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Hoy es cumpleaños de lara jean, y pese a que los chicos han estado insistiendo en que le horneáramos un pastel, para que la recuperemos paso de ello. Solo tengo el collar que le regale para san Valentín en mi bolsillo, mi plan es regresárselo y de una vez por todas, sincerarme. Fui un idiota al pedírselo de regreso y he sido un idiota al hacer que lleguemos a este punto. Si ella quiere seguir con McClaren me lo tengo merecido. Pero podríamos seguir siendo amigos, eso sería menos doloroso a no tenerla por completo.

En clase de química, me mantengo inmóvil, cuando termina; lara jean sale rápidamente del salón. Soy un cobarde por no seguirla, pero en estos momentos todo se siente frágil, no sé qué tan enojada se encuentre y lo menos que quiero es arruinarle el dia.

Cuando las clases terminan, salgo de inmediato al estacionamiento para abordarla en su auto. Algo íntimo, son que los demás nos estén observando, con un poco de suerte todo saldrá de bien. Busco con la mirada en el estacionamiento su auto, ahí los veo. Lara jean abrazando a McClaren. En este punto, mis esperanzas son nulas. Lara jean se suelta de su agarre. Respiro profundo y me recompongo lo mas rápido que puedo. Camino rápidamente hacia ellos, antes de que lara jean se suba a su auto me mira.

—Espera un momento —digo e intento sonreír.

—Hola —susurra perpleja.

—Hola, Kavinsky —dice McClaren. Asiento hacia él.

—No he tenido oportunidad de desearte feliz cumpleaños, Covey.

—Pero... me viste en clase de química...

—Pero has salido a toda prisa. Tengo una cosa para ti. Abre las manos.

Lara jean sostiene un globo de vidrio en las manos, debe ser el regalo de McClaren. Se lo quito y estiro la mano hacia john.— Toma, ¿puedes sujetarlo un momento? —Digo para el. McClaren frunce los labios, pero lo toma.

—Tiende la mano —Pido, lara jean mira a McClaren un segundo y después sostiene mi mirada, y abre las manos. Dejo el relicario en sus manos.—Es tuyo.

Lara jean lo mira. —Pensaba que habías devuelto el collar a la tienda de tu madre.

—No. No estaría bien en el cuello de otra chica.

Lara jean me mira con pena, parpadea y dice
—Peter, no puedo aceptarlo. —Intenta devolvérmelo, pero niego con la cabeza. — Peter, por favor.

—No. Cuando te recupere, volveré a poner ese collar en tu cuello y te prendaré. —Agacho un poco la cabeza para que mire sinceridad en mis ojos. —Como en los años cincuenta. ¿Te acuerdas, Lara Jean?

—No creo que prendarme signifique lo que tú crees que significa —Dice y me ofrece de nuevo el collar. —Quédatelo, por favor.

—Dime cuál es tu deseo —susurro. —Desea cualquier cosa y te la daré, Lara Jean. Solo tienes que pedirlo.

Nos quedamos callados, ruego una y mil veces dentro de mí, para que Lara jean me escoja. Para que pueda volver a enamorarse de mí, que recuerde todo lo que hemos pasado juntos y de lo bueno que fue.

—¿Qué estás haciendo, Kavinsky? —Espeta McClaren, niega con la cabeza y continúa: —Esto es patético. La trataste como si fuese basura ¿y ahora quieres recuperarla?

—No te metas, Sundance Kid —Advierto, mi voz suena venenosa. McClaren desvía su mirada de la mia. Para lara jean digo: —Prometiste que no me romperías el corazón. —Susurro. Trago saliva intentando bajar el nudo en mi garganta. —En el contrato dijiste que no lo harías, pero lo hiciste, Covey. —digo y se quiebra mi voz.

Me mira con pena, sus ojos se ven tristes. Se que le duele también. —Lo siento —responde susurrando, su voz apenas es audible. —Pero no puedo.

Lara jean se da la vuelta y se mete en el auto de McClaren, él rodea el auto. Me quedo ahí plantado sin poder moverme, Antes de subir al auto su mirada de McClaren se encuentra con la mía, pero no hace ningún ademan de burla, solo se sube y ambos se van.
Lara jean no mira en ningún momento hacia atrás, así que supongo que esto es todo. Aunque al final te quedes sin nada.

* * *

Por la tarde voy a casa de gen. No tarda en abrir la puerta, cuando me mira sonríe.

—Hola. —Dice.

—Perdón por venir sin avisar. ¿Podemos hablar?

Gen niega con la cabeza sonriendo. —Puedes venir aquí cuando quieras, y llegas a tiempo, recién termine de cocinar.

Se hace aun lado dejándome entrar. Me detengo y la espero, porque no se bien a donde quiere que me dirija. —La cocina. —dice, como si pudiera leerme la mente.

Cuando entramos me llega el olor delicioso a ajo. —Huele muy bien.

Gen sonríe satisfecha. —Es el pan de ajo. He estado leyendo varios libros de cocina. —Dice agitando la mano como si no fuera nada.

Me siento en un taburete libre en la isla, gen se mueve ágilmente en la cocina, cuando se aproxima hacia mí, me ofrece un plato con pasta y pan de ajo.

—No morirás envenenado. —dice. —a lo mucho, tendrás una indigestión.

Nos sentamos en silencio, y comemos. Solo logro comer unos cuantos bocados, mi estómago está cerrado.

—Te quedo realmente bueno. —Digo, dejando el tenedor a un lado.

Gen sonríe, mirando mi plato. Me giro hacia ella para estar de frente. Esto llama su atención e imita mi postura. —¿Por qué has venido? —Pregunta seria.

—He venido a terminar. —Digo.

Gen frunce el ceño y hace esa sonrisa falsa. Que demuestra enojo. —Creí que ya lo habíamos hecho.

Ignoro eso y continuo. —De verdad desearía que nada de lo que hace tu padre, pasara. Desearia que nosotros hubiéramos sido más fuertes y hacer que nuestro amor durara. Nos dimos por sentados y ese fue nuestro error.

Gen niega con la cabeza. —Yo aun te amo. —Susurra.

—No, te gusta la sensación de tenerme cerca. Te hace sentir segura, y lo sé porque lo mismo me pasaba a mí. Correr hacia a ti, me reconfortaba, me hacía sentir suficiente y fuerte. Pero eso no es amor, y ahora tal vez no lo entiendas, pero cuando te enamores de nuevo, todo será más claro para ti.

Gen sujeta mis manos con fuerza, sus ojos se ven vidriosos, se acerca más a mí. —Si es por ella... —Susurra. Sujeta mis mejillas con fuerza. —yo puedo darte algo mejor peter. Lo prometo, seré mejor.

Niego. —No tienes que ser mejor, solo tienes que ser tu, el chico que se enamore de ti, te amara con todos tus defectos. Yo lo hice, solo necesitas dejarnos ir. Ese chico no soy yo.

Una lagrima baja por la mejilla de gen, tan lentamente que duele. —Ya no vendrás mas ¿No es así?

—No, lo siento.

Gen se aleja de mí y levanta su fortaleza. Se limpia las mejillas con fuerza, toma su plato y lo lleva al lavabo. Mi primer instinto es abrazarla para reconfortarla, pero no lo hago. Si he venido a terminar esto, tengo que mantenerme firme. Cuadro mis hombros. —Adios gen. —digo y salgo de ahí. 

Pd. aun te amo - Peter kavinskyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora