Capítulo XV

1K 134 12
                                    

Midorima abrió los ojos con sorpresa.

Takao... Lo estaba besando. Ciertamente el tacto de sus labios era tan suave y dulce... Pero no era correcto. Tenía que separarlo, tenía que hacerlo lo antes posible, antes de que se viera envuelto en la exquisita esencia de aquel ser humano.

Pero no podía detenerse. Sin pensarlo, sus labios se movieron contra los contrarios y sus manos se dirigieron a sujetar su espalda. Sus labios, sus manos, su olor junto con aquellos gemidos que se ahogaban en la garganta del príncipe era sumamente incitante a seguir profanando aquellos inexpertos labios. Se dejó llevar por las manos de Takao, quien lo atraía más hacia sí, provocando que el peliverde también entrase a la tina, sin dejar de seguir el ritmo que Kazunari imponía torpemente con sus labios. Las manos del vampiro se movían por voluntad propia, deslizándose hasta llegar a quitar la camiseta del príncipe, viéndose obligado a separarse de él, provocando que sus miradas chocaran.

-Takao, yo... - pronunció el más alto intentando recuperar la cordura, sin embargo la mano del contrario cubrió sutilmente su boca

-No digas nada... - susurro Kazunari bajando la mirada y mordiendo su labio inferior - solo bésame... Ahora que tengo el valor de ser sincero conmigo y contigo... Bésame, Shin chan... - dijo sin más.

Midorima se sobresaltó un poco, mas no se atrevió a realizar ningún movimiento, sólo retiró la mano del príncipe de sus labios y sujetó su mentón levantando así su rostro. Los ojos de Takao lucían irritados, señas de que estaba a punto de llorar. Se acercó a sus labios y cedió ante la petición de aquel pequeño, caprichoso, pero sobre todo encantador príncipe, besando sus labios mientras lo guiaba a su propio ritmo. Sus manos ahora pasaban el torso desnudo del más bajo.

Besó desde sus labios hasta su cuello, desde su pecho hasta sus manos, regocijandose ante cada suspiro emitido por Takao, quien se sentía morir en cada roce de aquellos fríos labios. Su cuello no había sido mordido en ningún momento, contrario a eso, Midorima se había esmerado en besarlo por toda aquella zona.

El agua resbalaba por la tina, mientras que el vampiro se encargaba de asear a aquel sucio y ebrio príncipe, haciéndole reír con cada acción.

-Quédate conmigo ésta noche... - murmuró Takao contra sus labios, envolviendo el cuerpo mojado del más alto con sus brazos. Ante ello, Midorima se resistió un poco

-Has mojado mis ropas... No me quedaré así - alegó también contra sus labios

-Quédate desnudo entonces... - objetó el príncipe riendo ante su propio comentario. Su cabeza daba vueltas, provocando que sus palabras saliesen solas. De nueva cuenta, sus labios se situaron sobre los contrarios, y robó un beso tras otro, perdiéndose en aquella sensación y aquel íntimo contacto, perdiendo de igual manera la noción del tiempo. Sentir una superficie suave en su espalda le hizo saber que estaba en su cama, y los fríos labios que ahora pasaban por su cuello le hacían saber que Midorima seguía allí, besándolo. Las manos del peliverde le tocaban inquietas, en aquel momento todo era demasiado para él, hasta que finalmente sintió unos colmillos clavarse en  su cuello.

❇️

Al abrir los ojos, Takao únicamente pudo divisar el rayo de sol que se colaba en medio de la brecha que dejaban las cortinas. Sentía un peso extra sobre su cadera, y un leve dolor en el cuello. Parpadeo un par de veces dirigiendo su mirada a sus caderas; antes que nada, estaba cubierto por una sábana, sin embargo sobre esta se hallaba un brazo que lo sujetaba posesivamente. Se dió la vuelta de manera cuidadosa y allí lo vio. Midorima estaba a un lado suyo; con una respiración pausada y con los ojos cerrados.

Lo recordó. Recordó todo lo acontecido la noche anterior y aquello fue motivo para que en su rostro se dibujara vergüenza en su máxima expresión. ¿Qué diría Midorima de él? Bueno, aunque ciertamente había sido correspondido.

El Príncipe & El Vampiro Where stories live. Discover now