C3: Pequeños regalos

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Valentina

Ese cosquilleo, esa sensación de maripositas alborotadas en la panza, solo aparecen cada vez que tengo a un niño de tiernos ojitos avellanas y dulce sonrisa, y es que tener conmigo a Michael, hacen mis días únicos, felices y mágicos.
Él es más alto que yo y hay veces que me molesta porque soy más chiquita que él pero yo contrataco, ya que me subo sobre sus pies para apretar sus cachetes o despeinar sus cabellos.

— ¿Sabes lo que tengo ganas?

Su voz tan suave, me saca de mis pensamientos.
Lo miro a los ojos y sonríe, él hace lo mismo.

— ¿Qué?

— Tú y yo, paseando en bicicleta.

— Eso suena muy divertido pero...

— ¿La lluvia? — asiento — tontita — pega un suave golpe en mi frente, yo hago puchero — hace un buen que dejó de llover.

En eso miro por la ventana y noto que es cierto.
¿En qué momento pasó que ni siquiera me di cuenta?

— Tino, vayamos a la casa. Necesitamos la bicicleta.

— Como usted diga, mi niño — respondió sonriéndonos por el espejo retrovisor.

— Esta vez, me gustaría la bicicleta negra. Así que a ti te tocaría la azul — le digo.

— Usaremos la negra.

— ¿Usaremos?

— Claro, yo manejaré y tú me abrazarás por la cintura, mientras recuestas tu cabeza en mi espalda — siento como mis mejillas se empiezan a calentar — me encanta cuando te sonrojas, te ves más hermosa.

— ¿Porqué dices eso? ¿Acaso quieres que me vuelva por completo en un tomate?

— Un tomatito bonito — me abraza y siento su mejilla con la mía — mi tomatito — susurra bajito pero igual lo escuché.

Sentir el aire chocando tu rostro, mientras el corazón te late como loco, hace que me sienta feliz. Mike y yo íbamos paseando en la bicicleta. Él manejaba y yo lo abrazo por detrás, tal como lo dijo.

— Quiero ser un ave — lo escucho decir, mientras apartaba poco a poco sus manos del timón — ¡Quiero volar! — sonrió y a la vez imito su acción.

— ¡Hay que volar juntos! — grito sin dejar de sonreír.

— ¡Sí!

Reímos con fuerza. Ambos nos sentimos así, tal cual como aves en pleno vuelo con nuestras manos estiradas.
Amo los momentos que paso junto a él.
De pronto la bicicleta se comienza a tambalear un poco. No lo niego pero eso me asustó, de seguro será por que Mike perdió el equilibrio, ya que solo pedaleaba la bicicleta con sus pies y así fué que chocamos contra un árbol, el impacto no fué tan fuerte. Ambos caímos sobre la grama verde. Michael cayó encima de mi y ahí fué que nuestros ojos conectaron, aquéllos ojos color avellana tenían un cierto brillo y  resplandor.
Mike no dejaba de mirarme, ni yo a él. Los cosquilleos en mi panza aumentaron más en ese preciso momento. Mike se comenzó a acercar hacia mi rostro...¿Acaso está pensando en besarme? Esa pregunta hizo que mis nervios flotaran. Cerré mis ojos al ver sus labios tan cerca a los mios.
Esperé sentir sus labios pero no pasó. Escuché risitas y entonces decidí abrir mis ojos. ¿Acaso se está burlando de mi?. Se paró rápidamente y me ofreció la mano para así levantarme. Yo se la negué con un puchero.

— ¿Ah no? ¿Quieres quedarte ahí? Bien.

— ¡Mike! — le dije.

— Claro, lo sabía — dijo con una sonrisa y me extendió la mano, yo la tomo y él hizo como si mi cuerpo pesara — ¡Auch! Mi brazo — se quejó.

- ESCALERA AL CIELO -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora