No. 2 || Detention Day

10K 888 406
                                    

Damián miró sus pies colgar de la silla de cojín raído. Hizo una mueca de desagrado, el amueblado en la oficina de su padre era mucho mejor. El escritorio de Bruce Wayne era imponente, negro y grande, no como esa mediocre superficie de madera patéticamente decorada con un mantel igualmente patético, que la directora de su escuela utilizaba como base de operaciones.

–Tu hermano dijo que estaría aquí pronto.

Damián levantó la mirada y observó a la profesora con indiferencia.

–Eso espero –repuso con frialdad y se cruzó de brazos, desviando la vista. No estaba preocupado, Richard siempre comprendía lo que había tras sus reportes de mala conducta. Luego de escuchar con su mejor cara de seriedad el sermón de la "vieja cara de buitre" como le habían apodado, tomaría a Damián de la mano y le llevaría a comer helado.

"Aunque, creo que el clima es algo fresco para ir por helado, debería pedirle algo más" pensaba, cuando su teléfono celular vibró dentro de su bolsillo. Con descaro, sacó el aparato en las narices de la directora y desbloqueó la pantalla con un elegante movimiento para abrir su chat:

Richard

Lo siento, lo siento, lo siento.

Por favor no me apuñales.

Juro que lo compensaré en la cena.

Damián arrugó el ceño. Apenas había comenzado a teclear de vuelta, preguntando qué demonios ocurría, cuando la puerta de la dirección se abrió bruscamente.

Las botas militares hacían que sus fuertes pasos resonaran en toda la habitación, el cuello de su característica chaqueta café estaba levantado, y su cabello hecho un desastre.

–Y bien, pequeño mocoso ¿Qué hiciste ahora? –Jasón apoyó su mano sobre su cabeza, apretándola.

Damián forcejeó, haciendo una mueca de fastidio.

–¿Por qué estás aquí? ¿En dónde está Richard?

–Dickie tiene cosas qué hacer en el trabajo, y me sobornó para que viniera a hablar con esta señora –explicó brevemente y se giró hacia la directora– Entonces ¿Por qué llamó?

La mujer contuvo el aliento, acomodando su trasero una y otra vez sobre la mullida silla.

–¿Quién es este hombre, Damián? –preguntó en voz baja, sin despegar sus saltones ojos del chico, seguramente estaría pensando que se trataba de algún delincuente.

Damián suspiró, no la culpaba.

–Él es mi hermano –respondió a regañadientes.

–Algo así –puntualizó Jason en voz alta–. Todos somos adoptados, menos el enano aquí presente. Mi nombre es Jason Todd.

La directora asintió dubitativa.

–Heder Díaz –sonrió forzada a modo de saludo, como si temiera tenderle a Jason la mano–... Emm, si gusta, puede solamente firmar el reporte, después me comunicaré con el joven Grayson para comentar el asunto...

–¿Asunto? ¿Cuál asunto? –inquirió, al tiempo que le arrebataba la hoja– Agresión a un compañero –leyó con el ceño fruncido– ¿Qué significa esto, Damián?

–El señor Wayne ha tenido varios desplantes como este en lo que va del ciclo escolar y–

–No estoy hablándole a usted –le cortó Jason, sin dejar de observar a Damián. El más pequeño desvió la mirada y se cruzó de brazos en respuesta–. Yo no tengo la paciencia de Grayson, así que más vale que te apures a explicarme esto.

Damián levantó la barbilla, apretando más los labios.

–Tsk, no tengo tiempo para esto –Jason se acuclilló violentamente y tomó a Damián con fuerza por los hombros. El niño se giró hacia él, haciendo una mueca de dolor, con los ojos cargados en desdén.

–Responde –ordenó el mayor, sin inmutarse.

Damián chistó.

–Fue culpa de ellos –siseó, apretando los dientes–. Ellos pensaban que ser blancos tienen el derecho de burlarse de mí, creían que yo era inferior por mi origen étnico. Claramente necesitaban una lección.

Lentamente, Jason soltó el agarre de los hombros de Damián.

–¿Burlarse? –repitió– ¿Ellos hicieron eso?

Damián asintió.

–Fue por eso que lo hice.

–¿Qué hiciste qué?

–Que les rompí la nariz.

Jason abrió los ojos sorprendido, mientras se levantaba con la vista fija en el mocoso frente a él.

–Bueno –dijo–, no puedo decir que no estoy orgulloso.

Damián se quedó helado. La silla en la que estaba sentada, hizo un estrepito cuando la directora se puso bruscamente de pie.

–¿Disculpe? –inquirió, llena de incredulidad– ¿Orgulloso ha dicho?

Jason se giró hacia ella, dando un paso al frente con el mentón hacia arriba, haciéndola retroceder.

–Escuche bien, vieja arpía –escupió–, si tiene algún problema con mi hermano rompiéndole la cara a idiotas racistas, entonces no deje que los idiotas racistas se le acerquen. Le aseguro que eso le ahorrará muchos problemas con mi familia. Y en cuanto a esto –ondeó el reporte frente a su cara, antes de hacerlo nada en la palma de su mano y arrojarlo al escritorio–, puede métaselo por donde mejor le quepa.

Jason se giró hacia Damián, ignorando la cara estupefacta de la directora.

–Mocoso, agarra tus cosas, nos vamos –indicó, al tiempo que abría la puerta para él.

Damián tardó unos segundos en reaccionar. Tomó sus cosas y con la mochila al hombro, se apresuró a salir por donde su hermano le había ordenado.

–¡Esto es una falta de respeto! –exclamó la directora, recuperándose de la sorpresa– ¡Podría llamar a la policía y denunciar esta agresión ahora mismo!

–¡Ja! Lo que diga –se burló Jason–, pero si de verdad va a llamarles, dele saludos a Dick Grayson de mi parte.

Y dicho esto, salió de la dirección y comenzó a caminar con Damián hacia el estacionamiento de la escuela, donde los esperaba el auto familiar.

–No tenías que hacerlo –musitó Damián a Jason, con la vista fija en sus pasos–. Lo que sea que hiciste, no tenías que hacerlo.

Jason rodó los ojos y sacó las llaves del bolsillo para quitarle el seguro al coche frente a ellos.

–Quizás no tenía –reconoció con desinterés–, pero lo hice, así que deberías utilizar tu generosa mesada para recompensarme con una cerveza –dijo, al tiempo que abría la puerta y subía al vehículo.

Damián hizo lo mismo, abordando el asiento del copiloto.

–¿Quieres decir que no iremos por helado? –preguntó con el ceño fruncido, mientras abrochaba su cinturón.

–Claro que no –río Jason– ¿Me viste cara de Grayson? Antes di que no estoy haciendo que camines a casa por hacerme venir hasta acá.

Damián arqueó una ceja.

–Si no fuera porque viniste por mí, Richard jamás te habría prestado el auto.

–Mocoso arrogante, ahora debes invitarme dos cervezas por la falta de respeto –Jason encendió el auto y subió el volumen del auto suficiente para que el mocoso no pudiera responder.

Damián dejó a su rostro volverse antipático, mientras se acomodaba en el asiento pensando en que en la noche haría pagar caro a Grayson por esto. Sin embargo, de alguna manera no se sentía del todo mal estar en el auto con esa música, a punto de ir a gastar su mesada en alcohol para el idiota que acababa de gritarle a la directora por defenderlo.

De hecho, de alguna manera, no se sentía del todo mal estar con Jason. 

Batfamily One Shots || Son AdoptadosWhere stories live. Discover now