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Ruki

Respiré profundamente, no podía creer que por fin estuviera de regreso, no veía a nadie de mi país en más de dos años. Estaba nervioso y ni siquiera entendía por qué. Sentí la mano de Nao tomar la mía con fuerza. Me sonrió, aliviando un poco mi intensidad, también no habíamos dormido en horas y el cambio de horario me estaba matando.

Acomodé la mochila en mi espalda y el estuche de mi cámara en mi hombro, los dos salimos de la sala hacia la zona general del aeropuerto. Sentí una gran alegría al ver a Reita, Kai, Sakito, Shou y Kyo esperándonos con pequeños carteles de bienvenida.

Traté de no correr, fue casi imposible no aventarme hacia mi hermano, creo que lo mismo ocurrió con Nao y Shou, puesto que escuché a Sakito quejarse de la ridiculez.

—Que bueno que estén de vuelta —me dijo Kai al abrazarme. Sonreí, era muy extraño como ese chico se había vuelto mi mejor amigo, después de que Kouyou hubiera dejado este mundo; era irónico, al principio no aguantaba su presencia, incluso después de todo el problema con la mafia me era difícil verlo con Reita, aun si ya no éramos nada.

Poco después entramos a la misma universidad, a la misma carrera, aunque yo terminé por abandonarla para unirme a los cuerpos de paz junto a Nao, quien tenía una especialidad de paramédico. Kai y yo nos hicimos muy cercanos en cuestión de meses y para ese momento, hablábamos diario. 

—Están muy bronceados —dijo Reita con sorpresa, aun usaba su cabello rubio.

Nao asintió—. Eso pasa cuando estás bajo el sol de África diario, durante dos años —respondió.

Me tomé unos segundos para apreciarlos a todos, se veían diferentes y no había pasado tanto tiempo. Shou se veía mas pelirrojo, ahora llevaba unas gafas cuadradas de pasta que lo hacían lucir como intelectual, seguía vistiéndose como un chico cualquiera, si lo veías en la calle pensarías que no pasaba de los veintidós. Todo lo contrario a Sakito, quien a pesar de estar usando ropa casual, lucía increíblemente elegante con una bufanda alrededor de su cuello y una camisa larga. Tenía esa misma mirada cínica que le conocía tan bien, aunque ya no lucía las ojeras que adornaban sus ojos la última vez que lo vi, antes de que fuera fiscal.

Reita y Kai por su parte parecían salidos de una revista familiar, los brazos del rubio estaban mucho más marcados de lo que recordaba y Kai, bueno él solo necesitaba sonreír para hacerte olvidar de todo lo demás. El único que lucía igual que siempre era Kyo, desaliñado con un pantalón deportivo en la cadera y su camiseta de tirantes blanca; tenía la impresión de que si hubiera podido, hubiera llegado sin ella.

Me sentí un poco incómodo, ahí estaba yo con mi piel bronceada, el cabello deslavado por no haber recibido un tratamiento apropiado durante dos años y seguramente oliendo peor que un elefante después del baño de lodo.

—Creo que necesito pasar al baño —dije rascándome la nuca.

Kyo asintió mientras me quitaba la mochila de la espalda—. Te esperamos acá -—señaló un Starbucks—. Después iremos a comer, apuesto que extrañaron la comida.

—Como no tienes idea —respondió Nao suspirando casi con dolor.

Me dejé el estuche de la cámara en el hombro y avancé dejándolos atrás. Una vez adentro me eché un poco de agua en la cara mirándome al espejo fijamente. 

—Tranquilo —me dije cerrando los ojos. 

Sin querer una escena se repitió en mi cabeza, había una multitud y yo estaba atrapado en medio, sabía que iba morir ahí, podía ver la mano de Nao a lo lejos pero no sería capaz de alcanzarla entre el tumulto. Volví a abrir los ojos, tuvieron que pasar varios segundos antes de poder recordar que estaba de vuelta en el aeropuerto, a salvo. Escuché la puerta abrirse nuevamente y agradecí haber estado solo hasta el momento, no le hice caso pues ni siquiera me volteé a ver quien había entrado. Tal vez debí hacerlo porque me tomó por el hombro y me volteó bruscamente soltándome un puñetazo que me derribó.

2Fast, 2Beautiful [The Gazette]Onde histórias criam vida. Descubra agora