dieciséis

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Cuando ya eran más de las siete, me arreglé, me vestí, para ir a la casa del Alex, la verdad no sé si esté, la verdad no lo creo, pero si está allá lo tendría que abrazar. Tampoco me importa si hay alguien, quizás no es el mejor momento, pero sé que es un momento doloroso y leer nuestros antiguos mensajes me demuestra que de verdad éramos amigos.

—Ma, voy a donde el Javier a conseguirme la materia. Me dijo que pasaron algo de las pruebas globales—mentí y vi como dejaba de lado el huevo revuelto.

—¿Y no te puede mandar foto?

—No, aparte quiero estar con él—me reí.

—Ya, ¿por qué tan arreglada? —preguntó analizándome.

—No estoy arreglada, me puse lo primero que vi no más—dije mirando hacia la puerta.

—Sí, claro. ¿A qué hora vas a estar aquí? —preguntó.

—Luego. No me demoro, confía en mí—le guiñé el ojo.

—Ya, avísame cuando llegues a su casa. Si se te hace tarde me llamas para irte a buscar yo—me dio un beso y me dejó en la puerta— ¡conchetumare, los huevos revueltos!

Dicho eso salió corriendo a la puerta, dejándome afuera con una calurosa despedida. Empecé a caminar hacia donde vive el Alex, si no fuera por la otra vez que me lo encontré en el parque y arrancamos de la Renata, no sabría donde vive. Le escribí antes, pero con cuea me puso "bien".

Me demoré quince minutos en llegar y entré al edificio. Era una portera la que estaba encargada de preguntarme hueás.

—Hola, ¿a quién busca? —preguntó a penas entré.

—A Alex—dije dudosa, iba a decir su apellido.

—¿El joven buenmozo? —preguntó con una sonrisa.

—Supongo—dije con cara de hueona.

—Un joven que hace clases de inglés, ¿no? — siguió preguntando.

—Sí, él mismo.

—En el piso quince, en el 530... Por casualidad, ¿eres la polola? —preguntó.

—No—dije con cara de póker face.

—¿Está soltero? —preguntó con muchísimo interés.

—No—sonreí y mentí.

Hizo una mueca y luego la llamaron y se distrajo. Me hizo una seña de que pasara, que no me preocupara y después me sonrió, la pelá de mierda, que me miran al profe. Caminé hasta donde se encontraba el ascensor, ya que ni cagando subo quince pisos, con cuea subo los de mi colegio. Apreté el botón para que llegara el ascensor y se abrió al tiro, recé mil veces para que la hueá no se trabara y pudiera salir viva de ahí. Cuando llegué inhalé profundo,  y exhalé, toqué el timbre y se demoraron en abrir.

(canción de multimedia)

Cuando lo vi pude escuchar mi corazón rompiéndose, ya que sus ojos estaban muy rojitos y su cara era de puro cansancio. Cuando me vio se sorprendió mucho.

—Igna—dijo y se tocó el cuello— pucha, tengo todo des...

—Ya sé todo—dije mirándolo con pena y él hizo una mueca con los labios y luego los juntó.

Atiné a abrazarlo fuerte, y él me correspondió el abrazo en cosa de segundos, su cara se refugió en mi cuello. Pude sentir el dolor, pude ponerme aún más en su lugar. Nos quedamos en silencio abrazados y me di cuenta de que se le salían unas lagrimitas.

¡Wena, profe!On viuen les histories. Descobreix ara