Capítulo XXV

576 74 15
                                    

Era complicado pretender hacer entender a una niña de doce años sobre lo que significaba ser una princesa. Pero afortunadamente, Kazumi no era así. Demasiado madura para su edad, y demasiado pequeña para poder tomar decisiones.

Había pensado mucho en ello, en sobre lo que significaba tomar una decisión: una decisión extrema. Fue en aquella mañana en la que lo supo. Tenía que hacer algo.

-Padre, no estás hablando en serio, ¿verdad?- se escuchó la voz de su hermano provenir de algún lado fuera de la habitación de la menor

-Mejor que nadie sabes que no bromeo, Kazunari- fue su padre quien hablo esta vez. Kazumi tuvo que pegar su oído a la puerta de su habitación para escuchar con más claridad

-Ya, pero, ¿una semana? No puedo, a… apenas la acabo de conocer. Es… ¡es demasiado pronto para casarme con ella!- la voz de su hermano sonó exaltada, incluso logro despertar a su gato y al pequeño perro herido que descansaba en su cama

-Parecía que ya había quedado claro este tema. Dime Kazunari, ¿acaso importa el tiempo?

-¡No es que…! N-no…

-Los preparativos ya han empezado. Además es una chica hermosa. Piensa en que en una semana ya estarás casado con ella. Pasará más pronto de lo que crees.

Hubo silencio. Después, solo se escucharon unos pasos que iban alejándose. Kazumi se atrevió a entreabrir la puerta para después asomarse con cautela; pasaron unos segundos antes de que pudiera percibir a su hermano, recargado junto a la pared y sentado en el suelo, silenciosamente.

-¿Kazunari?- pregunto ella con tono de voz bajo, abriendo esta vez con más confianza la puerta y acercándose a él

-Lo siento- dijo el chico, pasándose la manga del traje por los ojos, intentando quitar el exceso de lágrimas – Papá me ha interceptado cerca de tu habitación. No quería despertarte.

La menor negó con la cabeza repetidas veces. Optó por ponerse de rodillas junto al chico, acariciando con delicadeza los mechones que caían rebeldes por la frente del mismo.

-Lamento todo ésto. Ojalá fuese yo quien tuviese que casarse, no tú- dijo Kazumi, acariciando ésta vez la mejilla de él.

-No digas tonterías…- respondió Kazunari, limpiando su nariz con el pañuelo que había sacado de su bolsillo –Yo prefiero hacer esto mil veces antes que tú.

-Pero… tú amas a alguien.

-Pues también te amo a ti.

Ella no pudo decir nada más, puesto que el príncipe se había puesto de pie y comenzó a caminar por el pasillo, hasta perderse en aquella desviación que implicaba el inicio de las escaleras.
Ella lo supo. Debía hacer algo.

°°°

Decir que eran ruidosos, era decir muy poco: los híbridos realmente, REALMENTE eran conversadores, y demasiado felices, tal vez demasiado para su gusto. Apenas habían llegado a la mansión de los vampiros y todos comenzaron a montar un campamento fuera de la misma, de manera extrañamente experta y rápida. Midorima recordaba que aquello le había parecido extraño

-Puedo hacer que se queden dentro, no es necesario que…

-No-. Le cortó Kagami –No vamos a pedirte eso. Nosotros estamos acostumbrados a esto. –Comentó extendiendo sus manos –Entraremos solo si es necesario- añadió el pelirrojo señalando al cielo esta vez. Le dió a entender a Midorima que mientras prevaleciera un clima despejado, sin lluvias, ellos estarían allí fuera.

A Midorima no le hacía mucha gracia simplemente tenerlos allí afuera, no porque los “odiara” (porque de hecho, ya no sentía ese grado de desprecio por ellos) sino porque prefería darles una hospitalidad adecuada dentro de la mansión.

El Príncipe & El Vampiro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora