Capítulo XXVIII

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Midorima lo miraba con una mezcla de confusión y sorpresa. Takao aún tenía la daga en sus manos, pero abruptamente se había apartado de encima de él

-¿Qué estás haciendo aquí?- le pregunto Midorima poniéndose de pie, y sin darle tiempo a responder, tomo su mano y lo llevó un poco lejos del tumulto de vampiros e híbridos que luchaban violentamente

-¡Suéltame!- grito Takao de repente, quitando de manera abrupta su mano de la contraria. Se le veía molesto, y Midorima no podía culparlo, sin embargo, lo sujeto una vez más para impedir que se volviera a ir

-¿Por qué estás aquí?- volvió a preguntar el vampiro mientras lo miraba a los ojos. El príncipe pudo darse cuenta que en aquellos ojos verdes se reflejaba tristeza, impotencia y desesperación

-¿No es obvio?- dijo aun con el tono molesto con el que había hablado la primera vez –Estoy aquí para ayudarte.

En ese momento, en el rostro de Takao se dibujó una sonrisa burlona, antes de empujar a Midorima y convertirse en un halcón, el cual voló hacia arriba y se dejó caer en picada hacia donde estaban batallando los demás. Midorima solo pudo entreabrir los labios, expresando su sorpresa. Pero a pesar de todo, no protesto respecto a ese tema, solo lo siguió con la mirada.

-¡Tienes que irte ahora! ¡Esto no es seguro!- grito Midorima corriendo hacia él, esquivando lo que parecía ser un muy poderoso ataque que vino de parte de uno de los vampiros de Haizaki. Cuando miro aterrizar a aquel precioso halcón, se encontró de nuevo con la forma humana de Takao.

¿Cómo?

¿Por qué?

No había explicación lógica. Hasta donde conocía a Takao, él no era un hibrido. No vivía como ellos, no olía como ellos... aunque sí, era tal vez, como ellos. Iba por Takao, lo sujetaría con fuerza y lo llevaría lejos, a un lugar donde estuviera seguro, pero se detuvo de manera abrupta, al ver como aquel dulce príncipe clavaba una daga sin compasión en un vampiro enemigo.

-Bueno... muchos factores me empujaron a venir aquí- dijo caminando hacia él. Pese a la daga en su mano, Midorima no se sentía amenazado ni intimidado, porque ese seguía siendo y siempre seria, su amado príncipe –Yo debería estar casado para esta hora.

-¿Y por qué no?

Un vampiro llegó hacia ellos, pero Midorima en un rápido movimiento apareció detrás de él y quebró su cuello hasta el punto de arrancarlo. Takao no aparto la mirada, solamente negó con la cabeza

-Descubrí que soy un hibrido. No sé cómo o por qué, pero soy un... uno de ellos.- dijo mirando alrededor, mirando como panteras, tigres, lobos, y demás animales luchaban a muerte con los vampiros. –En realidad no sé si estoy aquí por mi o por ti. Solo tengo presente que aquí es mi reino, y tú eres la persona que amo con todo mi jodido y maldito ser- aquello ultimo lo dijo con lágrimas inundando sus ojos –Y no voy a dejar que nadie destruya lo que me pertenece.

Takao se marchó corriendo de allí, dejando a un Midorima mudo. No, definitivamente Shintaro no lo iba a dejar ir de nuevo. Iban a ganar aquella jodida batalla e iban a vivir juntos por la eternidad.

Con aquel pensamiento, camino con una sonrisa ladina. Iba a arrancar las cabezas que fuesen necesarias para poder vivir junto a quien amaba.

Mientras Takao era guiado por Kuroko, Midorima había aumentado su fuerza y velocidad. Estaba eufórico, lleno de adrenalina, y necesitaba descargar todo aquello que sentía, justo como aquella vez en el bosque, la vez que conoció a Takao.

Cabeza, una tras otra iba cayendo.

Vampiros quemados desde adentro por la daga de Takao.

Cabezas arrancadas por los híbridos.

No estaba siendo tan fácil como lo parecía. Más de uno de los suyos había sido gravemente herido. Pero todo estaba marchando bien, casi podían sentir que iban a ganar.

Ese dulce sabor de la victoria duro muy poco tiempo. Todos habían centrado su atención y fuerzas en pelear contra todos aquellos vampiros que estaban afuera, tanto que no se habían dado cuenta que habían descuidado algo sumamente importante. Y al ver a Kise salir de la casa, supo el por qué. En efecto, Kise no estaba solo, contrario a ello, muy detrás de él se divisó la silueta de Haizaki, quien sujetaba ambos brazos por detrás de su espalda con una mano, y con la otra tenia sujetado su rubia melena tirando hacia un lado, dejando expuesto su cuello. Kise estaba herido, caminar se le dificultaba

-No...- la voz de Aomine resurgió por todo aquel repentino silencio que se había formado. Sus ojos estaban llenos de furia, iba a ir por el sin dudarlo ni un solo momento mas

-Alto- dijo Haizaki. Se veía tan golpeado como Kise, pero no se le veía del todo dañado– No quieres que le arranque la cabeza, ¿verdad? –Su sonrisa se tornó burlona– Ahora, ríndanse. Se lo mucho que quieren a este maldito idiota. Es fuerte..., lo reconozco, logro que tu hermosa hermanita y la humana escaparan, pero cuando acabe con todos ustedes iré por ambas. Son hermosas, tal vez a la humana la haga parte de mi gente, y tal vez mi segunda esposa, ¿Por qué no?

Ahora Takao estaba tan furioso como Aomine y como Midorima. Los tres avanzaron un paso, decididos a pelear. La pelea detrás de ellos había cesado, como si todos estuviesen esperando una señal de aviso para que la pelea cesara por completo o se reanudara.

– ¡No! –Gritó Kise, un hilo de sangre oscura salió de sus labios –No se muevan.

–No voy a dejarte morir –respondió Aomine, expresándole aquello con dolor –Si puedo evitarlo, no me importa lo que...

–Sólo espera. No tienes que hacer nada... yo... yo estaré bien –el agarre de Haizaki se reforzó en su cuello. El rubio no tenía más fuerzas para pelear

Se formó un silencio en el lugar. El viento ahora estaba meciendo los arboles con furia, y ese era el único sonido. Takao estaba desesperado. Iba a clavar los cuchillos que fuesen necesarios antes de permitir que Haizaki tocara a su hermana, pero por otro lado, no iba a dejar que Kise muriera por algún impulso suyo. Quería a Kise a pesar de lo poco que lo conocía. No sabía que hacer

–Suéltalo. ¡Suelta a Kise!- gritó Takao avanzando un paso mas

–Y si no... ¿Qué harás? –exclamo Haizaki sosteniendo aquella sonrisa cínica y burlona

– ¡Morirás! ¡Lo juro! ¡No dejare que dañes a Kise y tampoco permitiré que toques a las chicas!

Haizaki lanzó una risa escandalosa al aire. Tenía la mirada perdida y tenía expresiones maniacas.

– ¿Y cómo planeas que voy a morir? Ya he ganado.

El príncipe chasqueó la lengua, intentando pensar en algún plan que les permitiera sacar a quise de las garras de Haizaki con vida. Miro a Midorima, quien parecía estar temblando de furia. Tal vez estaba más molesto que él, y las razones sobraban. Pero no, no iba a rendirse, tenía que haber una manera. Y cuando todo parecía perdido, Kise realizó un movimiento repentino, empujando a Haizaki hacia atrás con su espalda, y aprovechando para agacharse

– ¿Qué rayos crees que estas...?

La frase nunca llego a su fin. A la cabeza de Haizaki, llego una flecha que en cuestión de segundos le perforó, mostrando desagradablemente como su cabeza comenzaba a quemarse. El rubio se apartó de él y Aomine corrió para llevarlo consigo.

– ¿Qué fue lo que...? –Takao sintió una mezcla de emoción y miedo. Se paró frente a Midorima, cubriéndolo, mientras que miraba hacia los arboles

–Takao....

Antes de que Midorima pudiera decir algo más, el príncipe le interrumpió

–Hola, Miyaji –dijo Takao en voz alta. De uno de los árboles, bajó el cazador, manteniendo en sus manos un arco y en su espalda flechas de plata. Detrás de él, salieron más cazadores, y guardias del castillo –Y hola, padre.



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Falta un capítulo más y despues viene el epilogo. Gracias por leer despues de todos estos años ;-; y lo siento

El Príncipe & El Vampiro Where stories live. Discover now