Capítulo 14

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- Tengo buenas y malas noticias – informó Maura entrando en la sala diáfana del piso de Homicidios. Jane se giró para mirarla a pesar de que la había oído venir, su taconeo la había delatado.

La forense llegó hasta ella y se sentó en el borde de la mesa de la detective, observándola con sus ojos verde avellana brillando con entusiasmo. Jane suspiró y entrelazó las manos tras su cabeza, estirándose disimuladamente, aprovechando el gesto para empujar su silla unos centímetros más hacia atrás. Con la rubia tan cerca era incapaz de pensar. Su espalda crujió en, por lo menos, ocho sitios diferentes, y Maura ladeó la cabeza con los ojos entornados.

- ¿Cuánto tiempo llevas ahí sentada? – inquirió, momentáneamente distraída.

- No sé – contestó la morena encogiéndose de hombros. - ¿Qué hora es?

- Las dos y diez del medio día.

- Mmmm... Llegué aquí a las siete de la mañana y no me he movido desde entonces. Haz los cálculos, tú eres la loca de los números y las pruebas.

Maura frunció ligeramente los labios ante la pulla pero no se ofendió, se había acostumbrado a aquella parte del carácter de la detective. Sabía que no lo decía con malicia.

- Jane, el cuerpo humano necesita al menos una hora diaria de deporte.

- Ya hago deporte – refunfuñó la aludida.

- ¿Ah, sí? ¿Cuándo? – preguntó Maura con un tono de voz de daba a entender que había ganado aquella discusión.

- Cada vez que un maldito sospechoso piensa que es buena idea huir de la policía – Alzó la barbilla en un gesto orgulloso y se cruzó de brazos.

La forense no pudo evitar bufar, divertida. Arqueó una delicada ceja rubia y clavó la mirada en la marrón de Jane. Esta la sostuvo todo lo que pudo hasta que al final, la mezcla de los ojos de la doctora, su cercanía y esa atracción que sentía fueron demasiado y tuvo que apartar la vista, clavándola en un sitio más seguro: la carpeta que tenía Maura en las manos y en la que no había reparado hasta ahora.

- ¿Qué llevas ahí? – preguntó señalándola con un gesto de cabeza.

- Tus noticias – Se había olvidado de ello, Jane tenía ese efecto. – No has especificado cuál de las dos quieres que te dé primero así que seguiré el orden lógico.

- No hay problema – contestó la morena encogiéndose ligeramente de hombros.

- Los técnicos encontraron el vaso del que nos habló Jackie y, efectivamente, había restos de un tercer ADN no identificado. Hasta aquí todo normal pero, al meterlo en la base de datos, no coincidió con una persona.

- ¿Entonces con qué? Por favor, no me digas que nuestra asesina es un animal, toda persona tiene un límite y yo estoy llegando al mío – dramatizó Jane hundiendo la cara entre sus manos y sacudiendo la cabeza.

- No – dijo Maura con una risita. – Aparecieron otros asesinatos donde se había encontrado el mismo ADN.

La cabeza de la detective se alzó de golpe y una gran sonrisa apareció en su rostro. Cogió la carpeta que la doctora le estaba tendiendo y la abrió, leyendo ávidamente los informes de los otros asesinatos.

- Todos tienen el mismo perfil: una pareja de homosexuales, mujeres, de mediana edad y nivel de vida medio tirando a bajo. ¿Has...?

- ¿Revisado las autopsias? Sí – continuó Maura por ella con una sonrisa.

- Vas por delante mía – dijo la detective correspondiendo su gesto.

- No comprendo por qué la gente comete ese error, ¡los adverbios no pueden ser poseídos! – Ante la mirada confundida de la morena, la forense se explicó. – La expresión correcta es "de mí".

The Yin to my YangWhere stories live. Discover now