seis

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Llegué al colegio y me encontré al tiro con el Javier que iba llegando, me abrazó fuerte y me dio un beso en la frente. La verdad ahora sí me da muchísima más lata llegar al colegio, después de lo que me contó el Javier ayer por whatsapp, si soy sincera; tengo miedo, miedo de las hueás que me digan. No me siento bien para recibir aún más mierda de la que ya tengo en mi cabeza.

Apenas entré al colegio algunos hueones me quedaron mirando, y unas minas a penas me vieron empezaron a cuchichear hueás. El Javier hizo que apresuráramos el paso ya que todos los de la media estaban mirando y hablando.

—Javier, no quiero estar aquí—dije cuando llegamos a la sala.

Sólo me miró e hizo una mueca, luego yo lo abracé. ¿Quién habrá inventado tanta hueá?, capaz que haya sido la Renata. ¿No le habrá bastado con ir a mi casa a decirle hueás a mi mamá?.

—Pasa el pack, po—dijo un hueón que se sienta atrás mío.

El Javier me soltó y se giró a mirarlo.

—¿No podí tener un poco de respeto?—preguntó enojado .

—Pero si ella no se respeta mandando esas cosas po, perro—dijo quitándole importancia.

—La Ignacia nunca hizo esa hueá, infórmate bien antes de hablar. No porque un sacohuea haya dicho eso significa que será verdad. ¿Tenís hermana?—preguntó y el hueón que me estaba huebiando asintió con la cabeza—¿te gustaría que la trataran así? ¿o que inventen rumores así de fuertes de ella?—el hueón se quedó callado—responde po, hueón.

—No, no me gustaría.

—Entonces pide disculpas, mínimo.

—Perdón, Ignacia—demostró estar arrepentido de verdad—de verdad perdón, estaba huebiando...

—Fea tu forma de huebiar—le respondí y me di vuelta. El Javier me hizo un cariño en la cabeza y luego empezaron a llegar todos, incluyendo al profesor de lenguaje.

Ni pesqué las cosas que decía, no tenía ganas de nada, ni siquiera de comer. Todos miraban de una manera muy rara; con asco, otros me sonreían con una sonrisa culiá pervertida, las minas me miraban y luego hablaban entre ellas. ¿Por qué yo?, hueón... no le hago el mal a nadie.

Media hora más tarde llegó tarde la Renata y se sentó atrás mío, en donde estaba el hueón que me molesto a penas llegué.

—Me enteré de las cosas que hiciste—susurró en mi oído—¿no te da vergüenza?.

Me giré, y lo único que atiné fue a pegarle una cachetada. Estoy segura que es ella, ella me hizo esta hueá, ella logró que yo odiara cada vez más venir al colegio. Tampoco me voy a demostrar débil frente a los demás, no voy a estar dando pena, no voy a llorar frente a un montón de hueones. Pensé tanta hueá que no me di cuenta que todos se me quedaron mirando y el profesor también.

—Ignacia, a inspectoria—dijo sorprendido y la Renata aún se tocaba la mejilla.

—Se mete con un profe, manda pack, se mete con otro mino y más encima le pega a una compañera de curso—habló una amiga de ella.

—¿Cuánto te paga la Renata por andar difundiendo hueás que son mentiras?—habló el Javier—¿a caso no tienen una vida propia?—siguió .

—Señor Javier, si sigue también se va a ir con una suspensión—amenazó el viejo y el Javier se paró.

—¿Me voy suspendido por decir la verdad?—respondió y el viejo se quedó callado—entonces mínimo una expulsión para las "señoritas" de aquí que andan inventando cosas de una alumna que no le hace daño a nadie, ¿no?.

¡Wena, profe!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora