Diez

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Con los codos apoyados en el barandal de la pequeña terraza que poseía la casa, observó el azulado cielo siendo acompañado por bonitas y níveas nubes que se deslizaban sin preocupación alguna. El aire era agradable y fresco, era muy parecido al hogar del ángel.

Jeonghan se sentía agotado, Seungcheol había estado un poco distante los últimos días y eso le inquietaba un poco. Suspiró y bajó su mirada encontrándose con el chico de la otra vez, junto a Seungcheol, parecían preocupados e incómodos. No le gustaba.

—No era que, ¿yo te gustaba?

Y se supone que era cierto, Seungcheol miró a Donghae con una expresión casi indescifrable.

—Sí, me gustas.

Donghae sonrió y se acercó a Seungcheol intentando tomarle la mano; y más pronto que eso, Seungcheol alejó su mano de la ajena con severidad. Mirando al adverso con una extraña mueca.

Donghae era una persona un poco seria y demasiado madura, al principio, su tanta madurez era lo que había llamado su atención: había descubierto hace poco tiempo que se sentía de alguna manera cautivado por su amigo, y también, que la lejanía de ese tipo de Seungcheol lo lastimaba de cierta forma que no era grave.

Inhaló y exhaló con profundidad antes de retirarse de la vivienda. Estaba desconcertado; es que, no entendía del todo a su amigo, desde que conoció a Seungcheol este había mostrado bastante interés por él, y ahora, quizá ya no tanto, y creía saber por qué.

Seungcheol observó como Donghae se marchaba. Hubiera sido fácil aceptar la mano del otro pero sabía que no se sentiría muy a gusto. Eso asustaba.

Entró a la vivienda de no muy buen ánimo, se lanzó al sofá y repentinamente, un bonito ángel yacía frente a él de cuclillas mirándolo como un pequeño cachorro.

— ¡Tienes negro aquí! —Jeonghan acercó su mano a la mejilla de Seungcheol y la limpió con delicadeza.

—Estaba limpiando la cocina esta mañana —explicó— no te encontré en la habitación.

—Estaba en la terraza viendo como ese hombre te hablaba.

Seungcheol lo miró con seriedad.

— ¿No te enseñaron a no entrometerte en la privacidad de las personas?

—No.

—Claro, debí saberlo.

Seungcheol se olvidaba bastante de que se encontraba viviendo con un ángel, llamado de esa manera no solo por su linda apariencia sino que, era literalmente un ángel. A veces, se preguntaba si Jeonghan, estando en la tierra viviendo con una persona corriente como el, se olvidaría de que era una criatura mágica —por así decirlo—.

— ¿Estás enojado conmigo? —Preguntó el ángel. Seungcheol volteó a mirarlo con extrañeza. —Es que no me respondías.

Seungcheol se había distraído en sus pensamientos sin prestarle atención a Jeonghan; lo miró detenidamente. No podía dejar de pensar en que, era muy hermoso.

—No es eso —respondió Seungcheol.

— ¿Qué es?

—Siento que saliste de una caja de sorpresas enorme.

Eran exactamente las ocho de la noche, Seungcheol y Jeonghan se encontraban sentados en el comedor ingiriendo unas galletas de vainilla y bebiendo una taza de leche caliente.

—Seungcheol, —comentó Jeonghan— yo… ¿qué soy para ti?

El nombrado abrió sus ojos sorprendido y miró a Jeonghan, observando sus labios con suma atención. Pero, no respondió.

Jeonghan ya había terminado su comida, y Seungcheol lo miraba de reojo mientras la taza tapaba la mitad de su rostro al momento de beber lo que había dentro de ella. Miraba el lunes que el ángel tenía en su blanquecino cuello, le era tentador y muy sensual por alguna razón que desconocía.

Bajó la taza dejando al descubierto aquella mitad que era escondida por la porcelana y la dejó en la mesa con cuidado, para proceder a acercarse a Jeonghan.

— ¿Seungcheol?

Sus rostros estaban a solo centímetros de distancia, podían sentir la cálida respiración del otro. Seungcheol, con una de sus manos, elevó el mentón de Jeonghan acercándolo aún más a él.

— ¿Quieres saber que eres para mí?

Pronto la distancia dejo de existir y sus labios fueron unidos en un beso que no era brusco, en cambio, era lento y suave. Los labios del más alto se movían con ganas mientras que acariciaba los antebrazos del chico.

Jeonghan se sentía tan torpe, movía sus labios intentando seguir el complicado ritmo de Seungcheol. Además, Jeonghan jamás había experimentado algo como eso.

—Seungcheol —Dijo acompañado de un suspiro.

El joven se separó con cuidado del ángel y lo observó con sus labios levemente hinchados y húmedos.

Se levantó del asiento, y pasando por detrás del ángel, subió las escaleras con las manos en los bolsillos de sus pantalones. No se veía bien.

Lo único que Jeonghan pudo escuchar: fue la puerta al cerrarse con fuerza.

"Entonces... ¿Qué soy para ti?"

—Junio 15—

Tengo Un Ángel En Casa / JeongcheolWhere stories live. Discover now