Siete

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— ¿Por qué no puedo salir a fuera?—Preguntó Jeonghan. Seungcheol le dirigió una mirada de reproche. — ¿Por qué no puedo salir? — Se corrigió.

Era la séptima vez que Seungcheol suspiraba con profundidad. Tenía que estar aguantando al ángel con sus pequeños berrinches en estos últimos días.

Se sentó en el sofá con el café en la mano, mirando a Jeonghan, quien se encontraba de pie frente a él con sus brazos cruzados y un pequeño puchero en sus labios.

—Vete a bañar.

Jeonghan bufó. Sinceramente estaba enojado, y aunque era un sentimiento bastante raro en él, no podía evitar sentirlo. Caminó escaleras arribas y entró al baño, sacándose la ropa de mala gana.

—No, no puedes venir. —respondió Seungcheol con su móvil a la altura de la oreja.

— ¿Es una broma? —Rió su primo— Mamá quiere que vaya a visitar de nuevo a mi primo favorito.

—Yo no quiero que vengas —protestó Seungcheol exasperado mientras que subía cada escalón de su casa.

De solo recordar como Jisoo miraba al ángel por alguna razón lo hacía enfadar. Seungcheol conocía a su primo, sabía que con solo una mirada seductora, palabras bonitas y falsas ya tendría a cualquier chica o chico a sus pies; y quería hacer lo mismo con Jeonghan. También sabía que, Jisoo podrá verse como un total caballero, amable, gentil y un hombre ejemplar, el cual amaba acostarse con personas hermosas.

Miró el cuarto de baño, la puerta se encontraba entreabierta, y un sentimiento acalorado lo invadió. Se acercó con el fin de cerrar el paso; pero sin darse cuenta ya se encontraba con los ojos sin pestañear mirando el cuerpo desnudo del ángel.

Cortó la llamada y dejó a su primo con las palabras en la boca.

—Joder—lamió sus labios mientras observaba la belleza de la criatura.

Piernas esbeltas, delgadas y hermosas, cintura estrecha, vientre plano, unos muslos que deseó morder y lamer por unos momentos.

Seungcheol suspiró, miró abajo y se encontró con un gran bulto en su entrepierna; lo acomodó dentro de sus pantalones e intentando relajarse, se retiró hacia su recámara.

Ya había anochecido. Seungcheol y Jeonghan se encontraban sentados uno al lado del otro en el sofá mirando una película que para el más alto, era sumamente aburrida. No podía dejar de mirar a Jeonghan de reojo, la imagen del ángel desnudo estaba  adherida a su mente.

—Jeonghan —lo llamó Seungcheol sin dejar de mirar al nombrado. Jeonghan lo miró con una pequeña sonrisa. —Estoy estresado —continuó.

Y una vez más, se fijó en todo el cuerpo del más bajo. Llevaba unos pantalones de tiro bajo ajustados. La camiseta, hasta cuatro veces más grandes de lo que su escuálido cuerpo necesitaba. Miró el rostro del ángel; tenía una muy bonita forma en sus labios, una piel blanca y ese lunar en el cuello que lo hacía ver aún más tentador.

Jeonghan inclinó su cabeza hacía un costado.

— ¿Qué quiere que haga?

Seungcheol se acercó más a Jeonghan, mirándolo a los ojos con un brillo insólito en sus ojos. Llevó una de sus manos hacia la mejilla derecha del ángel, acariciándola, sintiendo el tacto aterciopelado que Jeonghan adquiría. Se acercó lentamente al chico sin dejar de mirar sus labios con anhelo.

—Podrías ayudar a relajarme.

—Seungcheol —comentó Jeonghan— ¿Qué estás haciendo?

Se separó enseguida, desconcertado de su acción. La voz del ángel hizo que algo dentro de él reaccionara, encontrándose perdido. No sabia porqué su mente le estaba jugando una mala broma.

—No pasó nada, Jeonghan —suspiró— estoy cansado. Ve a dormir.

— ¿Por qué nunca quieres decirme que sucede?

—No lo entenderías.

La aureola del ángel apareció poco a poco hasta ser detallada; temblaba y estaba de color carmín.

Jeonghan pisoteó el suelo con su pie derecho, enfadado.

—Santa no te traerá regalos.

—Basta —Seungcheol tomó ambas muñecas del chico, mirándolo a los ojos y acorralándolo contra la mesa del comedor— ¿Crees que puedes llegar y tener mi confianza como si nada? ¿Crees que tienes el derecho de saber cómo estoy? —Seungcheol iba acercándose cada vez más al más bajo, acorralándolo aún más— No tienes idea lo raro que se siente que tenga a una criatura extraña en mi casa. —Gruñó— y… te apareces… día a día, con esa sonrisa… —miró sus labios— que… ¡demonios!

Jeonghan estaba confundido; tenía sus muñecas apretadas con las manos de Seungcheol. Y cada vez que el más alto se acercaba a él, su nerviosismo crecía, junto a él un tierno sonrojo que no era ignorado por el alto.

Finalmente, Seungcheol se apartó, sin atreverse a mirar al ángel al rostro. Estaba avergonzado, confundido, frustrado; sentía una extraña necesidad de querer probar los labios de Jeonghan, de pasear sus manos por sus mejillas.

Subió las escaleras dejando a Jeonghan en la sala de estar, y se encerró en el baño.

—Me siento extraño —murmuró para sí mismo mientras que se llevaba ambas manos a su cabello despeinándolo.

Jeonghan se encontraba sentado en el sofá con ambas manos en sus rodillas; si bien antes estaba confundido con solo la presencia de Seungcheol, ahora se encontraba aún más. Podía sentir su corazón latiendo fuertemente, su rostro tibio y el leve temblor que provocaban sus piernas.

Tengo Un Ángel En Casa / JeongcheolHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin