25

48 6 1
                                    

Hiroto

Apenas había alcanzado a mandar los mensajes cuando el dichoso guardaespaldas regresó a la habitación, no había querido marcar a emergencias, aunque tal vez debí haberlo hecho en primer lugar. Solo que no quería causar un escándalo, al ser famoso, cualquier cosa que hiciera podía estar bajo un microscopio y lo menos que quería era atraer la atención de la prensa. También supongo, que muy en mi interior quería que Kyo recibiera el mensaje, aún si había dicho lo contrario.

Durante toda la maldita gira no había dejado de pensar en él, en Kyo y su cuerpo contra el mío, sus labios, su risa. Yo sabía la clase de miradas que todos me dedicaban cuando hablaba de él, incluso mi padre me había dicho que jamás se le hubiera pasado por la cabeza que yo me fijara en alguien como él. Yo tampoco. Sin embargo, había tantas capas de Kyo que no le mostraba a todo el mundo, como ese enorme cliché de película romántica, podía ser un salvaje para muchas cosas, tener el peor o el mejor gusto para vestir; con Kyo nunca había grises, ni medias tintas. Se entregaba por completo o no te dedicaba siquiera una mirada.

Para mi, era completamente obvio que tomara las decisiones que para todos parecían indescifrables y es que no conocían a Kyo como yo. Yo lo amaba por eso. No por todas las ocasiones en las que él me había llevado a clases de canto, o a las audiciones; tampoco por la forma en la que me abrazaba o me sonreía; o que podíamos pasar horas hablando sin aburrirnos ni un momento. No, no tenía nada que ver, aquello era algo agregado, la consecuencia de nuestra relación. Yo amaba a Kyo porque era el único que me veía completamente, como yo lo veía a él; así, sin medias tintas.

Un amor que cargaba a cuestas sin ser enteramente correspondido, y nada tenía que ver con esa fatídica fiesta cuando había dicho que él podía ser pareja de Kai. Fue más bien el pretexto que había dado, a mi y a los demás. Yo sabía lo que Kyo sentía por mi, a veces pensaba que incluso podía llegar a amarme más de lo que yo lo amaba a él, pero casi siempre me daba contra el suelo, pues con él siempre era blanco o era negro. Y era esa estúpida creencia suya de no sentirse suficiente para mi, la que había marcado nuestro destino. Las incontables veces que lo había visto irse con alguien más, sabiendo que mi nombre sería pronunciado entre caricias y besos, que nunca eran para mi.

Más de una persona lo llamaría masoquismo, solo que yo no sabía hacer otra cosa mas que esperar a que estuviera listo, que un día despertara y se diera cuenta de al menos la mitad de las cosas que yo veía en él, que por fin se atreviera a verme a los ojos y decirme lo que sentía. Sin embargo había preferido irse con Toshiya a pensar que merecía una oportunidad de tener algo maravilloso, por lo que había estallado en ira. Ese día cuando nos habíamos besado me había decidido a adelantarme, dar el paso por él y nuevamente, Kyo se había echado para atrás pensando que estaba protegiendo mi corazón cuando en realidad lo estaba haciendo añicos.

Me arrepentí al minuto de dejar Tokio de haber hecho semejante escena, también pensaba que era la única manera en la que reaccionaría, tal vez si pensaba que no estaría más. Me había equivocado nuevamente, solo había servido para hundirlo más, me destrozaba la cabeza pensando qué podía hacer con Toshiya, aunque quería confiar en que no sería tan estúpido para caer en una provocación; era mi mayor temor.

Así que, ahí estaba, secuestrado en mi propio cuarto de hotel, pensando en que haría la labor del caballero de la brillante armadura y vendría a romperle la cara al guardaespaldas. Cosa que obviamente no sucedería.

—¿Es por dinero? —Me atreví a preguntar después de un rato de silencio sepulcral, no había sido violento conmigo. Solo se había sentado frente a la puerta con un arma en la mano y me había prohibido salir o comunicarme, veía a cada tanto su celular y gruñía si hacía alguna pregunta.

2Fast, 2Beautiful [The Gazette]Where stories live. Discover now