No. 35 || One Single Star Lights The Way

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Dick metió las palomitas al microondas y se rascó bajo la nariz. Quien quiera que hubiese inventado las cánulas, seguramente jamás tuvo la necesidad de usar una. Miró su reflejo en el vidrio los azulejos blancos y lustrados sobre la estufa y acomodó bien el gorro negro que últimamente usaba sobre su cabeza de cactus. Las vendas se sentían ásperas contra su nuca, envolviéndole el cráneo para proteger las apenas sanadas heridas de las operaciones, y el catéter en su cuello le daba escalofríos.

–¡Grayson, ya le vamos a dar play! –Damián exclamó desde la sala, en donde todos esperaban ya acomodados y en pijamas por los bocadillos. Era viernes. Día de su maratón de Diario de Vampiros.

Dick miró su reflejo de nuevo, lamentable. Una sonrisa pequeña se plantó en sus labios.

–¡Ya casi están! ¡Voy a hacer las de caramelo! –respondió.

–No son para que te atragantes como la otra vez, Todd –Dick escuchó la voz de Damián advertir en tono autoritario.

Jason reclamó.

–¡Yo no me atraganto!

–Sí, sí lo haces –Tim intervino. Él se estaba encargando de conectar las bocinas que habían sacado del cuarto de entretenimiento privado de Bruce, sin que el hombre lo supiera.

–¿¡Tú por qué reclamas si ni comes!?

Los chicos siguieron discutiendo. Algo cálido en el pecho de Dick se extendió como un veneno. Habían pasado dos días desde que llegó del hospital en Metrópolis. De nuevo, rascó el lugar en dónde estaba la cánula enviando analgésicos dentro de su cuerpo para que pudiera tolerar el dolor. Igual, en una media hora necesitaría conectarse a la intravenosa de su brazo para que le pasaran algo más fuerte. La alarma del microondas sonó. Dick sacó las palomitas.

–¡Ow, quema, quema! –siseó, al tiempo que brincaba en puntillas, aproximándose a la alacena para sacar un bowl y vaciar la bolsa– ¡Jason ¿Llevaste la salsa para las naturales?! –preguntó, alzando a voz en dirección a la puerta.

–¡Aquí la tengo! –su hermano respondió.

–¡Yo me traje el cátsup! –Tim anunció.

–¡Tim no empieces con tus asquerosidades! –Jason reclamó, ofendido.

–¡Cállate, Todd! ¡Drake puede ser todo lo asqueroso que quiera, mientras yo esté aquí!

–Este... ¿Gracias?

Dick río bajito, al tiempo que sacudía el bowl para que las palomitas se asentaran, y miró su reflejo otra vez en el azulejo. Realmente, él no lo había procesado aún. Sus ojos estaban llorosos, cansados. Jason gritó alguna obscenidad en la sala, la expresión de Dick se tornó cálida.

Y sus ojos. Vuelta en una esquina, océano en una taza de té

Dos pasos a la derecha, uno a la izquierda,

Tres de azúcar y un poco de crema.

Cuando estaba en cuidados intensivos, el día que les permitieron decir adiós porque los doctores creyeron que no sobreviviría la noche, Todd le había llevado una carta. Era un poema, en realidad. En voz baja, él dijo que era de un admirador secreto, un jovencito que lo amaba más de lo que se amaba a sí mismo. Y, aún y si este joven era algo pequeño para comprender el tipo de sentimientos que le profesaba, Jason dijo que ese poema era una cosa nada más. Dijo que ese poema era amor.

Richard suspiró, sin poder retirar la pequeña sonrisa que recorría sus labios. Exhalando, tomó el bowl de palomitas más otro recipiente vacío y, armado de valor, se dirigió a la sala.

Batfamily One Shots || Son AdoptadosWhere stories live. Discover now