Veintidós

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El hombrecillo se encontraba muy concentrado, tenía miles de papeles sobre el escritorio y también en ese cuarto, estaba Mark, su ayudante quien se encontraba en las mismas condiciones que él.

Estaban un poco preocupados pero estaban decididos en lo que querían hacer, de eso no había duda; de todas maneras, intentar enviar a Jeonghan a la tierra como un humano corriente era bastante difícil.

Jihoon suspiró con pesadez, volvió a releer el papel que sostenía con su mano derecha y de vez en cuando bebía un poco de leche con su ceño fruncido y con una de sus piernas inquietas.

— ¿Está todo bien? —Preguntó Mark mirándolo atento.

—No logró descifrar la formula.

En el papel que el viejo Jihoon sostenía, había millones de letras y números en donde se encontraban escondidas palabras con nombres de diferentes fórmulas para distintas necesidades de los ángeles. El que necesitaban, era muy difícil de encontrar, tenía muchos números y letras enredadas que hacían confundirse con facilidad.

Mark se acercó y miró el papel, ambos buscaban con mucha concentración. Esto sería difícil.

Seungcheol hace una hora había recibido la visita de Jisoo y su ahora novio: Donghae. Se sentía feliz con ellos y hasta debía admitir que los envidiaba un poco. También, cuando finalmente se quedó solo en su hogar, comenzó nuevamente a mirar con mucha atención aquel collar sobre su cuello, recordaba que a Jeonghan le quedaba mucho más bonito y fino, y eso que, aunque no era un collar de los caros, Jeonghan fue muy agradecido.

—Me pregunto qué estarás haciendo ahora… Aquí estarías comiendo papas fritas. Muy contento conmigo.

Suspiró con pesadez. Miró un pequeño papel en la mesa, lo tomó y lo leyó: un número telefónico escrito con mucha elegancia.

Había olvidado que ayer, saliendo de su trabajo, había conocido a una chica de nombre Meanie; alta, dentadura muy blanca y brillante, cabello negro y ojos oscuros, tal vez un poco seria para su gusto pero tenía buenos modales. Siendo sinceros, no le había llamado la atención, pero tenía la idea de que debía olvidarse de su ángel para no seguir la misma rutina de antes: hacer todo con soledad.

—Pero, quizá Jeonghan vuelva —susurró para sí mismo, dándose cuenta al instante de que sus palabras, no podrían hacerse realidad.

Prendió su móvil y marcó el número escrito en el papel.
Una voz femenina y un poco chillona se hizo escuchar al otro lado de la línea, Seungcheol alejó un poco el móvil y muy pronto quedaron en algo: iban a salir a pasear a un centro comercial y también a comer algo.

—Me siento mal —Habló Seungcheol mientras que se acomodaba la chaqueta sobre sus anchos hombros. Se miró al espejo arreglándose su cabello y se detuvo en el collar, ¿debería sacárselo?

— ¡Estoy harto! —Exclamó Jihoon tirando el papel de las formulas a un lado —No puedo encontrar la fórmula, ¡me siento inútil!

—Si, tal vez…

— ¡No! —Interrumpió a Mark— ¡Tú eres el inútil!

Mark volvió a tomar el papel revisándolo una vez más. Sabía que Jihoon podía estresarse con bastante facilidad, el pequeño viejo no tenía nada de paciencia y era entendible.

— ¡Esto es un caos! —Volvió a exclamar Jihoon— ¿Cómo ordenaré este desastre después?

Mark puso sus ojos en blanco.

— ¡En todos los años que llevo encargado de este lugar, jamás había tenido tal problema! —Arrugó un papel y lo lanzó hacia la papelera, fallando en el intento— No pensé que encontrar una fórmula fuera tan difícil —suspiró.

— ¡La encontré!

Jihoon se levantó con rapidez de su asiento y se acercó a su ayudante con asombro. Mark había subrayado con un pequeño lápiz la zona en donde se encontraba la fórmula que tanto habían buscado.

— ¡No eres inútil, eres un genio!

Tengo Un Ángel En Casa / JeongcheolWhere stories live. Discover now