Capítulo 28

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Inclinada sobre el pálido pecho del cadáver, Maura dio la última puntada a la incisión en forma de Y. Cortó el hilo, depositando la aguja todavía enhebrada sobre la bandeja metálica donde tenía todas las herramientas colocadas.

- Ya está – anunció con voz débil.

Crecer en el entorno familiar de los Isles le había otorgado el maldito don de saber compartimentalizar sus sentimientos de forma que fuera capaz de dejar de sentirlos. Bueno, tampoco era eso exactamente. Seguía sintiéndolos pero podía ignorarlos. Les bajaba la intensidad como quien baja el volumen de la televisión para tenerla de sonido de fondo, para que no imposibilite que se puedan hacer otras cosas a la vez. Los adormecía como quien balancea a un bebé en brazos hasta que deja de llorar y se tranquiliza. Los encerraba en una caja en lo más profundo de su interior y hacía como que no estaban allí.

Cuando había aceptado a realizar la autopsia para que no cayera en las desastrosas manos de Pike no había pensado que le fuera a resultar tan difícil. Lo había pedido bajo la promesa de que era perfectamente capaz de dejar sus criterios personales de lado para que no interfirieran en el proceso, pero, una vez más, la teoría es más fácil que la práctica. Solo ver el corte que le había hecho en la garganta había conseguido que le fuera complicado respirar. Realizar el análisis completo de su cuerpo, anotando cada herida y consecuencias de la incisión en su carótida, había sido una lenta tortura. Constantemente se sorprendía a sí misma teniendo que parpadear con fuerza para evitar que las lágrimas contenidas se derramasen, tener que apoyar las manos en alguna parte para que no se notara que estaban temblando, u ocultando muecas de dolor cada vez que tragaba saliva y los moratones de su cuello lanzaban punzadas para recodarle que seguían allí.

Un ligero roce en el brazo la devolvió a la realidad. Parpadeando para enfocar la vista, alzó la mirada y tropezó con los comprensivos ojos grises de Cailin.

- Respira hondo – le aconsejó. – O mejor, salgamos primero de aquí y luego ya respiras hondo.

Aquello le arrancó una risa temblorosa a Maura. Con un nudo en la garganta bien apretado, se limitó a asentir. Cogió la tablilla con todo apuntado que la joven tenía en la mano y llamó a Susie a través del intercomunicador que conectaba con el laboratorio para que viniera a buscarlo y se lo subiera a Jane, quien había salido corriendo a hablar con Cavanaugh en cuanto descubrieron la verdadera identidad del hombre que yacía sin vida en una mesa metálica, expuesto bajo la dura luz de morgue.

Traspasar la puerta de madera que daba a su despacho aligeró parte de la angustia que la corroía. Dejó escapar un profundo suspiro, expulsando con él las malas vibraciones como le había enseñado su instructor de yoga. Recuperó otra pizca de control sobre sí misma al volver a vestirse en su ropa y echar el uniforme azul manchado de sangre a lavar.

- ¿Mejor? – preguntó Cailin, sentada cómodamente en el sillón del despacho de la forense.

- Con diferencia – contestó esta vez con voz firme, más Maura que la "Reina de los Muertos", como la habían apodado tiempo atrás. Echó un vistazo al reloj que colgaba de una de las paredes. - ¿Cuándo tienes que volver?

- Mi tren sale a las doce y media. Vas a tener que soportarme una hora y media más – acompañó el comentario con una sonrisa burlona para que se notase que estaba de broma y la forense lo agradeció internamente porque había estado a punto de saltar a una explicación nerviosa sobre que no le importaba tenerla allí y bla bla bla.

En cambio, sacudió la cabeza mientras sonreía y se acercó a la mesa para recuperar su cazadora y bolso.

- ¿Qué te parece si, por lo menos, vamos a tomar algo? Así será menos tedioso.

The Yin to my YangWhere stories live. Discover now