quince

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—¿Puedo ir al baño? —pregunté a penas escuché a la Renata.

—Eh, sí. Vaya... —dijo y no me quitó los ojos de encima hasta que salí de la sala.

¿Qué hueá le habrá hecho la hueona? O, ¿qué le habrá hecho él? Mi cabeza pensaba en las palabras que decía la Renata y sentí celos, lo admito. Lo único que podía pensar es en que ella quizás sintió sus labios, y no sé, pero me da muchísimos celos. Tomé aguita y me miré en el espejo.

Si lo pienso bien, yo le di la cortá el otro día, ya que antes éramos amigos y ahora me estoy quejando, soy muy ahueoná y no me da lata admitirlo, pero los celos están iguales. Me di un paseo por el colegio y luego entré a la sala.

—Ignacia—me llamó el Alex y lo miré sin ganas, hizo un gesto para acercarme. Me acerqué con la cara más pajera de la vida— ¿está bien? —preguntó y asentí con la cabeza— la vienen a retirar...

—Gracias.

Me fui a mi puesto, ordené y eché las hueás a mi mochila.

—Chao Chris—me despedí de un beso en la mejilla— cuídate.

—¿Por qué te vai? —preguntó confundido.

—No sé—me encogí de hombros y me reí sin ganas— pero nos vemos el lunes.

—Ya, cuídate. Que te vaya bien.

Salí de la sala y caminé rápido hacia la secretaría, ya que ahí hacían los retiros. Vi a mi mamá de lo más feliz, y me pareció raro, no porque esté feliz, sino porque me retiró y me abrazó como nunca.

—¿Qué pasó? —pregunté cuando salíamos.

—Nada, ¿por qué?

—Andas muy contenta— dije y sonreí, pero mi sonrisa se fue al tiro porque me daba paja andar sonriendo, ah.

—Ah, es que jugué el loto y me gané ciento cincuenta Luquitas jeje—se rió.

—Qué buena, ¿por qué me retiraste? —pregunté entrecerrando los ojos.

—Porque estaba pasando por aquí y me acordé de que hoy en la mañana no querías ir al colegio... y te quise retirar, total, nunca lo hago.

Hablamos hasta llegar a la casa, en la cual estaba el engendro reggaetonero de mi hermano escuchando música. Pobre de mi gatito que debe estar ahí ya con un peinado de Anuel AA, mientras fuma puré. Le mandé un whatsapp al Javier diciéndole que me retiraron y no le llegaban así que me fui a mi pieza, miré la hora y recién serían las cuatro, así que me daré una pequeña siesta.

//

Desperté toda adolorida, encima del cubrecama y con el brazo marcado. Me estiré y estaba todo oscuro, y estaba todo en silencio. Prendí la luz, junté las cortinas y vi la hora en mi celular. Eran las siete cincuenta y cinco. Salí de mi pieza y todo estaba oscuro.

—¿Mamá? —pregunté y nadie pescó.

Volví a mi pieza porque mi casa a oscuras da miedo, y puede salir un payaso asesino de cualquier parte y matarme, así que prefiero estar viva y encerrada en mi pieza. Miré mi velador y había una hoja con algo escrito.

"Roncai como león, fea
                              —Tu hermano"

De seguro ronqué así porque estaba en una mala posición, porque según mi mamá yo no ronco. Pero aun así fue la mejor siesta de toda mi vida. De mi mochila saqué unas Toddy, que no me las había comido en el colegio y empecé a comer, mientras prendía mi notebook para ver alguna hueá.

¡Wena, profe!Where stories live. Discover now