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La madre de darrell hizo una excepción con su castigo. Lo dejo salir el domingo, pero solo para ir a ayudar a su tía. Así que aquí estamos los tres, en la camioneta de darrell, esperando a que gen se digne a salir de casa.
Después de diez minutos, ella sale de su casa y se acerca a la camioneta con pasos dudosos.

—¿Qué esperas? Sube ya. —Dice darrell.

Gen lo mira perpleja, pero le sonríe. Gabe abre la puerta desde adentro, para que gen se pueda sentar a su lado.

—¿Qué hay de nuevo? —Le pregunta Gabe, a su lado.

—No mucho. —Le contesta gen. —¿A dónde vamos?

—Es una sorpresa. —Dice Darrell sonriendo y enciende la camioneta.

Gen se porta muy animada y conversadora con los chicos, incluso deja escapar algunas risitas. Los chicos están sacando su lado encantador, sin mostrarse compasivos.
Cuando llegamos al albergue de animales, gen se detiene a medio camino, y se queda mirando al frente perpleja. Regreso trotando hacia donde se quedó. —Hey, vamos. —Digo llamando su atención.

—¿Qué hacemos aquí? —Pregunta, arrugando la nariz.

—Solo pasaremos el rato. —Digo, encogiéndome de hombros.

—Creo que debería volver a casa. —Dice, intentando sonar casual.

Pongo los ojos en blanco. —Oh, vamos. Ya estamos aquí.

—Mi blusa es nueva peter. —Chilla.

Miro hacia el frente. Gabe y Darrell se detuvieron en la entrada, esperándonos. Me siento exasperado, gen ya regreso a su papel pretencioso. Frunzo el ceño. — Bien, si quieres vete. Nos veremos luego. —Digo y camino hacia los chicos. Cuando llego hasta ellos, me miran a la expectativa. —Solo entremos. —Digo, negando con la cabeza.

Darrell saluda a su tía, que es la encargada del albergue de animales. De inmediato nos pone a mover bultos de croquetas y a mover a algunos perros en jaulas diferentes para que sean limpiadas.

Gen esta parada a un lado mirándonos. La tía de darrell nos llama y nos entrega una caja de cachorros que recién recogieron de la calle. Los tres nos asomamos en la caja y vemos cinco colitas agitándose animadamente.

—Báñenlos, lo mejor que puedan. —Dice la tía de darrell. —Tienen que estar perfectamente limpios, para que sean vacunados.

Darrell nos lleva hacia un campo abierto en la parte trasera del lugar. Gen nos mira desde un costado del lugar, cuando cruzamos nuestras miradas, le indico con mi barbilla que se acerca. Ella sonríe y comienza a caminar hacia nosotros.

—Mete a los cachorros a la tina. —Le dice darrell a Gabe.

Hay una tina grande al centro del campo, Gabe se aproxima a ella y deja a los cachorros salir de la caja. Los cinco olfatean el piso por donde pasan sus pequeñas patas.

—Que cositas tan adorables. —Canturrea Gabe, mientras juguetea con ellos.

Me arrodillo a su lado y los acaricio juguetonamente. Gen se agacha al lado de Gabe y mira a los cachorros con asco.

Un roció de agua nos hace jadear sorprendidos. Darrell rompe a reír con la manguera en la mano.

—Trae, eso aquí imbécil. —Dice Gabe sonriendo.

Darrell se deja caer en el suelo teatralmente y comienza a mojar a los cachorros.

—¿Dónde está el jabón? —Pregunto.

Darrell saca de su bolsillo, unas barras de jabón y nos las pasa. Cada uno toma un cachorro y comienza a frotar la barra contra el pelaje de los cachorros. Gen mira dudando la barra de jabón en sus manos.

—Esos cachorros no se van a lavar solos. —Dice Gabe, dándole un codazo a gen.

Gen abre la boca, para decir algo, pero cierra la boca de nuevo y se inclina para tomar un cachorro. Su ceño se frunce y frota el jabón tan delicadamente que el cachorro comienza a sacudirse en sus manos. Deja escapar un chillido de alarma cuando el pequeño salta de su mano.

