Cinco

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Era inevitable: el olor a vainilla, cada dibujo animado que transmitía el televisor, el salado olor a papas fritas y el color blanco era lo que le recordaba bastante a Jeonghan; no es que el más bajo estuviera lejos, para nada, se encontraba durmiendo en la colchoneta a un lado de la cama de Seungcheol; solo que, no podía dejar de sacárselo de la cabeza, eso se estaba convirtiendo en un problema.

Miró el sillón vacío con la televisión apagada, todo estaba muy tranquilo, y fue ahora cuando se preguntó si así se sentiría nuevamente la paz en su hogar. Le irritaba.

Comenzó a cantar en voz baja, hace mucho tiempo que no lo hacía, pero precisamente hoy sentía que debía hacerlo. Su voz era profunda y grave; agradable y bonita. Sus palabras melodiosas salían de su boca con más naturalidad. Revolvió su café y se sentó en el sofá con él en la mano mientras que cantaba despacio. Se sentía aliviado, como nunca antes.

Sintió pequeños pasos en las escaleras, su mirada se dirigió hacía el dueño de aquellos sonidos: con Jeonghan.

Dejó de cantar rápidamente y lo miró con unos de sus pijamas, púes Seungcheol le había prestado una camiseta y unos pantalones que le quedaban demasiado grandes; Jeonghan no era tan alto ni tan ancho como lo era Seungcheol. Y hablando de estas cosas, Seungcheol jamás se había detenido a mirar con tanta atención al ángel. Era muy hermoso, su contextura delgada pero sin exagerar, le atraía. Le llamaba mucho la atención las facciones tan finas que el otro poseía, es que, nunca había visto en un hombre facciones así.

— ¿Sucede algo?

Salió abruptamente de sus pensamientos al escuchar la suave voz de Jeonghan. Negó suavemente con su cabeza y continuó bebiendo de su café.

—No, ¿pasa algo contigo? Haz estado durmiendo todo el día.

—A veces aquí abajo, en la tierra, me cansó más rápido —se sentó junto a Seungcheol.

—Supongo que es normal.

Jeonghan alzó sus hombros.

—Hoy te quedarás en la habitación, vendrá alguien.

Y Jeonghan odiaba con todas sus fuerzas —según él— cuando había visitas.

—Pero quiero quedarme contigo —comentó mirando sus manos posadas en sus rodillas.

Seungcheol suspiró. Realmente este chico era como cuidar a un niño.

—No.

Cuando cayó la tarde lentamente y el sol hacía de las suyas iluminando gran espacio de la casa con sus tonalidades anaranjadas y rosadas. Seungcheol ya se encontraba con su visita en el hogar; era un hombre alto, apuesto, ojos un poco grandes y cabello corto.

— ¿Qué dices, Donghae? —Preguntó Seungcheol mirando al hombre— Tal vez podríamos salir a algún lado —agregó—

Si algo era cierto, era que Donghae para Seungcheol era importante y especial en su vida. Digamos que, su amor no correspondido. Sí, Donghae no sentía nada por Seungcheol, pero aun así, el adverso se negaba a retirar sus sentimientos por el sujeto.

Se conocieron en el casino de la universidad; tenían amigos en común y fue más fácil para Seungcheol acercarse al chico. Hace 5 meses que tenían una amistad casual y Seungcheol ya estaba completamente enamorado —o eso creía—.

—Solo vine porque me dijiste que necesitabas ropa de talla pequeña urgentemente —dijo Donghae con el ceño levemente fruncido mientras que dejaba sobre la mesa una bolsa blanda.

—Podrías darme una oportunidad — Seungcheol sonrió.

Donghae puso sus ojos en blanco, tomó sus cosas y salió de la casa sin antes despedirse de Seungcheol. Este, bajó la cabeza.

Jeonghan se encontraba sentado en uno de los escalones escuchando todo lo que decían los chicos, sabía que estaba mal, pero no pudo evitarlo, quería ir al baño y se detuvo a oírlo todo.

De su cabeza salía una pequeña aureola, aún que, estaba roja y temblando; al igual que Jeonghan.
Le disgustaba la idea de que Seungcheol tuviera a otro amigo, y no era algo como Jun. Seungcheol podía sonreírle con naturalidad y causarle más sentimientos que Jeonghan sabía, que él no provocaba.

Escondió su cabeza en sus rodillas con sus puños apretados fuertemente hasta dejar sus nudillos blancos. Pasaba que, los ángeles tenían un corazón tan pequeño que solo podían tener uno o dos sentimientos a la vez, y que cuando uno de estos era más remarcado que el otro, este salía a flote fuertemente.

Sinceramente, Jeonghan no sabía muy bien sus sentimientos, solo sabía que apreciaba a Seungcheol como cualquier buen ángel que cuidaba a su muchacho.

— ¿Qué haces aquí?

Levantó su cabeza para mirar al dueño de aquella profunda voz: Seungcheol se encontraba mirándolo con ojos interrogativos.

Jeonghan se encontraba con su mentón apoyado en sus rodillas mirando los pies de Seungcheol.

— ¿Quién era ese chico? —preguntó en voz baja, pero el más alto pudo oírlo a la perfección.

Por alguna razón que Seungcheol desconocía, no podía decirle que Donghae era el amor de su vida, que está enamorado de él y por nada del mundo piensa renunciarlo. Púes, sentía que iba a lastimar de alguna manera al ángel, y no quería eso. Solo se mantuvo en silencio mirando a Jeonghan, este se encogía levemente en los escalones.

Suspiró, miro la aureola sobre la cabeza de Jeonghan y se sentó a su lado del escalón para mirarlo más de cerca.

—Eso no te incumbe —respondió finalmente.

Jeonghan se levantó del escalón y subió rápidamente los peldaños evitando cualquier tipo de contacto visual con Seungcheol.

Tengo Un Ángel En Casa / JeongcheolWhere stories live. Discover now