Capítulo 18

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No fue consciente de a dónde le llevaban sus pies hasta que empujó las puertas vaivén de la morgue maldiciendo a Martínez. Una ráfaga de aire frío chocó contra su piel sudada, refrescándola. Jane alzó la mirada y analizó la escena que había interrumpido. Las camillas metálicas relucían de manera algo siniestra bajo la fuerte luz de los fluorescentes, esperando a que alguien las ocupara. Dos tenían un cadáver encima y Maura se encontraba inclinada sobre uno de ellos. La sábana que le había mantenido oculto a la vista estaba ahora enrollada cuidadosamente a sus pies, dejándole totalmente expuesto. Una gota de sangre destacaba contra la blanca piel justo donde la punta del bisturí que la forense tenía apoyado contra el pálido pecho descansaba, inmóvil, a punto de comenzar a hacer una incisión en forma de Y que le dejaría aún más expuesto.

Inquisitivos ojos verdes se clavaron en ella, el rostro de Maura completamente iluminado mostrando sorpresa y, cada vez más, confusión. Sus rizos rubios estaban sujetos en una coleta suelta pero lo suficientemente firme como para que no se escapara ningún mechón. Como correspondía, las manos estaban enguantadas y llevaba un uniforme médico azul.

Un pesado silencio, solo interrumpido por el constante goteo de un grifo mal cerrado, se instauró en la morgue mientras ambas amigas se miraban fijamente, ninguna de las dos reaccionando. Jane no había tenido intención alguna de ir ahí, había puesto el piloto automático y dejado que su cuerpo la guiara, demasiado ocupada en insultar a Martínez como para darse cuenta de exactamente hacia dónde estaba yendo. Por su parte, Maura había ordenado que nadie la molestara así que que las puertas se abrieran ya había sido suficiente para sorprenderla, pero más aún cuando la detective había entrado maldiciendo a alguien. ¿Iba Jane a fingir que nada había pasado o estaba aplicando el dicho de "el tiempo lo cura todo"?

Los minutos transcurrieron pero ninguna hacía nada. ¿Sería demasiado brusco si daba media vuelta y salía corriendo de la morgue? Sí, definitivamente eso no te va a ayudar a arreglar las cosas, se dijo la morena a sí misma con amargura. Pero tampoco podía quedarse allí todo el día. Con la rapidez de alguien acostumbrado a inventar excusas, rebuscó en su cabeza un pretexto para su visita.

- Yo... - titubeó. Era descarado incluso para ella.

- Si necesitas algo dilo ya, tengo que continuar con las autopsias – la urgió Maura con más frialdad de la que pretendía.

Jane cuadró la mandíbula, herida. Ahí estaba ella tratando de comportarse como una adulta profesional y ¿ese era el trato que recibía a cambio? Contuvo un bufido de indignación.

- No hemos sido capaces de localizar a Kevin Gallagad y me preguntaba si podrías revisar en vuestros registros por alguien que coincida con su descripción – replicó la morena bruscamente.

- Le pediré a Susie que lo haga enseguida.

Una vez más se quedaron mirándose mutuamente, en silencio, como midiéndose a ver quién era la primera en desviar la vista. El móvil de la detective vibró dentro de su funda, otorgándole la excusa perfecta. Giró sobre sus talones mientras sacaba el iPhone y salió de la morgue sin una sola palabra de despedida.

- Rizzoli – contestó a la llamada.

- Martínez te está buscando.

- ¿Qué quiere ahora? Ya he hablado con él.

- Tiene las pruebas que le has pedido – dijo Frost, la diversión palpable en su voz.

- Hazme un favor y te lo recompensaré con creces – suplicó Jane.

- ¿Cualquier cosa que yo quiera?

- Lo que sea.

- Está bien. Le diré que estás hablando con un familiar y que no puedes atenderle ahora mismo, te mandaré un mensaje cuando se haya marchado para que vengas.

The Yin to my YangWhere stories live. Discover now