Los tres nos echamos a reír. La tina esta tan llena de espuma, que apenas se logran ver las cabecitas de los cachorros. Darrell la mira divertido a gen, coge un montón de espuma en su mano y se la embarra en su mejilla.

—¿Qué demonios? —Chilla alarmada.

Darrell se deja caer hacia atrás y rompe a reír tan fuerte que los otros ayudantes del albergue nos miran. Gen limpia su mejilla con la mano, su rostro está completamente rojo. Se para de golpe, y justo cuando creo que se dará la vuelta y saldrá furiosa; Recoge la manguera, ajusta la presión y moja a darrell en la cara. Darrell cubre su rostro con sus manos, pero continúa riendo. Nosotros nos unimos a las risas, gen nos da una mirada maliciosa y apunta la manguera para mojarnos. En menos de un segundo estamos corriendo por el lugar, echándonos agua y espuma. Incluso los cachorros corren atrás de nosotros intentando alcanzarnos...


* * *
Por la noche, estoy tendido en mi cama mirando el techo. Lo he estado haciendo cada noche, he memorizado el color grisáceo, se exactamente dónde comienza y termina la mancha de humedad que se ha hecho en una esquina. Sé exactamente donde se encuentra aquel papel ensalivado que tire con mi cerbatana, cuando tenía diez años.
Esta semana se ha sentido eterna. Es frustrante, saber que los días pasan y a pesar de estar rodeado de gente, o moviéndote de un lugar a otro, hay un vacío en tu pecho que no puedes llenar.

—Te he tocado yo, ¿verdad? —Le digo a lara jean apenas me contesta la llamada.

—¡No! —dice alarmada.

—¡Así que te he tocado yo! Ya no quiero seguir jugando. Me hace sentir solo y muy... frustrado. ¡Llevo una semana sin verte fuera de clase! ¿Cuándo se acabará esto?

—Peter, no me has tocado. Me ha tocado John. —dice dulcemente.

Pienso en lara jean, persiguiendo a McClaren por toda la ciudad y me tenso como una tabla, sobre el colchón. —¿Y vas a conducir hasta su casa para eliminarlo? Vive en medio de la nada. Si quieres, puedo llevarte. —Ofrezco.

—Aún no he decidido qué estrategia seguiré. ¿Quién te ha tocado a ti? Sé que tenemos que ser o yo o Genevieve.

Cierro los ojos con fuerza. Porque como dijo Gabe, solo debería sacarla del juego y listo. —No te lo voy a decir. —Respondo.

—Bueno, ¿se lo has dicho a alguien más?

—No. Mmm.

—Vale, pero yo te lo he dicho, así que me debes la misma gentileza.

Me siento de golpe, es como si el aire me faltara. —No te he obligado. —Me quejo. —me has ofrecido esa información por tu cuenta, y mira, si es mentira y me has pillado, ¡por favor, elimíname de una puñetera vez! Te lo suplico. Ven a mi casa ahora mismo y dejaré que te cueles en mi habitación. Seré un blanco fácil si eso significa que puedo volver a verte.

—No.

—¿No? —Pregunto sin creérmelo.

—No, no quiero ganar así. Cuando sepa quién te ha tocado, quiero tener la satisfacción de saber que mi victoria ha sido limpia. Mi primera victoria en Asesinos no puede verse mancillada. Y además, tu casa es una zona segura.

Gruño contra el teléfono. —¿Al menos irás a mi partido de lacrosse del viernes?

—No puedo ir. Mi padre tiene una cita y necesita que cuide de Kitty.

—¿Y no puedes llevarla? Mira que te ha pedido que la lleves a uno de mis partidos...

—No, porque tiene clase de piano después del cole.

—¿Desde cuándo toca el piano?

—Desde hace poco. La vecina le dijo que es útil para adiestrar a los cachorros, los calma. —Me dejo caer en el colchón de nuevo y me quedo callado, mirando de nuevo al techo. —Te prometo que iré al próximo partido, pase lo que pase.

Vuelvo a gruñir y dejo escapar el aire que contenía: —Me estás matando, Covey...

Pd. aun te amo - Peter kavinskyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora