Veinticinco

2K 281 117
                                    

Había tenido a Jeonghan abrazado sobre su pecho firmemente mientras que veían los dibujos animados favoritos de su ángel. Era una escena muy bonita; acostados en el estrecho sillón y cada uno con una pequeña sonrisa dibujada en sus labios. No sabía cómo describir tanta felicidad, se sentía vivo, tranquilo y no podía evitar sonreír por cada acción que hacia Jeonghan, era adorable.

No le gustaba ser cursi, nunca lo fue y tampoco se le había cruzado por la cabeza serlo, pero, se había vuelto un maldito romántico y por más que se lo negara, le gustaba.

Acarició el cabello de Jeonghan con ternura y dejó de mirar la televisión, ahora lo miraba a él, a quien tanto había extrañado.

Jeonghan muy pronto se quedó dormido, sin antes haber agradecido con mucha alegría a Jihoon y a Mark en su mente; son ángeles maravillosos y que sin duda esperaba poder comunicarse con ellos una vez más, necesitaba hacerles saber que estaba bastante feliz gracias a ellos.

Era de madrugada y Seungcheol estaba teniendo un sueño; una escultura de ángel que se derretía lentamente dejando ver diversos colores y brillos, y él, ya no tocaba nubes con sus pies; era césped. Sonrió en su sueño y tocó con una de sus manos el rostro de la criatura.

Sin duda, Seungcheol pensaba que a veces los sueños estaban conectados para darte una pista de que quizá algo sucedería o algo más. La idea de que son misteriosos no se iba de su mente, y es que sí, es un mundo totalmente diferente y hasta mágico, al menos en su caso, lo era. Quién diría que un sueño iba a darte el mejor regalo que podrías recibir.

El domingo no tardó en llegar, era un día nublado pero agradable para algunos. Se encontraban ambos jóvenes sentados en las sillas del comedor mientras comían un rico postre de flan de chocolate recién cocinado por los dos.

—Jeonghan —Llamó Seungcheol— ¿No volverás a irte? —El adverso negó— y… ¿cómo es que estás aquí?

— ¡Jihoon y Mark me ayudaron! —Exclamó Jeonghan con una sonrisa al recordarlos.

— ¿Jihoon y Mark?

—Mis amigos del cielo —explicó— me ayudaron a volver contigo, Seungcheol. ¡Pero también quiero ver a Santa!

El adverso rió.

— ¿Cómo puedo agradecerles?

—Amándome mucho —Seungcheol lo miró sonrojado— eso dijo Mark.

—En eso no hay problema —Contestó con voz baja y suave.

Jeonghan lo miró y sonrió.

—Te amo, Seungcheol.

Se sentía bien escuchar esas palabras de los labios de la persona a quien más amaba. Sonrió y tomó las mejillas de Jeonghan con suavidad y lo besó, aun teniendo en sus labios un poco de flan de chocolate.

—Por cierto —Seungcheol se retiró de su cuello el collar que en el pasado le había regalado a Jeonghan— esto te pertenece.

Jeonghan sonrió una vez más, tomó el collar entre sus manos y con una mirada nostálgica lo analizó con cuidado.

—Gracias.

Jihoon posó su brazo alrededor de los hombros de Mark, estaban contentos.

— ¿Cómo te sientes? —Preguntó Jihoon.

—Muy aliviado, viejo —Rió Mark mientras se cubría la cabeza.

Jihoon rió mientras que poco a poco Mark bajaba sus brazos.

— ¿No se enojó?

—Estoy demasiado contento para enfadarme —Respondió el hombrecillo— ¡no quiero tener más arrugas. Mírame!

— ¡No tienes nada!

Ambos se miraron y se carcajearon. Quizá ahora se había ido uno de sus ángeles, pero comprendían que Jeonghan estaba demasiado feliz al igual que ellos. Lo mejor es saber que una persona está feliz y que tú tuviste algo que ver en su felicidad. Eso te llena de emoción.

El anillo de Jeonghan desprendía una suave luz azul con pequeños destellos rosados, demasiado leve como para verlo a simple vista, indicando la felicidad que había en el cielo por haber cumplido el anhelado sueño de uno de sus humanos y además, devolver una gran parte de felicidad; y en la ciudad, en donde un par de enamorados no se separaban jamás. Todo iba bien.

Y esas sonrisas, caricias y besos no desaparecerían por mucho, mucho tiempo.

                              FIN.

Tengo Un Ángel En Casa / JeongcheolTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang