veinte

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Lentamente me acerqué a él, logrando que él dejara de hablar, y que su mirada se posara en mí. Miré directamente a sus ojos para luego lamerme los labios y acércame de apoco.

Él pasó su lengua por sus labios, logrando humectarlos. Esboce una sonrisa al ver que estaba casi estremecido conmigo tan cerca y de apoco de movía para poder alcanzar mis labios, pero me gustaba tenerlo así. Con mis dedos le empecé a hacer cariño en el pelo, enredándolo. Mis dedos bajaron a sus mejillas, para luego tocar sus labios. Su respiración estaba un poco agitada, y yo contenta porque estaba consiguiendo mi objetivo: ponerlo nervioso.

Suspiré con una sonrisa y me acomodé para poder ponerme a horcajadas encima de él, quedando a la altura perfecta para que él mirara directamente mis labios. No soy egocéntrica, pero hasta corea del sur de notaban sus ganas, al igual que las mías. El Alex era un mino tan rico, especial, caballero, caliente.

De apoco me acerqué a sus labios y él me apegó a él para eliminar la poca distancia que había, él dio el comienzo para que el beso empezara. Yo estoy puro hueveándolo, pero también estoy nerviosa porque será mi primer beso, y no parece para nada mi primer beso. En mi defensa, leer cosas de sexo en internet, me enseñó mucho.

Lentamente él metió la lengua, haciendo que yo sintiera mil palpitaciones por todo mi cuerpo, una electricidad en mí recorrió hasta mi alma, hueón. Lentamente también metí mi lengua haciendo que ellas se tocaran y así disfrutábamos los dos. Aproveché que el Alex andaba con camisa y le desabroché uno que otro botón.

Las manos de él se situaban en mi cintura, haciendo suaves masajes. Tomé una de sus manos lentamente y la llevé a mi pecho. Me miraba de una forma linda, tierna, pero a la vez, muy caliente. Y pa qué decir que el ambiente estaba frío, si estaba más caliente que la Kenita.

Llevé mis labios hacia su cuello, escuchando pequeñísimos suspiros por parte de él. Lo miré de reojo y estaba tirado hacia atrás con los ojos cerrados. Luego de eso me miró, me agarró la cara y me levantó. Abracé con mis piernas su cintura, él se detuvo y me quedó mirando.

—Llévame a la pieza no más, hueón—dije seria y él mientras sonreía se mordió el labio.

Mientras mis piernas estaban enrolladas a él, me llevó a su pieza y yo me solté. Con una mano lo tiré fuerte a la cama, tanto así que me reí y maté las pasiones porque casi me quebró la mano. Me subí encima de él, y mis labios volvieron a unirse con los de él. Definitivamente nunca había estado tan caliente.

Él me tomó de la cintura para dejarme abajo, tomando el control. Yo quería ser Christian Grey, pero al tenerlo así encima mío me estremecí. Sí a todo. Sus labios pasaron de estar en mis labios a estar bajando suavemente a mi cuello, después dejando pequeños besos por mi clavículas.

—Alex—dije cuando sus labios bajaron un poco más de mis clavículas.

—¿Mh?—preguntó volviendo a acercarse a mí, alcancé a ver su mirada, sus pupilas totalmente dilatadas y sus labios rojos, hinchados.

—Te quiero—dije sincera y él se mordió el labio.

—Yo te quiero más—respondió besándome la frente.

Aproveché ese momento para quitarle la camisa entera, dejándolo sólo en jeans. Dios, qué cuerpo se gasta este hueón. Me subí encima nuevamente, su pantalón ya estaba muy apretado, refiriéndome a esa parte. Comencé a darle besos en el abdomen, para luego subir nuevamente a sus labios. Quedé encima de él, él sólo me miraba.

—¿No crees que...—lo interrumpí.

—Cállate, Alex. Cállate un rato—sonreí y me saqué la polera. Dejándolo totalmente sorprendido, su gesto lo dijo todo—cállate y deja de preocuparte. No me estás pasando a llevar, y no me arrepentiré.

¡Wena, profe!Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora