita. Legalmente, el joven Park, es la persona que procura de usted. Verá, —se dirige nuevamente a su escritorio y deja encima un par de folders— debido al accidente que sufrió, quedaron secuelas físicas en usted. Usted no puede obtener un empleo como tal debido a sus limitaciones físicas.

—¿Está diciéndome que soy una incapacitada?

Vaya sorpresa que me venía dando. Yo no podía clasificar la magnitud de mi estado al no saber nada. Tenía en perfectamente conocimiento acerca de mí accidente, un accidente automovilístico, me encontraba comprometida y mi familia me abandonó en mi peor momento. Pero que se suponía que debía saber más. Todo era tan confuso, mis recuerdos eran imposibles de recuperar. Ni siquiera mi propia infancia.

—Usted fue diagnosticada con amnesia, señorita. No recuerda quién es. En muchos lugares laborales usted será de poca ayuda.

—¿Soy una discapacitada mental acaso?

El licenciado Hyo sólo permaneció en silencio, dándome la razón. Descendí la mirada y busqué consuelo al juntar mis manos y comenzar a juguetear con mis pulgares.

—Si yo... Decidiera regresar a México...

—Podría hacerlo, señorita. Sólo necesita pensarlo perfectamente. No es algo que esté en mis manos.

•••

"Mientras el humo se disipa,

despierto y me desenredo de ti,

¿te haría sentir mejor

verme mientras sangro?

Todas mis ventanas,

todavía están rotas,

pero yo estoy erguida sobre mis pies... "

Me detengo por un momento. No podía continuar con esta sensación de vacío. Siempre continuaba latente, siempre me sentía de esta forma, me sentía incompleta. ¿Por qué era así?

Sabía perfectamente que no podría recordar nada de mí pasado aunque me lo planteara pero todo eso me volvía loca y todo por el simple de no saber quién era antes. Tal vez la actual yo es muy diferente a la antigua Dulce Salazar o tal vez tan sólo he sido siempre yo.

Escribía canciones sin melodía pero sabía perfectamente que cada una de ellas podía expresarla de cualquier forma. Sentía ciertos ritmos e incluso podía escucharlos. Era como si la música viviese dentro de mí.

Tal vez antes de aquel accidente yo hacía música, si así fuera, todo tendría sentido. Pero lo que realmente no tiene sentido es el por qué Jimin me oculta tantas cosas acerca de mí pasado. Me resultaba desesperante.

Suspiro con pesadez y acomodo mi gorra con sutileza, me encontraba sentada en una banca del parque bajo la sombra de un árbol. En este parque me encantaba gastar mi tiempo observando, escribiendo o incluso pensando tal como ahora.

No resultaba ser concurrido y eso lo hacía el lugar perfecto para mis momentos de inspiración. La soledad era mi mejor herramienta.

Acomodó mi cubrebocas y vuelvo mi vista a mi libreta, aquel verso escrito me comienza a desesperar por no poder continuar. La frustración que sentía antes y la cual me inspiró a escribir ese pequeño verso, se había marchado ya. ¿Qué debía hacer?

—¿Frustrada? —escuche a unos pocos pasos de mí— Me resulta agobiante encontrarme contigo después de todo —giro mi rostro y observo al tipo del cabello teñido en azul, cerca de mí, éste se toma la libertad de sentarse en la misma banca que yo, justo a mi lado—. Pero tal parece que debo acostumbrarme a nuestros encuentros...

—No me enc...

—Y a tu desprecio —me interrumpe para mirarme con insistencia. Me siento insegura y su cercanía lo empeora.


Sugar Melody | SUGADonde viven las historias. Descúbrelo ahora