No. 26 || Si está enamorado, en guerra morirá

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Realmente, Damián no entendía muchas cosas.

Pero, sus ojos de verdad son bonitos, pensó. Si lo veía de esa manera, el alboroto en la planta baja no tenía sentido. Jason enojado, Dick tratando de explicar. Tim pensaba que los ojos de Richard eran como océanos encapsulados ¿Quién podía culparlo?

Damián caminó por el pasillo.

Y sus ojos. Vuelta en la esquina, océano en una taza de té,

Dos pasos a la derecha, uno a la izquierda,

Tres de azúcar y un poco de crema.

Repitió las líneas en su cabeza, para él tenía sentido. Que Tim fuera tan cursi, que Grayson fuera como el té, que los poemas fueran secretos en idiomas que nos inventamos por las noches. Y no es que supiera exactamente porqué o cómo cuadraba todo, solo lo hacía. Estar enamorado, pese a que no lo consideraba entre los sentimientos más cuerdos –o útiles– en todo el mundo, para Damián tenía sentido.

Porque es lo que las personas hacen ¿No? Destruirse en maneras absurdas que los hacen sentir bien.

Llegó a la puerta de la habitación de Timothy y se quedó parado frente a ella, dudando en cuánto estaría desobedeciendo a Dick, quien lo había enviado a su habitación. Tampoco era que tuviera muchas ganas de pasar al caótico espacio que Drake tenía por cuarto, pero, de alguna manera, él quería saber ¿Por qué las cosas se sentían tan distintas en ese momento?

–¿Puedo? –tocó la puerta un par de veces.

–Vete –la voz de Tim sonaba ahogada, como si algo estuviera obstruyendo su respiración. También había sollozos.

Damián insistió.

–Voy a entrar, aunque no me abras –informó porque era cierto.

Drake gruñó en respuesta, después sollozó. Otra vez.

–Damián, es enserio, no estoy de humor –su voz se quebró en la última sílaba luego, siguió llorando. Damián estaba seguro de haber visto algo como esto en una de esas telenovelas baratas que Grayson veía los jueves.

–Tsk, no tengo tiempo para esto –el más pequeño de los Wayne dio un paso atrás, dispuesto a alejarse por el pasillo de todo aquel drama, pero entonces:

Porque de lluvia están hechas las tormentas,

Y de dulce verde húmedo tus labios,

Hojas de jardines prohibidos,

Paseos de tarde que jamás podré recorrer.

–Si no me abres, iré a decirle a Alfred que te brincaste dos comidas hoy –Damián habló alzando el mentón, las palabras del poema hacían eco en sus oídos. Eran bonitas.

Hubo un silencio, luego un par de golpes sordos y después, el picaporte de la puerta se giró para finalmente ser abierta.

–¿Qué es lo que quieres? –Tim preguntó, tenía una almohada presionada fuertemente contra la mitad inferior de su cara. Sus ojos eran un par chinchillas, su cabello una especie de dimensión desconocida.

–Eres un maldito desastre –Damián dijo porque eso fue lo primero en lo que pudo pensar.

Tim arrugó el ceño.

–Si viniste aquí a insultarme... –puedo entenderlo perfectamente, pensó, pero no terminó la frase.

Damián entrecerró los ojos, levantando la mejilla con los brazos cruzados.

Batfamily One Shots || Son AdoptadosWhere stories live. Discover now