Capítulo XXIV

565 84 19
                                    

Le tomó algunos segundos reaccionar ante la pregunta del peliverde.

Demonios. Si. Ese anillo

Por instinto, se llevó la mano a la espalda.

-Yo… esto… p-planeaba decírtelo. Pero… apenas… ¡lo supe hoy! ¡Mi padre… el…! – Takao apenas pudo decir aquello, justo antes de romper en llanto

-No entiendo…- murmuro Midorima aún estupefacto

-Voy a… voy a casarme, Shin chan…

Los labios del peliverde se entreabrieron. Pero ninguna palabra fue capaz de salir de sus labios. ¿Qué se suponía que debía decir? ¿Qué se dice ante una situación así?

-… ¿Qué? – dijo en voz muy baja, apenas audible ante los sollozos del príncipe. Ni siquiera sabía cómo se sentía. Las palabras por decir sobraban, eran demasiadas, pero simplemente no podían llegar a su garganta. No podía decirlas

-Apenas y lo hablamos hoy –Takao no estaba ni cerca de dejar de llorar, pero había logrado calmarse, al menos un poco -. Está enfermo. Solo sé que… que podría morir en cualquier momento… y que necesitamos esa alianza para que nadie corra peligro aquí.

Takao ni siquiera sabía si esas eran las palabras más adecuadas para explicarle a Midorima lo que estaba sucediendo. Era lo mejor que podía hacer. Ya no podía seguirse manteniendo así por más tiempo. Ya no podía pretender que era tan fuerte porque en ese momento, justo en ese momento, se estaba derrumbando ante quien más amaba. Midorima de nuevo no pudo decir una palabra. Se sentía congelado. Eran tantas cosas en un solo instante; era lo mismo para él. Sus vidas tenían gran peso, gran responsabilidad. Ambos no eran simplemente un par de jóvenes que estaban enamorados y que iban a quedarse juntos el resto de sus vidas. Ahora lo sabía

-Temí por este momento –habló por fin el peliverde. Takao le miro con los ojos llenos de lágrimas

-¿Qué quieres… decir?

-Takao Kazunari. Te amo… como no tienes idea- dijo Midorima acercándose a él –Hubiera deseado que el tiempo a tu lado hubiese sido más largo, solo para amarte más, y más fuerte. Más… -hizo una pausa ante el gesto de confusión del menor, aprovechando para besar sus labios. –Pero tú y yo en el fondo lo sabíamos… ¿cierto?

Takao se pegó a su pecho. Gruesas lagrimas caían de sus ojos, mientas asentía lentamente. Sabía lo que se aproximaba.

-Sabíamos…- continuó el vampiro –que esto no iba a ser para siempre. Y éste es el momento en que debe terminar.

-Por favor… no. No me dejes…

-Represento un peligro mayor para ti. Yo no quiero hacerte daño

-Yo sé que no me lastimarías…

-Y no soy lo suficientemente fuerte para protegerte. Sé que estarás bien si esto termina ahora.

-Te amo, Shintaro- el príncipe se aferraba a la camiseta que el vampiro llevaba. Sabía que en un parpadeo él podía desaparecer –Pero no quiero, no quiero tener que perderte a ti también.

El fuerte agarre del peliverde se aligeraba lentamente. En su pecho no había latidos, pero sentía un dolor intenso que venía desde adentro del mismo. Se aferró de nuevo al príncipe; sus ganas de quedarse eran demasiadas, de seguir sintiendo su cálido tacto, y la suavidad de su piel. Amaba tantas cosas de Kazunari, y no podía aceptar que él mismo lo estaba dejando ir.

-Voy a cuidarte, siempre lo haré.-  el príncipe temblaba, allí refugiado bajo sus brazos. Deseaba poder renacer en una vida que le permitiera amarlo

El Príncipe & El Vampiro Where stories live. Discover now