Capítulo 10

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Disfrutó de la mezcla que hacían el caliente café y el frío hielo. Con la sombra de una sonrisa en el rostro, volvió sobre sus pasos y abrió la puerta trasera del Toyota de Korsak, entrando de un salto con cuidado de no derramar la bebida sobre los inmaculados asientos de cuero.

- Ya podemos irnos – anunció.

Inclinándose entre el hueco que dejaban ambos asientos delanteros, colocó en el reposavasos ambas tazas de cartón que llevaban pintarrajeadas en un lateral con letra descuidada el nombre de sus compañeros. El dueño del coche aceleró y se reincorporó al tráfico matutino lleno de conductores espesos que acababan de despertarse y, como consecuencia, iban demasiado lento. Se pusieron en la larga fila formada por un semáforo en rojo, esperando con impaciencia. Jane se recostó contra el asiento y miró por la ventana distraídamente, sus dedos tamborileando en el marco de la ventanilla, siguiendo el ritmo de una canción que la detective había escuchado en el taxi de camino a la escena del crimen y que no conseguía sacarse de la cabeza. Su mente, a pesar de dar la impresión de estar reflexionando sobre algo serio, se dedicó a reproducir una y otra vez su encuentro con la Doctora Isles.

- ¿Jane? – preguntó Frost y su tono dejaba claro que no era la primera vez que la llamaba.

La morena hizo un gesto con la cabeza para que viera que le estaba escuchando y despegó la mirada de la ventanilla para trabarla con la de su compañero, medio girado hacia ella.

- ¿Decías?

- Si quieres que ponga una orden de búsqueda para Jackie Hill – repitió el joven.

- Todavía no, vamos a mirar primero su GPS y si no sacamos nada de ahí ya iremos a cosas mayores...

- Vale – Frost alzó el móvil, el cual había mantenido tapado con una mano y alejado de su cuerpo, y reanudó la conversación con quien estaba esperando al otro lado de la línea. Con unas pocas órdenes específicas, cortó la llamada y se giró de nuevo hacia la detective. – Jane – Sin repuesta. Suspiró e intercambió una mirada de compresión con Korsak - ¡Jane! – intentó de nuevo alzando más la voz.

La aludida dio un pequeño brinco y despegó la mirada de la ventana aunque no había estado mirando a nada en concreto, solo le daba una excusa.

- ¿Qué?

- Eso mismo digo yo, ¿qué? – contestó el joven con una sonrisa ladeada y las cejas enarcadas.

- No te sigo – Jane frunció el ceño con confusión.

- ¿Qué te pasa? Estás en las musarañas.

- Estaba pensando en el caso.

- Ya...

- ¿Qué? – repitió la detective retándole a decir lo que había implicado.

- Que seguro que estás pensando en el caso... - insistió Frost con una mirada cómplice.

- Frost, si tienes algo que decir dilo.

- ¿Tienes tú algo que decir, Jane?

La detective gruñó e hizo un gesto exasperado con los brazos.

- ¡Frost, por el amor de dios! ¡Son las seis de la mañana y no me he terminado el café así que no estoy de humor para jueguecitos de palabras!

- Tío, déjalo ya – intervino por primera vez el mayor de los tres detectives dándole un pequeño empujón al joven en el hombro.

Este se recostó en el asiento pero fue incapaz de olvidarse del tema.

- Korsak, apóyame en esto, colega.

The Yin to my YangWhere stories live. Discover now