C37: ¿Para qué seguir intentándolo, si no me vas a creer?

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Valentina

— Eso te pasa por comer mucho, yo te lo dije.

— Tú eres la culpable.

— ¿Quién yo? — me hago la ofendida.

— Si no me hubieses llevado a ese lugar, no hubiese comido esa sopa...sabía que me iba hacer mal pero igual estaba delicioso...

— Te cayó mal porque comiste mucho, no porque la sopa esté mal — defiendo a la sopa porque la neta siempre está deliciosa.

Yo también soy como Mike o bueno era así de quisquillosa con la comida pero eso era cuando estaba más chica, antes de perder la memoria. Estar cinco años con Agustín hizo que perdiera un poco mi esencia de niña rica, aunque aun así, no me comportaba de tal forma.

— ¿Ya te dije que eres la
culpable? Pero no lo niego, la sopa estuvo deliciosa, solo que...¡Ai! — lleva la mano a su panza — ¡Necesito el baño ya! Es una emergencia Ámbar.

Simplemente sonrío, mientras sigo corriendo, tratando de llegar lo más antes posible a un baño público, más cercano.

— Okey, enciende tu sirena entonces — lo molesto.

— ¿Qué sirena?

— ¿No dices que es una emergencia? Enciende tu sirena de ambulancia entonces.

— Que chistosita la señorita — sonríe ligeramente.

Listo, ya habíamos llegado.

— ¿Qué estás esperando para entrar?

— No se ve tan higiénico — ¡Hay Mike!

— ¿Cómo puedes saberlo si ni siquiera has entrado?

— No lo sé...lo presiento. ¡Ai!

— Solo entra.

Achina los ojos para luego entregarme su abrigo y así dirigirse al baño de varones pero luego de unos segundos, lo veo salir de ahí.

— ¡Está lleno! — río suavemente.

— Entonces anda al de mujeres — sugiero.

— ¿Estás loca?

— ¿No dices que es una emergencia? — no dice nada y decide entrar al baño de mujeres.

Pero justo cuando lo hacía, una chica sale de ahí, entonces Mike se hace el disimulado. Espera que la chica se vaya para así entrar con rapidez al baño.

Sonrío.

Podía sentir la suavidad de su abrigo. Aún mantenía el calor de su cuerpo. Podía sentir su dulce aroma, mis ojos se comenzaron a llenar de lágrimas. Ni se imaginan cuanto extraño su cercanía y por más que ahora lo tenga cerca, aún así, él se encuentra muy lejos de mí. No esperé ni un segundo más y lentamente acerco mi nariz al abrigo negro que tenía en mis manos. Su suavidad chocó con mis mejillas, me aferré a el y cerré los ojos, mientras mi corazón se encargaba de dibujar su rostro en mi mente. Estaba abrazando y sintiendo el aroma del abrigo, pensando, deseando que fuera él.

De pronto veo que algo cae del abrigo. Una lágrima se deslizo por una de mis mejillas al ver que era la mitad de mi medallita, de nuestra medallita. La tomo con mi mano derecha, mientras que con la otra por impulso toca la mía que se encontraba colgando en mi cuello.

“Esto será como nuestro símbolo de amor verdadero”

— Siempre bonito — susurro para mí sola.

Rápidamente seco mi lágrima, al escuchar pasos acercarse. No me equivoqué era Mike, solo espero que no se dé cuenta que había llorado.
Tarde...creo que se dió cuenta y cuando estaba a punto de decir algo yo me adelanto.

- ESCALERA AL CIELO -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora