18.

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—¿Número equivocado? —pregunta Jimin y escucho como se acerca hacía mí. Rechazo la llamada con rapidez y en el momento menos pensado, Jimin me abraza por detrás— Pues deben saber marcar un número bien.

—Lo sé —suelto una risa nerviosa—. ¿Quieres comer algo? Compré un poco de pizza ayer...

—No tengo mucho tiempo —dice y besa mi mejilla—. Realmente no saben que estoy aquí ahora. Me he escapado para venir a verte. Tuve libre el día de ayer y por eso quise pasar la tarde contigo.

—Agradezco te tomes esta molestia, Chimchim —me giro y sin desearlo me topo cara a cara con él.

—Realmente queda muy poco tiempo, —suspira— en unos meses partiré de gira publicitaría con los chicos.

—¿En tan poco tiempo?

—Tal vez antes de terminar el año. Además, —acaricia mi mejilla y sonríe— debo de solucionar muchos pendientes con respecto a ti, Dulce. No puedo dejarte en estas situaciones...

—Estaré bien —le observo fijamente.

—No, no lo estarás. Haré todo lo que esté en mis manos para poder sacarte de aquí, te lo prometí una vez y lo mantengo aún.

—Jimin...

—Te amo, Dulce. Realmente te amo. Y créeme que no hay nada que no pueda hacer por ti. No tienes idea de cuánto tiempo anhelé poder estar yo entre tus brazos —recarga su frente en la mía y me observa.

—Jimin —le nombro y sus ojos se cierran al igual que una sonrisa de le dibuja en su rostro—. ¿Desde hace cuánto tiempo nos conocemos?

Veo su expresión en el rostro y la sonrisa se esfuma por completo. Suspira con cierto aire de tristeza y abre sus ojos para mirarme con un semblante preocupado.

—Muchas veces olvido que tu memoria se ha ido —se aleja de mí y me abraza apegándome a él. Recargo mi rostro en su pecho, yo aún sostengo mi móvil en mi mano—. Nos conocemos desde seis años. Tal vez más de siete años.

—¿Tanto tiempo?

Realmente tenía curiosidad. No recordaba mucho, o más bien, la mayoría de mis memorias y vivencias de años atrás. Tenía vagos recuerdos de mi infancia y la imagen de mi familia y de mí yo del pasado era tan borrosa que incluso llegaba a pensar que tal vez era algún tipo de sueño que tuve alguna noche. Me resultaba desesperante, no podía descifrar cuál era la realidad y cuál era un simple sueño, me abrumaba.

—Te conocí en la escuela de ar... —se interrumpió a si mismo de una forma brusca—. Sólo te conocí en una escuela.

—¿Escuela? —me alejo de él para observarle. Ahora realmente me sentía curiosa— ¿Fuimos compañeros?

Jimin tardó en responder. De cierta manera dudaba de su respuesta. Y lo leí en la expresión de su rostro.

—Sí

Pero algo me decía que mentía.

—¿De verdad? ¿Qué estudiábamos?

Más y más preguntas surgían pero a Jimin parecía no agradarle la idea. ¿Qué le resultaba tan incómodo?

—Dejemos esta platica para otro día. Debo irme ahora —intentó acercarse a mí pero no lo permití. Él dio un pasó y yo retrocedí.

—¿Por qué siempre evades este tipo de conversaciones? —le lance sin imprevisto. Su rostro reflejó sorpresa— ¿Por qué no me dejas saber sobre de mí?

—No es buen momento, Dul...

—¡Nunca es buen momento para ti! —grité.

Jimin intentó acercarse nuevamente y yo volví a retroceder.

—Dulce...

—Sólo te pido que me digas la verdad —comenzó a formarse un nudo en mi garganta— ¿Por qué no me dices más de mí? Yo... Yo no me conozco. ¡No sé quién era en el pasado, ni mucho menos mi aspecto antes de aquel maldito accidente que me convirtió en el maldito fenómeno que soy ahora!

Comienzo a sentir como las lágrimas de acumulan en mis ojos. Iba a romper en llanto en cualquier momento y no resultaba ser un buen momento.

—No eres ningún fenómeno

—Para la gente lo soy, desde esa noche en aquel incidente con aquel tipo, me he sentido la peor mierda del mundo. Todos me observan con asco, me juzgan sin saber por qué tengo estás malditas marcas en mi rostro... —y aquí venían las lágrimas— tú no tienes idea de lo que es sufrir una discriminación tan grande como la que he vivido estos tres años y más al no saber quién eres realmente ni el por qué estás en un lugar donde no perteneces.

—Perteneces aquí, Dulce. No digas ofensas hacia ti misma —intenta acercarse a mí y yo sólo permanezco de pie con la mirada al suelo y las lágrimas recorriendo mis mejillas.

—No es así, Jimin. Yo no sé dónde pertenezco. Aquí no me siento bien.

—Estoy contigo —me jala del hombro con suavidad y me acerca a él para abrazarme—. No tienes por qué sentirte así.

—De que me sirve eso si al final te irás.

Y Jimin calló ante mi comentario. Él sólo me abrazó con más fuerza y yo sólo lloraba en silencio. Ahora mismo me sentía miserable entre sus brazos por lo que me aparte de él y le dejé parado en el centro de mi habitación mientras que yo iba hacia el armario donde guardé la mochila vieja que me acompañaría fuera.

La coloqué en mis hombros y sin mirar atrás caminé hacia la salida limpiando mis lágrimas. Salí de mi apartamento sin siquiera tener en cuenta a Jimin. Ahora mismo no quería verle, me sentía herida.

Él sabía mi pasado, él sabía todo lo que era en el pasado y por alguna razón no deseaba decirme el por qué. Pero que era aquello que se lo impedía. ¿Por qué?

Mi móvil vuelve a sonar y en el momento justo donde no deseaba tener algún contacto con alguien.

Puedo leer en la pantalla que de Min Yoongi se trataba. Avanzó hacia las escaleras y mientras las desciendo respondo.

—¿Sí?

—No entiendo el motivo de tener un celular si no piensas responder —era algún tipo de hola en su dialecto.

—Lo siento —respondo intentando sonar normal—. Voy en seguida.

—En la cafetería de siempre. No tardes.

—Voy en camino.

—Y otra cosa —dice antes de terminar la llamada—. No vuelvas a responderme una llamada después de haber llorado.

Él finalizó la llamada y no supe más.

¿Tan mal me ha escuchado? 

Me es fascinante el saber que esta fic comienza a ser del agrado de ustedes como lectoras. Gracias de verdad por el apoyo ♥♥

Sugar Melody | SUGAWhere stories live. Discover now