Capítulo 23

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A/N: Cada separación por dos puntitos indica que las acciones están ocurriendo a la vez pero en sitios diferentes.

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Maura gritó pero no le dio tiempo a alejarse lo suficiente antes de que dos fuertes manos se cerraran en torno a su cuello.

El aire que trataba de llegar a sus pulmones se quedó atascado en su garganta cuando el hombre apretó el cuello de Maura entre sus manos. Un intenso dolor salió de donde su nuez estaba siendo empujada más allá de su límite y se le saltaron las lágrimas sin querer. Sus manos golpeaban y agarraban los brazos del hombre, tan duros como la piedra, en un intento de darle en alguna articulación o tendón que le hiciera flaquear lo suficiente como para que la forense pudiera escapar. Sus pulmones comenzaron a arder por la falta de oxígeno, el pecho le pesaba como si tuviera encima una roca de cinco kilos y la visión se le desenfocaba.

En pleno ataque de pánico, Maura soltó un gruñido gutural y lanzó el talón de su mano con toda la fuerza que le quedaba contra la nuez de su atacante. De alguna manera, el hombre previó el gesto y bajó la barbilla para protegerse, pero no contaba con que el golpe fuera tan poderoso y, si bien no fue el mismo efecto, cuando la mano de la rubia se estampó contra su esternón, sintió un dolor lacerante que se extendió hacia los músculos de sus brazos. Con una brusca inhalación, Maura aprovechó que el agarre del hombre se había aflojado un poco para clavar su codo en la articulación donde cúbito y radio se juntaban con el húmero. Su agresor encogió el brazo derecho en un acto reflejo involuntario del músculo y la forense pudo escapar de él.

Trastabilló hacia atrás, mareada por la prolongada falta de aire, y alargó una mano para estabilizarse usando la camilla más cercana. No se paró más que para recuperar el equilibrio unos milisegundos, consciente de la necesidad de salir de allí y encontrar ayuda, corrió lo más rápido que pudo sobre sus altos tacones en dirección a las puertas vaivén de la salida de la morgue. Había pensado en utilizar la salida de las ambulancias pero el corpulento cuerpo del hombre le bloqueaba ese camino y no era tan estúpida como para enfrentarse a él. Conocía algunos golpes de defensa propia pero su rival tenía los músculos duros como rocas, había tenido suerte de haber logrado escapar. Escuchó un retumbar metálico tras ella y luego el shush de las puertas de la morgue al ser empujadas.

Maura apretó los dientes y corrió con más ganas hacia las escaleras, la única escapatoria que tenía en ese momento. Ignoró el ardor de sus pulmones, de la asfixia pasaba a una carrera desenfrenada, no les había dado tiempo de recuperarse. Además, el terror no ayudaba. Metía y sacaba aire de manera sibilante y errática, más concentrada en llegar con vida a la recepción que en respirar. Podía oír con claridad los pesados y rápidos pasos del hombre acercándose cada vez más. La forense agarró con una mano el pasamanos y lo usó como freno al pasar corriendo frente al hueco de las escaleras. El tirón subió por todo su brazo, haciendo que sus dientes chocaran por la brusquedad; pero le sirvió para propulsarse y comenzar a subir los escalones a toda velocidad.

Su persecutor masculló al resbalar en el pasillo y perder unos segundos preciosos que le habrían acercado más a Maura. No había previsto que usara las escaleras, estaba acostumbrado a que sus objetivos se encerraran en una habitación creyendo que estarían a salvo hasta que llegara la policía. Nunca lo están, pensó para sí con la sombra de una sonrisa perversa en los labios antes de comenzar a saltar los escalones de dos en dos. Podía escuchar el resonar de los tacones de la mujer rubia no muy lejos de él, solo necesitaba un minuto más antes de que se torciera un pie y fuera incapaz de escapar. Debía de reconocer que le había sorprendido con sus golpes antes, creía que ya la tenía, podía ver el pánico y el ahogo reflejado en sus ojos verdes mientras apretaba su cuello. Él mismo comenzó a tener problemas para respirar al llegar al segundo tramo de escaleras, le habían advertido de que era uno de los efectos secundarios de la droga que le habían dado para engañar a los paramédicos y conseguir un pase gratis que no llamaba la atención hacia la morgue.

The Yin to my YangWhere stories live. Discover now