Doce

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Se encontraba preparándose para ir a la fiesta de cumpleaños de su primo, con bastante mal humor ya que Jeonghan había sido invitado, y este, al enterarse, insistió con todas sus fuerzas hacia Seungcheol para poder ir. No pudo resistirse por mucho tiempo.

La camiseta blanca hacía juego con sus pantalones negros, era una vestimenta bastante simple pero le quedaba bien, además, no le interesaba en lo más mínimo el cumpleaños de su primo, de hecho, iba a ir solo por aquel ángel que tenía en casa.

—Que estupidez —soltó mientras que se acomodaba una chaqueta negra.

Bajó las escaleras encontrándose con Jeonghan; en los meses que este vivía con Seungcheol, él mismo había estado poco a poco comprándole bonita ropa de la talla del ángel, y, aquel pantalón color mezclilla junto con una sencilla pero bonita camiseta de color vino, lo hacía ver hermoso a ojos del más alto.

— ¿Nos vamos?—preguntó con una pequeña sonrisa, a lo que, Jeonghan asintió.

Seungcheol había obligado a Jeonghan a ponerse su chaqueta para aplastar las alas que temía que aparecieran.

La fiesta transcurrió con normalidad, había gente con trajes elegantes y otras no tanto, eran chicos de la misma edad de su primo y todos muy apuestos, entre ellos, Donghae.

—Tal vez, necesitas pensar mejor las cosas —Dijo Donghae frente a Seungcheol; le había pedido mantener una pequeña conversación dentro de la cocina.

— ¿Pensar mejor las cosas? —Seungcheol puso sus ojos en blanco— Ya no siento lo mismo que antes.

Donghae bajó la mirada.

—Y si, te digo que estoy enamorado de ti. —dijo Donghae mirando al adverso a los ojos.

El pecho de Seungcheol se oprimió, sentía un pequeño cosquilleo en él y muy pronto, se encontraba abrazando de forma cariñosa al chico frente a él.

La puerta de la cocina se abrió y un ángel con una sonrisa adorable entró con un pequeño vaso en una de sus manos. Su sonrisa fue eliminada al ver al más alto junto a Donghae.

Ambos miraron a su dirección.

— ¿Seungcheol?

Los ojos de Jeonghan eran como dos estrellas tristes que poco a poco apagaban su luz, luz que era provocada por una causa en especial.

Su mirada no se despegó del rostro de Seungcheol, púes, también había visto aquel beso, aquel beso que él también había recibido por el más alto, aquel que pensó que solo esos labios eran suyos.

—Jeonghan —formuló Seungcheol con culpa— ¿Qué haces aquí?

—Yo… Solo vine por un poco de bebida —mostró su vaso ya deshabitado— lo siento —y acto siguiente, dejó el vaso en la mesa y salió de la cocina con pasos rápidos.

Seungcheol no dijo más, no podía sacar de su mente los apesadumbrados ojos del ángel y sus labios levemente presionados.

— ¿Nunca antes vio un beso ajeno? —preguntó con una pequeña risa Donghae.

Seungcheol no dijo nada, había entendido su preocupación por Jeonghan, el extraño aprecio que aún que le costara admitirlo, lo sentía muy bien, y sobre todo, el sentimiento aquel de no querer ver nunca más aquellos ojos.

—Tengo que irme.

Donghae, mostró irritación.

Sus ojos se movían con rapidez de izquierda a derecha al igual que sus pies, subió y bajó escaleras, preguntó a personas que incluso no conocía de la fiesta si habían visto al chico, pero no obtuvo ningún resultado.

— ¡No digas idioteces, Siwon! —Rió Jisoo— Sinceramente, —dio un sorbo de vino— aquel chico me trae loco.

—Ese ¿el amigo de tu primo?

Seungcheol detuvo su andar.

—Claro —rió— ¿no te lo presenté? —Siwon negó con una pequeña sonrisa, prestándole total atención a Jisoo— ¡Esta excelente para llevarlo a la cama, pureza total y belleza única!

La mejilla de Jisoo se tiño de color rojo y una mueca de dolor se pegó a su rostro. Siwon miraba a Seungcheol con sorpresa al igual que muchas personas que estaban en la fiesta.

—Limpia tu boca antes de hablar de Jeonghan, bastardo.

No quería estar más en esa casa en donde la mayoría de la gente era sínica y nefasta. Tenía claro que Jeonghan no se encontraba dentro de la casa, así que, se dirigió a su hogar lo más rápido posible mientras que llamaba al teléfono fijo de la vivienda, aquel que por cierto, se había encargado de enseñarle a Jeonghan a utilizarlo.

Nada.

—Joder.

No le importó en absoluto los insultos de la gente que era empujada por Seungcheol a causa de sus pasos acelerados. Supuso que, valió la pena al llegar a casa.

— ¿Jeonghan?

Revisó cuarto por cuarto, baño, cocina, sala de estar y terraza. Estaba desesperándose.

— ¡Jeonghan! —gritó hacía arriba de las escaleras, pero nada se asomó.

—Julio 21—

Tengo Un Ángel En Casa / JeongcheolWhere stories live. Discover now