C50: Mi pequeña hermanita

48 2 0
                                    

Agustín

Mi corazón dejó de latir por unos segundos al observar por la ventana, una cabellera rubia. Me acerco hacia la ventana sin hacer ruido alguno y me quedo paralizado al verla...era ella.
Sujeto con fuerza la leña que traía en mis manos porque sentía que me debilitaba poco a poco al tenerla tan cerca pero a la vez tan lejos.

¿Qué hacía ella aquí?
¿Cómo llegó aquí?

Mi corazón recobró sus latidos pero eran tan fuertes que tenía miedo de que lo pudiera escuchar. Latía con tanta fuerza porque sabe muy bien que su dueña está muy cerca, la puede sentir.

Ella se encontraba de espaldas, observando fijamente el dibujo de su rostro que había dejado de dibujar, hace unos instantes.

¡Maldita sea!
Solo espero que no se dé cuenta.

Tengo que irme.
Tengo que moverme de aquí o sino descubrirá mi presencia y por más que lo deseaba con toda mi alma, eso no era posible. Mi cerebro decía una cosa pero mi corazón me gritaba otra. Caminé pasos pequeños y así poder tocar con mi mano la ventana, sentir como si la tocara a ella...¡Malditas lágrimas!¡Tengo que irme! ¡Ahora! Pero mis piernas seguían clavadas en el suelo, no se movían. Me encontraba como una estatua, ahí observándola, contemplándola...amándola.

¡Mierda Agustín!

En ese instante, ella gira de golpe y me maldije por dentro, por no haberme largado de ahí.
Sus ojitos azulados llorosos miraban los míos y simplemente no pude evitar su contacto. Nuestras miradas entraron en contacto y quise estar así por siempre, con ella pero es imposible.

Dejo caer las leñas de mis manos y decido salir de ahí.
Al fin mi cuerpo había reaccionado, por fin pude volver a tomar control de el pero era demasiado tarde porque sentí sus pasos acercarse a mí. Así que acelero el paso pero de pronto paro, al sentir como sus brazos atrapan mi cintura, al sentir su cabeza en mi espalda, al sentir como se aferraba a mi cuerpo.

— ¡No te soltaré, nunca! ¡No otra vez! — su delicioso aroma de vainilla — ¿Agustín, creíste que podrías escaparte de mí? No pienso dejarte...solo te irás cuando yo quiero.

Hago que me suelte y tomo aire para poder girar y verla frente mío.

— Eso es egoísta — no sé porque mierda dije eso — no soy un títere Valentina.

— Yo no dije eso.

Nuevamente sus ojitos se comienzan a humedecer.

— La última vez que nos vimos, dijiste que me querías lejos, que desapareciera de tu vida. Eso hice y...¿Ahora eres tú quien está aquí y me dices que no me soltarás, que no me dejarás ir?

— Lo que dije aquélla noche, no era cierto...solo lo dije porque estaba molesta por como te comportabas conmigo. Yo solo quería ayudarte y tú...— calla.

¡Malditas lágrimas!
Desvío la mirada y aprovecho en quitarlas.

— ¿Qué haces aquí? ¿Cómo llegaste?

— Mike me envió aquí.

¿¡Pero qué diablos!?

— ¿Acaso es un idiota? ¿Qué le pasa a ese imbécil? ¡Y tú que le haces caso!

— Es que...somos amigos.

¿¡Amigos!?
¡Que estupidez!

— ¿Y tú realmente quieres eso? ¿Realmente solo quieres ser amiga de él?

No decía nada, solo me miraba fijamente a los ojos, mientras uno de ellos deja caer una lágrima. La sentía tan frágil, podía ver claramente lo mucho que sufría...sus ojos me lo decían. Tenía tantas ganas de atraerla a mí, abrazarla, protegerla. Así que acorté un poco de distancia.

- ESCALERA AL CIELO -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora