C33: Ahora quiero ser la Valentina que buscas

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Agustín

Yo sé que hice las cosas mal...actúe sin pensar, solo hice caso a mi corazón. Solo pensaba en mí, más no en ella.

¿¡Quién era yo para arruinarle la vida!?

Solo soy...su hermanastro, nada más.

¡Yo soy el responsable de todo esto!

Lo único que quería es que nunca se alejara de mí, que no se apartara, que no me deje y en ese momento, esa fué la oportunidad perfecta para que esa pequeña rubia de ojitos azules se quedara conmigo para siempre...aunque muy en el fondo sabía que en cualquier momento podría recobrar la memoria pero con el transcurrir de los años y aún no recordaba nada, eso me hizo pensar que la tendría conmigo para siempre.

Pero no fué así, yo fuí quien la separó de su mundo y seré yo, quien la vuelva hacer entrar.

Ella es mi vida y aunque no la tenga a mi lado, quiero que sea feliz y sé que solo existe una sola persona en el mundo que puede hacerlo y ese es Michael Ronda.

Si ella es feliz, yo también lo seré. Me conformo con eso.

...

Escucho pasos acercarse, levanto la mirada y veo a Michael entrar por aquélla puerta de vidrio. Pude ver como sus ojos se encontraban vacíos y lo sé porque tengo experiencia en eso, y más que ahora en adelante mis ojos estarán iguales de vacíos sin ningún brillo alguno.

— Señor Ronda — le dice su secretaria. Su mente está tan perdida que ni siquiera me vio al momento de pasar frente a mí — el señor — me señala y veo como sus ojos topan con los mios.
Se tensó un poco. Yo simplemente dejé de mirarlo. No quería verlo. Lo odio, odio porque él tiene su amor y yo solo cariño, aunque ahora ya creo que nada y eso duele.

Hace una seña para que ingrese a su oficina, así que decidí entrar. Me siento en uno de sus sofás y él hace lo mismo.
E

l ambiente era silencioso, ninguno de los dos se atrevía a hablar. Yo tenía que hacer algo...tengo que solucionar esto.


— Lo siento — lo oí decir. No entendía el porque se estaba disculpando siendo el que debería disculparse aquí, soy yo — tengo que admitir que...que sí, la amo — y ahí fué que entendí todo — me enamoré de ella, aún sabiendo lo mucho que se aman — el único que ama soy yo, ella me odia.

Mi corazón se comenzó a comprimir. Él me pide perdón por enamorarse de ella cuando en realidad siempre fué así. Él aún no sabe que Ámbar es Valentina. Me pide perdón por meterse en mi relación con ella cuando el único que siempre ha estado interfiriendo entre ellos era yo. ¡Siempre yo!

— Tú también — mis ojos se comenzaron a llenar de lágrimas cuando comencé a
responderle — per...— ¡Vamos Agustín! ¡Puedes hacerlo! — Perdóname — hizo una expresión confusa pero luego veo como me sonríe ligeramente y golpea suavemente mi hombro.

— El mural quedó perfecto — ¿Acaso ha ignorado lo que he dicho? — eres bueno.

Limpio mis lágrimas.

— Es que yo...me llené de felicidad al pintarlo — decido mirar sus ojos — hay algo que quiero darte — más bien devolverte — por favor, quiero que vengas al carrusel, a la medianoche — termino de hablar y salgo de su oficina sin escuchar respuesta alguna.

- ESCALERA AL CIELO -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora