Capítulo XVII

978 121 25
                                    

-¡Kazunari!

El estrepitoso grito del rey retumbó por todo el salón principal del castillo. Los guardias y todos los sirvientes contemplaban atentos al hombre de avanzada edad que se dirigía a toda prisa por la extensa alfombra roja.

El mencionado príncipe se encontraba de espaldas a él. Sus hombros se tensaron fácilmente ante el llamado de su padre, por lo que rápidamente volteó en su dirección.

-Padre... - pronunció con lentitud, dejando salir cada letra casi con temor. La seriedad del mayor lograba intimidarlo

-Tengo... - dijo en respuesta, convirtiendo su gesto serio en una sonrisa en cuestión de segundos - ¡Increíbles noticias!

Takao no supo qué era lo que le asustaba más; si el repentino cambio humor de su padre, o aquella extraña noticia que estaba por surgir de aquellos desgastados labiales del mayor.

-¿Noticias? - fue lo que alcanzó a preguntar, antes de ser abruptamente interrumpido

-¡Y vaya qué noticias! - expresó con aquella misma alegría el soberano - ¡Por fin podremos terminar con ésta enemistad hacia nuestro amado reino vecino!

La noticia rápidamente abarcó todo el salón. La alegría de parte de muchos se hizo notar sin demora, abriendo paso a un breve silencio que después se convirtió en un enorme festejo lleno de regocijo. El rey sonrió lleno de satisfacción. En mucho tiempo su reino no había recibido tan encantadoras noticias. Todo el salón principal de aquel mismo castillo irradiaba completa felicidad.

Excepto él.

Poder frenar una guerra era la mejor noticia que podrían recibir en aquel momento. Y aunque Kazunari sintió alivio por dentro, también sintió incomodidad. Sabía que eso no era todo. Había algo más oculto en las dulces palabras que su padre había soltado sin más.

Sonrió. Por supuesto que, no muy convencido, pero lo hizo. Era necesario.

-Muchacho... - llamó de nueva cuenta el rey, acercándose a él - No tienes idea del papel tan importante que jugarás en ésto

-¿A qué te refieres? - preguntó, aparentando calma. Una calma que luchaba en no desmoronarse.

Sin darse cuenta, el príncipe ya era empujado fuera del salón. Lejos de sus súbditos y sus guardias. Lejos de sus voces de felicidad. Su padre calló por un instante.

-Kazunari... No sólo se trata de frenar ésta guerra. - murmuró el mayor, como queriendo ocultar un secreto - Se trata también de la posibilidad de formar una alianza con ellos. - dijo de nuevo, con aquel tono de voz ligero

-¿A qué te refieres... Con una alianza? ¿Cómo podríamos nosotros siquiera...?

-Allí es donde entras tú. - respondió el mayor - Sin embargo, no es algo que debamos hablar por ahora. Aún no es seguro que el rey esté de acuerdo con la idea... - dijo sosteniendo su propio mentón en pose pensativa - Hablaremos de ésto cuando logre ponerme en contacto con él. Entretanto, mejor no pienses en ésto. Solo... Retoma tus clases y practica un poco más. Nuestro reino necesita a un rey estable en mente y fuerte en cuerpo. ¿Entendido?

No podía decir nada. Kazunari no podía decir nada. No entendía, pero sabía que no era bueno hacerlo. Algo malo estaba por venir. De algún modo... Sentía alivio de posponer aquel momento incómodo que había surgido entre su padre y él.

Finamente, el menor hizo una reverencia y se retiró. Justo en aquel momento en su mente no sentía ni la más mínima estabilidad. No se sentía bien para nada.

No se dirigió con su maestro. No estaba bien para tomar sus clases. No fue con Miyaji, pues tampoco quería escuchar sus reproches.

Detestaba ser tan cobarde. Enserio que lo hacía, pero se sentía al borde de todo. Ser príncipe era algo que no había sido precisamente una elección para él. Pese a ello, había luchado por mantenerse firme ante todo. Lo seguiría haciendo...

El Príncipe & El Vampiro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora