Veintitrés

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Mark sonrió orgulloso de tal halago, más aún si era del viejo más gruñón de todo el cielo. Puso su espalda en el respaldar de la silla y cruzó sus piernas con una sonrisa de oreja a oreja mientras que observaba como Jihoon releía y revisaba la formula una y otra vez.

— ¡No pensé que fueras tan inteligente! —Dijo con sorpresa Jihoon— Es decir, mírate.

Mark sonrió, Jihoon tenía razón; era conocido en el cielo por vestir siempre su ropa blanca mal arreglada y a veces, un poco rota.

—Las apariencias engañan, viejo.

— ¡No me llames así! —Alzó el papel y lo miró con alegría— ¿Qué estas esperando? ¡Ve a buscar a Jeonghan!

— ¿Yo?

Jihoon lo miró con reproche.

—Está bien, está bien. Ya voy.

Mark abrió con dificultad la pesada y grande puerta, y acto seguido, partió rumbo a buscar a Jeonghan a su habitación.

Jihoon tenía una gran sonrisa, pero también, sentía mucha nostalgia, de alguna manera se había encariñado mucho con Jeonghan, el chico era realmente muy tierno y era imposible no encariñarse con él.

—Él hizo un buen trabajo —susurró.

Miró una pantalla que se encontraba muy bien instalada sobre una firme nube. Se dio cuenta de las acciones de Seungcheol. Debían apresurarse.

— ¿Aquí hay papas fritas?

La voz de Jeonghan fue lo que llamó la atención de Jihoon; se volteó y le regaló una cálida sonrisa al ángel.

—Bueno, aquí no hay papas fritas, pero quizá pronto puedas comerlas —Dijo Mark con voz tierna.

Jeonghan al darse cuenta de la presencia de Jihoon, hizo una pequeña reverencia y sonrió con un poco de timidez.

—Buenas tardes, Jeonghan —Dijo Jihoon— creo que tenemos una sorpresa para ti.

— ¿Una sorpresa? —Murmuró— ¿Santa?

Mark rió.

—No, Jeonghan, no es Santa.

Eran las nueve de la noche y Seungcheol había llegado por fin a su casa, estaba muy cansado, y además, no se había divertido para nada. La chica era irritante y solo hablaba de su ex novio, era horrible.

Se lanzó al sillón y soltó un largo suspiró; se quedó ahí sentado durante unos veinte minutos aproximadamente, entreteniéndose en observar todos los objetos de su casa. Era increíble que todo le recordara buenos y malos momentos con su ángel. Sonrió nostálgico.

Su celular vibró dentro de su pantalón, lo tomó y revisó, era un mensaje de Meanie agradeciendo el divertido paseo —solo divertido para ella—. No respondió, no quería volver a salir con esa muchacha, no se comparaba para nada con Jeonghan, y él, quería a su ángel.

—Adiós —Dijo mientras que apagaba su celular por completo.

No tenía ganas de ir a trabajar mañana, así que envió un corto email a su jefe y al parecer, este lo entendió súper bien, bueno, había mentido un poco pero realmente no se sentía con ánimos.

Estaba un poco fastidiado, entre la molesta chica con la que había salido y el horrendo trabajo que tenía, destacando el poco sueldo que le pagaban. Quería renunciar y buscar algo mejor. Siempre pensando en él junto a una vida con Jeonghan.

Suspiró al oír suaves golpeteos en su puerta. Se levantó sin ganas y pasando su mano izquierda sobre su frente, abrió la puerta.

No dijo nada.

Tengo Un Ángel En Casa / JeongcheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora