Veinticuatro

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— ¿Jun?

— ¿Cómo estás? —Preguntó el adverso mientras que entraba al hogar y se sentaba en unos de los sillones cómodamente.

—Supongo que bien.

— ¿Qué tal esa chica? —Levantó las cejas.

—No es Jeonghan —Se sacudió su camisa y se sentó frente a su amigo— no volveré a salir con ella.

— ¿No crees que ya es tiempo de olvidarte de Jeonghan?

Seungcheol se levantó enfadado.

— ¿Cómo quieres que me olvide de él? —Elevó la voz— ¡Jamás me había sentido tan bien con una persona en mi casa, Jun! —Jun suspiró, observando como los ojos de Seungcheol lentamente se volvían cristalinos— ¡Lo amo, yo lo amo, no me interesa otra cosa más que Jeonghan!

—Hey, tranquilo… Lo entiendo.

— ¡No lo entiendes. Deja de decirme que me olvide de él porque por más que lo intente no puedo ni quiero hacerlo!

De todos modos, Jun solo intentaba ayudar a su mejor amigo; sabía que para Seungcheol estaba siendo muy difícil, después de todo, Jeonghan le había brindado seguridad y confianza, cosa que para Seungcheol, era imposible de sentir con otra persona. El viejo Seungcheol frio y que creía que el amor era solo para idiotas, se había esfumado, y eso no era malo; lo malo era que estaba sufriendo nuevamente.

Seungcheol suspiró con frustración, miró a Jun con culpabilidad y con voz quebrada dijo:

—Lo siento.

Jun negó lentamente.

—Entiendo por lo que estás pasando, y también lo siento por decirte lo que te dije —suspiró y continuó— dime, ¿tú crees que Jeonghan volverá?

Jihoon sonrió con cierta arrogancia cómica tan típica de él mientras que observaba como el rostro de Jeonghan se iluminaba de felicidad. Podría parecer un hombrecillo gruñón y molesto, pero eso no quitaba que amaba ver la sonrisa en el rostro de sus ángeles.

— ¿Entonces podré volver con Seungcheol? —Preguntó emocionado.

—Claro, y comerás tus papas fritas. —Dijo Mark con una gran sonrisa.

Jeonghan dio un pequeño salto de alegría. Jihoon y el joven de Mark se miraron aliviados, asintieron. Mark escribió la fórmula en una pequeña nube y se acercaron a jalar la palanca dorada que yacía frente a ellos.

—Un momento —Los detuvo Jeonghan— ¿No los volveré a ver?

Su respuesta fue silenciosa.

—Me temo que no —Dijo Mark con voz susurrante.

— ¿Tampoco a Mingyu, ni a Samuel?

—No Jeonghan —Respondió Jihoon— pero oye, siempre estaremos contigo pase lo que pase. Siempre serás nuestro ángel, ¿Verdad, Mark? —El nombrado asintió.

Jeonghan había borrado su sonrisa y miraba a ambos hombres con tristeza.

Jihoon se acercó y tomó la blanca mano de Jeonghan, suspiró y de su dedo meñique retiró un bonito anillo de oro para ponerlo en el meñique del que pronto sería humano.

—Si lo pierdes, no dudaré en hacer lo posible para que vuelvas al cielo —rió.

Jeonghan asintió y abrazó a Jihoon con cariño.

— ¡Lo cuidaré mucho!

Jihoon asintió, tomó a Mark de la manga de la camisa y le indicaron a Jeonghan que no se moviera de su lugar. Con la mano de cada uno tomaron la palanca y la jalaron con fuerza. Los números y letras de la fórmula utilizada prendieron una luz azul y temblaban con rapidez sobre aquella firme nube en una esquina del misterioso cuarto. Jeonghan desapareció al instante.

Era la octava vez que Seungcheol suspiraba con pesadez. Se levantó del sofá para dirigirse a la puerta junto a Jun.

—Volveré para comer pizza.

—Con tu dinero —rió Seungcheol.

—Claro que no, con el tuyo —Salió por la puerta y haciendo un saludo con la mano mientras caminaba dijo: — ¡Adiós, hombre enamorado!

Seungcheol negó con una sonrisa y cerró la puerta tras de sí.

Ordenó un poco la sala de estar. Había descuidado su vivienda un poco.

Suaves golpeteos en la puerta llamaron su atención, eran más suaves que hace un rato.

—Seguramente a Jun se le quedó algo —pensó.

Abrió la puerta mientras se masajeaba el entrecejo.

— ¿Qué olvidaste ahora?

— ¡Seungcheol!

Él conocía esa voz hipnótica. Abrió lentamente sus ojos y ahí, parado frente a él, con esos ojos brillosos y esa sonrisa que lo mantenía con energía todo el día, se encontraba Jeonghan, su ángel.

— ¡He vuelto! —Jeonghan levantó sus brazos sonriente. Seungcheol no se movía de su lugar— ¿Seungcheol?

Antes de que dijera más palabras, Seungcheol lo había atraído hacía él con un poco de fuerza, sin llegar a lastimarlo. Lo abrazó como si no lo hubiera visto en años, cosa que así lo sentía. Acarició su cabello, su espalda, sus hombros; quería comprobar que no estaba soñando.

— ¡Hola! —Exclamó Jeonghan riendo.

—Jeonghan… Hola —Dijo Seungcheol con voz suave mientras que acariciaba la cabeza de su ángel.

El antes ángel se separó unos centímetros de Seungcheol y lo miró con una sonrisa.

— ¿Me extrañaste? —Preguntó.

—No tienes idea —Seungcheol rió mientras que acariciaba las mejillas de Jeonghan.

Tengo Un Ángel En Casa / JeongcheolWhere stories live. Discover now