No. 23 || You're my End and my Beginning

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 –Bien, supongo que es todo lo que puedo enseñarte –Dick se limpió las manos en el pantalón de mezclilla que llevaba y colocó el mandil que había estado usando en el perchero de la cocina–. Aunque, sigo pensando que Alfie sería un mejor maestro que yo.

–Alfred hace demasiadas preguntas.

–Yo también.

–Sí, pero a ti puedo decirte que guardes silencio.

Dick sonrió ante lo dicho por su padre y se sentó a su lado en una de las sillas de la barra. El horno estaba encendido, en espera de la lasaña que pronto estaría lista. Observó el rostro de Bruce, su mandíbula fuertemente apretada, mientras veía a la comida cocinándose de manera fija.

–Oye –Dick le llamó, inclinándose hacia él–, todo estará bien. Es solo una cita.

Bruce miró hacia el suelo, cogiendo un poco de aire.

–Sí pues, no he tenido una de esas en un largo tiempo –dijo y apretó los labios, evitando la mirada de su hijo a toda costa.

Dick tocó el antebrazo de Bruce con suavidad. Sus ojos azules le miraban tiernamente, su familia era tan extraña y gótica, un total desastre con las relaciones humanas sin dudas.

–Pues yo tengo de esas bastante seguido –repuso, sonriendo divertido–, y puedo decirte que la mitad del trabajo está hecho si les preparas la cena.

Bruce no dijo nada ante ello. Él sabía que Dick era un chico promiscuo y, por más veintiún años que tuviera, eso no le hacía la más mínima gracia. Observó el tacto de la mano de Richard sobre su piel y suspiró.

–Ni siquiera sé porque he aceptado salir con ella, no encuentro ningún objetivo en ello –confesó, elevando una de sus manos para comenzar a juguetear con los dedos de uñas mordidas de su hijo.

–No tiene que haber algún objetivo, Bruce –explicó Dick, su voz era dulce–. Quizás solo es bonita y te agrada y quieres tener una cena con ella para conocerla o pasarlo bien.

Bruce tragó, incómodo.

–Es bonita –musitó, arqueando las cejas como quién no quiere la cosa.

Dick sonrió burlón en su dirección.

–Eso es un avance –soltó una risita, mordiendo su labio inferior. La luz del horno se apagó entonces, llamando su atención. Dick se puso en pie enseguida y fue donde los guantes de cocina para sacar el guiso con cuidado. Bruce le observó, preguntándose en qué momento había crecido lo suficiente para tener permiso de acercarse a la estufa.

–La lasagne, mio señore –anunció Dick cantarino, con el platillo entre sus manos. La lasaña lucía bastante bien, mientras la colocaba en la barra y se giraba para ir por los platos y cubiertos.

–¿Deberíamos llamar a los chicos ya? –Bruce preguntó.

–No, deja que se enfríe un poco –Dick respondió, partiendo la comida con un cuchillo, en partes iguales para que el vapor comenzara a salir–. Además, el olor los traerá aquí por sí solos, se ve que te ha quedado delicioso –añadió, regalándole una sonrisa de cumplido su padre.

Bruce desvió la mirada.

–Lo has hecho tú en su mayoría –dijo.

–¡Claro que no! Ayudaste un montón –Dick replicó–, ya deja esa falsa modestia –se acercó a él, reprendiéndole risueño, y colocó una mano sobre su hombro.

Bruce observó el tacto nuevamente. Siempre le había fascinado de alguna forma esa manera peculiar que Dick tenía de hablar mediante cercanías.

Batfamily One Shots || Son AdoptadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora