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Anocheció rápidamente. Ya eran aproximadamente las tres de la madrugada, todo era silencio y únicamente la luz exterior alumbraba la habitación donde me encontraba, la habitación de Dulce.

Todas las noches procuro su sueño hasta caer rendido. Esta noche no es la excepción a diferencia de que ahora tenía un mar de pensamientos que no me dejaban descansar como deseaba.

Observo la silueta de Dulce en la cama y siento melancolía al saber que entre más cerca este de ella, más imposible se volvía todo. Estaba cansado de tanto desgaste mental.

—Ella debía casarse con Park Jimin —respondió Elliot—. El matrimonio entre ambos era la única oportunidad para que Dulce pudiese escapar de todo.

Recordé las palabras de Elliot. Ahora más que nunca me sentía un imbécil. Jimin jamás quiso arruinar nada, él mismo fue quién se negó a unirse en matrimonio con Dulce. Tal vez... Él respetaba realmente mis sentimientos hacia ella pero... ¿Qué hay de Taehyung?

Necesitaba saber la verdad. Y ahora más que nunca, permanecer alejado de las influencias de Park.

—Park Jimin lo dio todo por ella. Dejó incluso su fortuna por cuidarla en estas circunstancias. La única manera de recuperar todo es contraer matrimonio con ella pero —pausó Elliot— él no lo haría.

¿Por qué?

¿Qué te detiene, Park Jimin?

La amas. Puedes incluso jugar con su mente, has podido tener esa oportunidad desde hace tres años y no lo has podido hacer. ¿Qué te detiene, Park?

Suspiro pesadamente y froto mi rostro con frustración. Necesitaba un cigarrillo ahora mismo. Me levanto del asiento donde estaba y camino hasta la puerta con sigilo. No deseaba despertar a Dulce.

Tomo el pomo y lo comienzo a girar con lentitud.

—¿Suga?

Quedé estático al momento de escuchar aquel nombre.

Hacía tanto tiempo que no escuchaba aquel "tierno" apodo proviniendo de aquella sutil voz. Sabía a quién se refería y sabía ella estaba despierta ahora. O eso creí.

Me giro sobre mis talones y a observo, ella está sentada en la cama, observándome.

—¿Dulce? —digo su nombre de vuelta.

—¿Ya te irás? —pregunta y me siento desconcertado.

—No iré a ningún lado —decido acercarme hasta ella—. ¿Te encuentras bien? —No hacía demás preguntar.

—No te vayas —responde. Me acerqué a ella lo suficiente como para poder verle su rostro a través de las penumbras de la habitación.

La observo y no puedo ver con claridad su mirar.

—No me iré —susurro en respuesta y le acarició la mejilla—. Estaré aquí.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo —respondo y sonrío enternecido.

No tenía idea de lo que sucedía ahora mismo ni tampoco si era correcto aprovecharse de la situación pero sé qué tal vez no vuelva a tener está oportunidad.

Me acerqué lo suficiente a su rostro y le besé los labios con ternura, intentando comunicarle lo mucho que me ha hecho falta en mi vida.

La besé con amor, con necesidad, con anhelo. Amo a esta mujer y me parte el alma saber que ella no recuerda lo mucho que significa para mí.

Ella me correspondió el beso y me atrajo hacia ella abrazándome por el cuello. ¿Ella estaba cuerda?

Me importa una mierda. Sólo quiero besarla.

Sugar Melody | SUGADonde viven las historias. Descúbrelo ahora