Quince

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La casa en donde Jisoo realizaba sus festejos era gigantesca, las paredes eran de un claro color dorado y el suelo con cerámicas perfectamente ajustadas hacían lucir el lugar elegante y bien cuidado; sillones de cuero café y una distinguida mesa de centro en donde se encontraban aperitivos de todo tipo, mismos que eran consumidos por  Seungcheol; se encontraba de mal humor con sus piernas inquietas y sentado sobre aquel sofá.

Había tenido que ir nuevamente a una de las tantas fiestas de su primo, simplemente no pudo resistirse a las adorables miradas que Jeonghan le dirigía en casa para que fueran a divertirse, y bueno, más que a divertirse ambos iban a comer lo que tuvieran en frente.

— ¡Estas cosas son deliciosas! —Exclamó Jeonghan mientras que se llevaba a la boca una pequeña aceituna.

—Se llaman aceitunas —dijo Seungcheol con una pequeña sonrisa— podemos llevarnos varias si quieres —abrió la mochila negra que lo acompañaba la mayoría de las veces y en un pequeño bolsillo de ella, echó casi todas las aceitunas que a Jeonghan tanto le habían gustado.
—Pero no digas nada —Jeonghan miró a Seungcheol extrañado— no querrás que nos arrebaten todas las aceitunas ¿verdad?

— ¡No!

La gente del lugar era fina, las mujeres traían abrigos de animales o estampados grandes y totalmente peludos y feos —según Seungcheol—mientras que, los hombres vestían unos trajes negros, cada uno con un estilo diferente y a veces, un color distinto al de todos, como en el caso del ángel, quien llevaba un traje de color blanco que le quedaba como anillo al dedo.

— ¿Se están divirtiendo? —Preguntó Jisoo sentándose a un lado de Jeonghan.

—Oh, claro, bastante —Habló Seungcheol con sarcasmo.

— ¡Seungcheol puso todas las aceitu…

Fue interrumpido por la grande mano del nombrado, quien reprochó al ángel con tan solo una mirada.

— ¿Aún tienes esa manía de llevarte la comida de las fiestas? —Jisoo levantó una de sus cejas.

—Te dije que no hablaras —le susurró Seungcheol a Jeonghan.

—Se me olvidó.

—Eso no te interesa, Jisoo. Si me robó la comida de tus fiestas es mi maldito problema, por cierto, las aceitunas están horribles.

— ¿Hablaremos de mis aceitunas o de que vengo a robarme a Jeonghan un momento? —Preguntó Jisoo con una sonrisa, aquella que era insoportable y estúpida para Seungcheol.

—Jeonghan se queda conmigo.

—Tranquilo, mira —apuntó con el índice hacía el pequeño bar de la casa— Ahí esta Donghae. Creo que le debes una conversación.

—No le debo nada.

—Bueno, el sí, una alegre y entretenida conversación sobre su posible relación amorosa.

Donghae caminaba hacía los tres chicos con una expresión seria, y al momento de alcanzarlos, se mantuvo de pie mirando a Seungcheol con sus cejas alzadas.

— ¿Me acompañas? —Preguntó con las manos en los bolsillos de su pantalón.

Seungcheol frunció el ceño. La verdad, era que si necesitaban establecer una conversación sin enfadarse, les hacía falta para arreglar asuntos y quedar en algo.

Se levantó del sofá y siguió a Donghae sin antes darle una mirada de advertencia a Jisoo.

La fiesta transcurrió con normalidad, la gente hablaba alegre con una copa de vino en una de sus manos y algunas bailaban al compás del ritmo del Jazz.

El grito de una mujer y vidrios siendo rotos fue lo que se escuchó en toda la casa, llegando a los oídos de Seungcheol y Donghae, quienes se encontraban en una grande habitación con una conversación a medias.

— ¡No te muevas!

Ambos chicos bajaron las escaleras, encontrándose con hombres encapuchados, vestidos de negro y con una pistola apuntando hacia Jisoo con firmeza.

— ¡Hey! —Exclamó Seungcheol caminando lentamente y con las manos alzadas— tranquilo, tranquilo.

El hombre rápidamente apuntó hacía Seungcheol.

— ¿Dónde está? —Preguntó otro sujeto apuntando hacia la multitud que observaba con terror — ¡El dinero, imbécil!

— ¡No lo sé! —Gritó un joven con cabello rubio y demasiado delgado. Parecía ser de nacionalidad China.

— ¡Oye, tranquilo! —Exclamó Seungcheol. Jeonghan se acercaba hacía el lentamente.

Wonwoo trató de abalanzarse hacia el sujeto, tratando de golpearlo con un adorno de cerámica. El hombre de hombros anchos tomó por el cuello de la camisa de Wonwoo tirándolo lejos de él, mientras que, una bala viajaba a toda rapidez directamente hacia Seungcheol.

Los gritos no se hicieron esperar y los sujetos tras haber tomado algunas cosas de fortuna se marcharon a toda prisa del lugar.

— ¿Jeonghan?

La bala atravesó el hombro del nombrado. Al ver la bala dirigiéndose hacia Seungcheol, el ángel, con la rapidez que solo él tenía, se posicionó frente al más alto, recibiendo él el impacto.

— ¡Jeonghan! —Gritó Seungcheol agachándose frente al chico con desesperación, sosteniendo su cuerpo con manos temblorosas— ¡Oye!

— ¡Llamen a la ambulancia! —Gritó un hombre robusto y de ojos pequeños.

El rostro de Seungcheol expresaba pánico. Pronto su vista se volvió borrosa a causa de las lágrimas que aguantaba.

Los ojos de Jeonghan estaban entreabiertos, el rosa de sus mejillas se había esfumado y su mano agarraba con debilidad el pulgar de Seungcheol.

Y es que, le dolía.

—Septiembre 01—

Tengo Un Ángel En Casa / JeongcheolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora