Cuatro

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Era un viernes bastante tranquilo para Seungcheol, claro que esa tranquilidad se acabaría rápidamente al llegar a su hogar.

Sus pasos eran regulares, había olvidado que algunos viernes con Jun y su otro amigo Vernon hacían una pequeña reunión en su casa con bocadillos, chistes malos y cerveza.

Pasó por una pequeña tienda pero con bastante variedad de productos, compró distintas bebidas para cada gusto de sus amigos, papas fritas, donas y pensaba que podían poner entre todos un poco de dinero y pedir una pizza extra grande.

Al salir de la tienda ya con bolsas en cada mano, vio las papas fritas a través de la bolsa y recordó que, tenía un ángel en casa amante de aquellas frituras. Se golpeó mentalmente la cíen y caminó hacia su casa, abrió la puerta y entró encontrándose con el chico que había invadido sus pensamientos hace un momento; estaba sentado en la mesa de la cocina jugando inútilmente con un mazo de cartas.

— ¡Seungcheol! —Exclamó el menor con alegría— ¡Mira! Una casa de cartas.

Seungcheol lo miró con seriedad, tratando de no soltar una carcajada al ver la ternura de Jeonghan. Se acercó al ángel y se puso de cuclillas para mirarlo al rostro.

—Jeonghan —El nombrado sonrió— Vendrán unas personas a casa hoy y no pueden verte.

— ¿Vendrá Jun a jugar?

—Vendrá, pero no a jugar —le tomó los hombros con expresión misteriosa— también vendrá alguien más, y él no puede verte, ¿escuchaste? —Jeonghan asintió— tendrás que quedarte en la terraza unas horas.

Jeonghan inclinó su cabeza a un costado pero finalmente asintió.

La noche cayó rápidamente, y Jeonghan había llegado recién a la terraza con una bolsa de papas fritas y una botella de agua, aún se preguntaba como lo haría cuando quisiera ir al baño; además, Jun y el otro individuo ya habían llegado a casa.

Seungcheol lo miró con seriedad, sabía que no le pasaría nada a Jeonghan pero aún así no podía evitar dejar de sentir una incomodidad en su pecho; era como una comezón leve.

—No salgas hasta que yo te diga. —advirtió—

Jeonghan asintió mientras se llevaba a la boca una papa frita.

El dueño de la casa bajó las escaleras encontrándose con sus amigos, quienes lo esperaban sentados en el sofá a punto de ponerle “play” a una película de horror. Se lanzó al sillón tomando su cerveza y así pasaron una noche divertida.

Jun y Vernon se estaban retirando hacia sus hogares. El cielo derramaba pequeñas chispas de lluvia, no eran grandes pero se sentían con facilidad.

Seungcheol estaba exhausto y más que satisfecho con todo lo que había comido. Subió las escaleras y entró a su habitación para ponerse su pantalón de pijama.

Suspiró mientras que lavaba sus dientes pacíficamente, se miró en el espejo y acomodó su cabello al terminar de lavar su boca. Sentía que olvidaba algo.

Al entrar a su habitación se tiró a su cama, le dolían los pies y aún tenía esa incomodidad en el pecho. Miró hacía su lado derecho y se topó con un envoltorio de papas fritas, sus ojos se abrieron cuanto pudo y se levantó rápidamente de la cama, y sin ponerse pantuflas, salió a la terraza.

Abrió la puerta con brusquedad y sus ojos viajaron hacia el ángel, quien se encontraba sentado en una esquina de la terraza bajo un pequeño techo con plantas, abrazando sus rodillas con sus ojos cerrados en un sueño intranquilo.

Su pecho se oprimió; no podía sentir más culpa. Lo había olvidado por completo. Observó a Jeonghan y se acercó lentamente; se agachó a la altura del chico y levantó su mentón. Estaba frío.

—Jeonghan —Lo llamó con suavidad, como nunca lo había hecho— ¡Jeonghan!

Los ojos del adverso se abrieron lentamente y con dificultad, mirando a Seungcheol con sus tristes y sin pronunciar palabra alguna.

— ¿Por qué no entraste a la casa? Está lloviendo.

Jeonghan miró hacia Seungcheol negando suavemente con su cabeza.

—Me dijiste que no entrará hasta que tú me dijeras.

Seungcheol suavizó su expresión.

Contempló las finas facciones de Jeonghan, lucía triste y lo comprendía. Sus manos viajaron hacia cada mejilla del más bajo y las acarició con cuidado, como si en cualquier momento fuera a quebrarse. Supo que, Jeonghan tenía frío, pues su nariz se encontraba levemente sonrosada al igual que sus mejillas, dándole un aspecto más que adorable.

Suspiró y cargó a Jeonghan en sus brazos como si de una damisela se tratará. Entró a la habitación y lo dejo sentado sobre su fina cama.

—Lo siento —Dijo Seungcheol mientras movía una silla pequeña sentándose frente al ángel.

Jeonghan le sonrió, y una vez más, la expresión de Seungcheol fue de tristeza y culpabilidad.

Acarició sus mejillas una vez más, sin saber porque lo hacía, sus manos se movían por si solas como si fueran controladas por delgadas cuerdas.

Y por primera vez, dejó que Jeonghan se acostará en su acolchonada cama, arropándolo hasta el cuello. Lo observó una vez más; como cerraba sus bonitos ojos y se acomodaba mejor en el lecho.

La mañana llegó y no había sol, este era reemplazado por grises nubes que no eran desagradables para Seungcheol; amaba los días nublados y este no era una excepción. Pensaba en lo sucedido ayer en la noche con Jeonghan, fue extraño para él, jamás había sido suave con el muchacho, mucho menos dejaba que apenas y se sentara en su cama, además lo cargó, eso ni el mismo se lo creía. Pero aún así, no le tomo demasiada atención, pues en esos momentos se sentía culpable, y era una buena excusa.

Mientras que, Jeonghan se encontraba sentado en una de las sillas del comedor, mirando de reojo como Seungcheol preparaba un cargado café. Sus mejillas se encontraban levemente sonrosadas. No podía evitar mirar a Seungcheol con aprecio.

Tengo Un Ángel En Casa / JeongcheolWhere stories live. Discover now