Veinte

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Su humor no era para nada bueno, su rendimiento en el trabajo iba bajando y ya no hablaba con sus compañeros como solía hacerlo: con bromas y tonterías de jóvenes. Ni siquiera había prendido su móvil para mirar la fecha del día. Solo pensaba en llegar a su casa, tirarse al sofá y mirar a Jeonghan por horas, y quizá también, una que otra caricia.

Eran las ocho de la noche, le había tocado reemplazar a uno de sus compañeros que se había torcido el tobillo unas pocas horas antes.

Miró las pocas monedas en la palma de su mano, suspiró fastidiado, dio media vuelta, tomó su mochila con bastantes bolsillos y se marchó a casa.

— ¿Jeonghan? —Subió las escaleras y abrió la puerta de la habitación esperando ver al ángel. Efectivamente, se encontraba durmiendo en profundidad mientras que abrazaba una almohada mediana, la cual era utilizada por Seungcheol a la hora de dormir.

Sonrió con ternura. Se dirigió a la cocina y cenó en silencio, perdido en sus pensamientos mientras que miraba frente a él una envoltura de papas fritas.

Tenía tantas dudas que él sabía a la perfección que podrían no ser respondidas, o no ser respondidas de forma correcta, no lo sabía bien. Se sentía un poco frustrado con todo lo que estaba sucediendo, pero de todas maneras, trataba de evitar pensar en eso, aunque, como ahora, le era imposible.

Sonrió al recordar la primera vez que conoció a su ángel, el muy inocente chico creyó que la pared se iba a caer y se quedó sosteniéndola por mucho tiempo. En ese momento era aterrador, pero ahora, le causaba bastante risa y ternura.

Recordó sus gritos de emoción al ver su caricatura favorita; su habitación llena de migajas de papas fritas y sus envoltorios vacíos; sus encuentros de cercanías bastantes placenteros; su sonrisa, ¿Qué haría él sin esa sonrisa?

Soltó una pequeña carcajada, recordó aquella vez cuando Jun se quejó infantilmente porque Jeonghan podía sentarse y acostarse de manera libre en su cama. Quien pensaría que ahora dormía con él todas las noches, ¡Quien pensaría que un simple sueño pueda hacerse realidad!

Porque sí, aún no olvidaba aquel sueño en donde ahora sabía con claridad que aquella escultura era Jeonghan.

— ¿Seungcheol? —Volteó su cabeza hacía donde se encontraba la voz de Jeonghan y le sonrió.

— ¿Qué sucede? —Preguntó Seungcheol? — ¿No estabas durmiendo?

— ¿Por qué demoras tanto en ir a la habitación? —preguntó con voz suave— no me gusta dormir solo.

—Estaba comiendo —rió— tranquilo, ya iré.

—Quiero estar contigo —susurró Jeonghan mientras subía las escaleras, a lo que Seungcheol no logró escuchar.

Eran las diez de la noche, era todo muy silencioso y quizá hasta un poco más frio de lo normal. Seungcheol subía las escaleras lentamente para dirigirse a su habitación, la que compartía con Jeonghan desde hace unos meses. Al entrar, se encontró con el muchacho mirándolo con atención, se notaba que había estado esperándolo.

Seungcheol le sonrió.

—Ven, vamos a dormir —comentó mientras ambos se acomodaban en la suave cama.

Si algo era raro, era que Jeonghan se encontraba mucho más tranquilo, lo normal ahora sería que se lanzara a la cama de un solo salto. Pero no lo hizo.

— ¿Qué pasa, Jeonghan?

El adverso no respondió. Se acercó a Seungcheol y le dio un corto beso en los labios mientras que lo abrazaba con fuerza, aferrándose a Seungcheol sin alejarse ni un poco.

— ¿No recuerdas que día es hoy? —Preguntó Jeonghan con sus ojos cerrados.

—Creo que es martes.

Jeonghan se acurrucó en Seungcheol y sintiendo nostalgia, se durmió.

Seungcheol estaba teniendo un sueño, no era bonito; todo era negro con pequeños destellos blancos, veía aquel collar que le había regalado a Jeonghan, también a un hombrecillo mirándolo con tristeza.

Sintió frio, se despertó lentamente mientras que refregaba sus ojos con sueño. Se sentó en la cama y miró a un lado de él.

— ¿Jeonghan?

Tomó entre sus manos la cadena de Jeonghan, aquella que Seungcheol le había regalado. Estaba sobre la almohada.

Empezó a preocuparse, Jeonghan jamás salía a alguna parte menos en la noche. Se levantó de la cama descalzo y buscó por el baño, el living, la cocina, y todos los cuartos de la casa.

—Joder.

Se sentó en su cama suspirando con fastidio.

— ¿Por qué siempre hace lo que quiere? —Se quejó— nunca recoge los envoltorios y los lleva al basurero y ahora resulta que…

Abrió sus ojos cuanto pudo. Buscó su celular con rapidez y espero con impaciencia a que se prendiera.

Quería gritarle a su móvil que fuera más rápido, pero se deshizo de esa idea en cuanto se prendió completamente.

Sus manos temblaron al leer la pantalla.

Hora: 00:16

—Octubre 04—

Tengo Un Ángel En Casa / JeongcheolWhere stories live. Discover now